Arte-correo y poesía visual en México: una práctica (todavía) corrosiva César Espinosa |
Desde los años 70 y hasta mediados de los años 80 del siglo XX, a contrapelo de la producción artística reconocida por el circuito críticos-galerías-instituciones, en México se desarrollaron dos tendencias que permanecen aún en estado subrepticio, disidente, clandestino, a pesar de que cuentan con hondas raíces históricas y su desarrollo atravesó por todas las vanguardias clásicas en el mundo: el arte-correo y la poesía visual. En torno al primero,
entre otras numerosas definiciones existentes, cabe apuntar: Sería
el arte-correo el que acabaría con el privilegio mitificador
del aura del original al reproducir masivamente, al sustraer
el arte de la crítica, al demoler las contradicciones, al democratizar
la creación, al desregionalizarse como tránsito libre
por el mundo, al conciliar códigos, símbolos, grafismos,
al particularizar la lectura de lo Kitsch, al humorizar
la sociedad erudita, al crear interferencias visuales hasta la saturación,
al preparar la irreverencia paradiscursiva de los Para-lamas
del acontecimiento.1 Desde sus inicios
el arte-correo ofrecía los siguientes atributos, aún
vigentes en lo básico: II. Correlativamente, se trata de un diálogo político, ideológico, por la propia naturaleza del sistema. En cuanto sistema de comunicación se interesa más por los problemas vivenciales y las circunstancias de actualidad que por preocupaciones eminentemente formales y estilísticas. Si bien posibilita desfogues escapistas, siempre significa una práctica ajena a los códigos académicos o del mercado, lo cual favorece las capacidades de autoexpresión como uno de los potenciales más productivos y corrosivos del circuito. Esta característica resultó de especial importancia para enfrentarse a regímenes dictatoriales, como los vividos en Latinoamérica, o sistemas cerrados como los del socialismo real. III. Origina un proceso de descentralización artística, cuando desde cada aldea o provincia se pueden enviar mensajes creativos y ser conocidos o transmitidos hacia una multiplicidad de lugares, en contraposición a los centros rectores del arte implantados desde la segunda posguerra, donde una trama de galerías, museos, críticos y marchands controla un cerrado aparato de mercadeo y prestigio