"Me llamo Cecilia Gros
y soy compositora de música clásica. He terminado,
recientemente, una obra que se titula Instrucciones, basada
en cinco de las Instrucciones del escritor Julio Cortázar
(Historias de cronopios y de famas). Esta obra es un proyecto
de teatro musical. Otras obras mías, inspiradas también
en lo literario, ambas basadas en cuentos de Jorge Luis Borges,
son Cartas (en El libro de arena) y Las ruinas circulares (en
el cuento del mismo título, y estrenada en la Fundación
Jorge Luis Borges)."
Con estas pocas frases se presentaba
a sí misma, por carta, hace poco tiempo, Cecilia Gros
ante una institución donde presumía (correctamente)
que no la conocían, pero de la que esperaba (correctamente,
también) apoyo para su obra. El estilo lacónico
y concreto de su carta no sorprende, cuando se escucha su música,
incluida en esta página de Heterogénesis/Ciudades.
Cecilia Gros se muestra en ella tan económica de notas
como de palabras en el texto de más arriba.
Un tiempo después, Cecilia
Gros respondió a un cuestionario de HTGS/C cuya intención
era obtener datos para escribir un perfil biográfico
suyo. La respuesta al cuestionario fue una sorpresa que, retrospectivamente
no debió serlo. Se le había pedido que fuera espontánea
e informal. Cuando a un artista se le pide que sea espontáneo,
compone una obra de arte. Cuando se le pide que sea informal,
se expresa sin inhibiciones acerca de aquello que representa
su ser más profundo.
En su respuesta a las preguntas
de HTGS/C, Cecilia Gros habló de sus experiencias de
vida como artista, pero al mismo tiempo, de muchos otros asuntos.
Aunque tal vez involuntariamente, al esbozar una autobiografía,
hizo con ella un retrato de la Argentina moderna: un país,
vasto, diverso, con un polo magnético en la ciudad de
Buenos Aires, que atrae a gente de todo el resto de su territorio,
y aún de los países fronterizos, y eventualmente
la vuelve a enviar al interior aunque, de alguna manera, cambiada.
Cecilia Gros se describe a sí
misma como una artista ecléctica (esta es una marca general
del arte contemporáneo) y se identifica con Buenos Aires,
aunque los primeros años de su vida transcurrieron en
un territorio de frontera que, en la perspectiva deformante
de los mapas, parece más cercano a la Antártida
que a una megaciudad posmoderna como Buenos Aires, una ciudad
híbrida, que fusiona aportes de todo el territorio argentino,
de sus países vecinos, y de otros mucho más distantes
en el mapa.
El texto autobiográfico
que sigue es virtualmente el mismo que redactó la autora,
con sólo los retoques necesarios para omitir las preguntas
que se le habían hecho y que no harían ahora más
que entorpecer la lectura de lo verdaderamente sustancial.
Ahora es el momento de dejar que Cecilia Gros se explique con
sus propias palabras y su propia música: “Me llamo
Cecilia Gros y soy compositora de música clásica...”
DÓNDE Y CUÁNDO
NACÍ Y CRECÍ
Nací en Buenos Aires,
la capital de la República Argentina, el 30 de mayo de
1963. Pero nací por casualidad allí: mis padres
vivían en Río Turbio, pueblito minero de la provincia
de Santa Cruz, en el extremo sur de la Patagonia. Mi madre vino
a Buenos Aires porque le habían diagnosticado un problema
en la sangre que podía ser peligroso para el parto. Yo
me siento porteña y provinciana a la vez.
Cuando tenía 16 años nos vinimos a Buenos Aires,
ahora por un problema de salud de mi padre. Nos radicamos en
la Capital, mis padres y yo; mis hermanas, que ya eran mayores,
se quedaron en el Sur.
A la distancia veo lo importante que fue para mí venir
a vivir a la Capital. En su momento fue un cambio muy grande
para mi vida de adolescente. Si bien ya estudiaba música
en el Conservatorio Provincial de Río Gallegos (también
en Santa Cruz; nos fuimos a vivir allí cuando yo tenía
6 años), al terminar la escuela secundaria ingresé
en el Conservatorio Nacional. La posibilidad de asistir a conciertos
y los estímulos culturales que me aportaba Buenos Aires
fueron maravillosos.
Si bien Buenos Aires ha sido un estímulo tan importante
en mi vida, no creo mucho en la inspiración; creo en
el trabajo: las ideas aparecen si hay trabajo, investigación,
análisis de un proyecto que quieras llevar. Así
parto en cada obra; investigo, analizo partituras, leo textos
musicales o no, escucho música.
Pienso que en mi música han influido muchos elementos;
a lo mejor incluso el paisaje sureño, ese paisaje austero,
esa nada que se siente, a veces contemplándolo. Quizás
también ha influido mi amor desde pequeña por
Juan Sebastián Bach. Es un compositor que me llega al
alma.
También, de otra manera, influyó mi padre. Era
una persona muy curiosa en cuanto a la cultura; pintaba, actuaba,
filmaba en Super 8. Pero no tengo antecedentes de músicos
en mi familia: creo que esta curiosidad de mi padre me estimuló
mucho.
CÓMO ME FORMÉ:
INFLUENCIAS Y MAESTROS
A los 8 años empecé
a estudiar piano en el Conservatorio. Fue un estímulo
muy importante: cantaba en el coro, me divertía muchísimo;
mi vida de relación, sobre todo, era la del conservatorio
de Río Gallegos. Éramos muy felices en las clases.
Recuerdo cuánto disfrutaba cuando llegaban músicos
de Buenos Aires. En una oportunidad llegó el conjunto
vocal Opus 4. Fue para mí una revelación; esas
voces, ese diálogo. Creo que esa experiencia, sumada
a otros motivos, hicieron que mucho después estudiara
la carrera de dirección coral. Hoy pienso cuan importante
es para quienes viven en el interior cuando llegan artistas
de la Capital; el estímulo que eso significa, sobre todo
para un niño.
En cuanto a maestros, creo que haber estudiado Bach fue muy
significativo. Más tarde, cuando preparaba el examen
de piano, recuerdo con mucho placer una obra del compositor
argentino Ernesto Drangosh, Mariposas. Tenía un toque
especial de dedos y era sumamente expresiva.
Desde entonces los músicos que contribuyeron a formar
mi personalidad artística, y continúan contribuyendo
a formarla, son muchos: Ginastera, Guastavino, “el Cuchi
“Leguizamón, Saluzzi, Piazzolla, Messiaen, Santero,
Gandini, Valverde, Shoenberg, Bartok y muchos más…
Como se ve, mezclo estilos, lenguajes; eso es lo que me gusta.
Tengo de “amigos musicales”, si bien nunca los conocí
personalmente, a Berio, Scelci, Mario Lavista, Feldman, Steve
Reich. A quienes sí conocí y me interesa mucho
lo que hacen son, por decir algunos: Gerardo Gandini, Santiago
Santero, Marcelo Toledo, Julio Estrada, Gabriel Valverde, Manolo
Juarez, Dino Saluzzi.
MI EVOLUCIÓN
MUSICAL: MIS EXPERIENCIAS
Hoy, dentro de mi formación
musical, lo que me hace más feliz es la composición.
Por supuesto que hay momentos de mucha incertidumbre, pero cuando
las ideas van encontrando su camino, allí aparece el
placer.
Creo que, más que etapas, mis obras muestran momentos
con diferentes intereses musicales. Para mí es fundamental
la “idea”; que puede ser algo que vi, algo que leí.
Lo literario está muy presente en mi obra. Recuerdo cuando
leí Las ruinas circulares, de Borges: en ese momento
sentí intensamente algo muy bello. Pasó mucho
tiempo antes de que escribiera la composición para marimba
y violoncello que lleva el mismo nombre. (Más sobre ella,
más abajo.)
Con el cuento El libro de arena, también de Borges, surgió
mi obra Cartas.
Cada composición mía, en su momento, fue un proyecto
que me ilusionó y por eso la escribí. Por eso
mismo, me desilusiona cuando no puedo concretar la realización
de la obra frente al público.
He compuesto La i, una pieza para coro a ocho voces mixtas.
Musicalmente hablando, su lenguaje es complejo; por ese motivo
la debería cantar un coro dedicado a la música
contemporánea, o muy profesional. Me fue imposible hallarlo.
Así que la obra está inconclusa. Necesito que
se interprete, y grabarla para que quede un registro; una vez
logrado que se ejecute en público vaya a saber cuando
la vuelva a escuchar.
Actualmente tengo una gran desilusión por no poder concretar
la interpretación de Instrucciones; es una obra pensada
para teatro musical pero también se puede ejecutar en
versión de concierto. Está basada en cinco de
las Instrucciones del escritor Julio Cortázar (Historias
de cronopios y de famas). Es una obra que me llevó cerca
de dos años de trabajo y deseo fervientemente que se
lleve a cabo.
Mis procesos creativos se acomodan a los tiempos que deja el
trabajo de docente; vivo de la docencia musical, lo cual me
quita bastante energía física y mental; no es
una queja pero es una realidad. Mi carrera de compositora es
difícil; pero seguiré resistiendo con proyectos
que me ilusionen. Mi sueño es siempre poder escuchar
mis obras, y en este momento, que alguna vez pueda escuchar
Instrucciones; mientras tanto sigo escribiendo y investigando.
MI ESTÉTICA MUSICAL
Si consideramos la música
atonal, aquella que no se basa en las relaciones armónicas
y melódicas que giran alrededor de un centro tonal, entonces
puedo decir que muchas veces sucede esto en mis obras y otras
no.
Me interesa también la música dodecafónica,
basada en series de doce sonidos; que no tiene porqué
ser necesariamente atonal.
En cuanto al minimalismo a veces se encuentra en algunas de
mis obras; por ejemplo la Carta 3, para piano; me siento cercana
a ese movimiento en cuanto a la búsqueda de la sencillez,
la repetición, donde los elementos musicales son limitados
de manera intencional.
Tomo de diferentes lenguajes lo que me atrae en el momento,
lo que deseo decir. Realmente ahora que lo pienso, sí
me siento identificada con un lenguaje ecléctico. Será
por esas influencias antes mencionadas: soy curiosa musicalmente;
me interesan músicas diferentes.
MIS GÉNEROS E
INSTRUMENTOS PREFERIDOS
La música de cámara
me encanta; se puede hacer un trabajo sutil con el músico.
Además, ese trabajo “de taller” se puede
hacer con el intérprete. Muchas veces se logra el intercambio.
Me interesan muchísimo las ideas que aporta el músico,
los cambios que se originan en la obra, todo esto.
Por supuesto no siempre es así; a veces escribimos la
obra y nunca llegamos a hablar con el intérprete hasta
el primer ensayo. No es lo que me gusta; me interesa “la
cocina” de la composición junto al intérprete.
Durante un tiempo fui a presenciar ensayos de orquestas sinfónicas;
me daba mucho placer ver “el antes” del concierto;
el trabajo del día a día. Aprovechaba para realizar
consultas a los músicos; me daba enorme felicidad eso.
He escrito obras orquestales: he compuesto una llamada Caleidoscopio,
para orquesta sinfónica, pensada con imágenes
digitales proyectadas con cañón, que ha realizado
el artista plástico Víctor Martínez. Otra
es Viaje a la semilla, para orquesta de cuerdas; y también
he escrito para banda sinfónica la ‘Primera Carta’,
de mi obra Cartas.
Todas son inéditas. No es fácil, en Argentina,
estrenar música contemporánea; y menos obras orquestales.
Una vez le hicieron un reportaje en un diario al compositor
argentino Martín Bauer. Dijo que, para estrenar en la
Argentina, un músico contemporáneo tiene que tener
suerte... o contactos. Está todo claro.
La elección de los instrumentos o voces, o de ambos,
en una obra es un tema crucial. Muchas veces, en el transcurso
del proyecto, la obra misma va pidiendo ciertas sonoridades.
Otras, el compositor ya sabe en el inicio qué instrumentos
participarán.
En cuanto a ciertas combinaciones, la de la marimba y violoncello
se dio por una circunstancia accidental; una marimbista conocida
me pidió que le escribiera algo. Eso me alegró
muchísimo. Pocas veces sucede. Entonces decidí
la combinación con el violoncello, porque conozco un
intérprete de este instrumento y me encanta trabajar
con él; ya había tocado otras obras mías.
Así resultó Las ruinas circulares, para marimba
y violoncello, que además está dedicada a estos
intérpretes; la marimbista Lea Prime y el violoncellista
Pablo Parera.
Haber estudiado piano, y el que se escriba y se escribió
tanto para este instrumento, hicieron que dudara siempre en
abordar la escritura para él.
Con Cartas, me pasó algo diferente: estaba escribiendo
una obra para marimba y tuba y fue mi maestro, Santiago Santero,
quien me dijo que podía sonar muy bien en piano; así
que me puse manos a la obra y dejé la marimba y la tuba.
Es así que todavía que no la he terminado de escribir
para esa combinación.
Cartas fue estrenada por un pianista excelente, Claudio Pascua.
Con él se produjo eso que antes mencioné, el trabajo
“de taller”: fuimos probando varios pianos y finalmente
ensayamos en el que se iba a realizar el concierto. Esto es
muy importante ya que en la obra hay unos interludios que se
tocan en el encordado del piano, o sea, en el arpa; y cada piano
posee un encordado diferente.
He pasado por distintas etapas en cuanto a instrumentos predilectos;
pero es cierto que me encantan el clarinete, el violoncello,
el contrabajo; y ahora estoy escuchando mucho el bandoneón.
Pero puedo decir que me gustan todos los instrumentos y voces.
En cuanto a voces, tengo predilección por los registros
graves. La música vocal me interesa muchísimo.
He escrito una sonata para voz (mezzosoprano o barítono)
y violoncello, sobre texto de Li Po, la cual se ha tocado, y
por suerte tengo grabación de ella. Fue hermoso el estreno,
porque se tocó en el auditorio de Radio Clásica
Nacional, lo que fue para mí una emoción muy grande,
por la historia del lugar.
He escrito para canto y piano, y también obras corales;
acabo de terminar una obra coral Los años corren rápidos…
sobre un texto del poeta chino Tao Ch’ien (221-264); me
interesa la poesía china; he compuesto varias obras sobre
textos de poetas chinos, traducidos al castellano. También
he escrito Carta de R., para voz y diversos instrumentos; sobre
textos de Rainer María Rilke.
MÚSICA, LITERATURA,
POESÍA
Siempre que tomo un texto, es
porque me llegó muy profundamente; a partir de ahí,
camino. Esto me pasó con Instrucciones; estaba cursando
un Máster en Cultura Argentina, y fue ahí donde
leí las Instrucciones de Julio Cortázar; pasó
mucho tiempo para que trabajara con esos textos que me fascinaron,
me divirtieron. Instrucciones fue un proyecto que me llevó
dos años. En esta obra hay voces: cuatro cantantes femeninas,
un relator, cuatro clarinetes, arpa, marimba, vibráfono
y percusión.
El proceso de trabajar un texto literario en música es
siempre diferente. A mí me apasiona: a veces el título
es un detonante de ideas musicales. Otras veces, el centro de
atención es el texto en sí: en Las ruinas circulares,
hay un intervalo (distancia que hay entre dos sonidos) de cuarta,
que es recurrente; representa “el hombre soñado”;
ese intervalo es trabajado en la obra musical con diversos recursos.
Me sucedió en esta obra que la sensación onírica
no fue buscada; sin embargo varias personas me han dicho que
esta sensación estaba allí.
He escrito otra obra para tenor y piano llamada Hilos…,
sobre el mismo texto poético de Li Po de la sonata para
voz y violoncello. El trabajo musical, sin embargo, fue muy
diferente, y el resultado sonoro también. Primero escribí
la sonata y mucho después Hilos…; es un texto que
amo profundamente; por eso mi deseo de volver sobre él.
La i, una obra coral a ocho voces mixtas a capella, está
basada en un texto de Geoffroy Tory, tipógrafo de 1520,
que decía sobre la letra i que era una “cadena
de oro colgando del cielo hasta alcanzar nuestros pies”.
Me pareció bellísimo y a partir de ahí
fue la construcción de la obra musical, con una idea
melódica descendente y la disposición espacial
del coro en “fila india”.
Otras veces leo sobre el autor del o de los textos que deseo
emplear. En Carta de R. seleccioné textos de varios libros
de Rilke. A partir de allí tuve la necesidad de informarme
sobre su vida y obra. Leí Carta a un joven poeta, que
me atrapó y me ayudó mucho en la construcción
de la obra y en el deleite en la lectura.
Cartas, para piano, realmente podría seguir extendiéndose,
pero por un orden práctico necesitaba un final relativo.
En el caso de Viaje a la semilla, me atrapó el texto:
la idea de retroceso en el tiempo y que el personaje llega a
ser la nada. A partir de allí, trabajé musicalmente
con cinco sonidos, presentados en el sentido inverso en el inicio.
La obra consta de cinco partes, dadas por la evolución
del cuento. Cinco episodios representan las distintas etapas
en la vida de una persona: 1º Episodio: viejo; 2º
Episodio: adulto; 3º y 4º Episodios: joven y niño;
y 5º Episodio: bebé.
Leí Concierto barroco, del autor cubano Alejo Carpentier;
después ví la película. Me pareció
tan interesante el armado del texto, su calidad, su visión
de América.
La poesía o los textos en general tienen para mí
mucho peso; si me atrapan, me producen una necesidad de transformarlos
en algo musical.
Me gusta pensar en teatro musical; aunque no digo ópera,
en mi caso. A Instrucciones, sobre textos de Cortázar,
la encuadro en teatro musical; aunque también la pensé
en versión concierto, sin necesidad de una escenografía,
actores, regie y demás.
MÚSICA CLÁSICA,
MÚSICA POPULAR
La música latinoamericana
autóctona me interesa. No sé si de manera directa
en mi música; pero sí que la disfruto, la escucho.
Me encantaría que un divulgador de la música como
Miguel Grimberg, a quién admiro y he escuchado con placer
sus programas de radio, pasara mis obras en sus programas. Muchas
veces los géneros “clásico”, “popular”
sirven para encasillarlo a un músico, con sus influencias
y demás referencias.
Yo admiro profundamente a Ástor Piazzolla. Él
renovó el tango y amplió el camino de la música
ciudadana. Fue muy inspirador para ese “tanguito”
que yo compuse y lleva el título de Perdoname Pantaleón,
en homenaje a él: su segundo nombre es Pantaleón.
Dino Saluzzi, a quién tanto admiro, viene de la línea
del folklore argentino; sin embargo su música es muy
personal; ya no es tango y sí lo es; también tiene
influencias del jazz y de otras músicas.
Nombro a estos dos músicos para señalar que los
admiro profundamente por su música, pero también
porque fueron más allá de ciertas categorías;
nos ampliaron a todos el mundo sonoro.
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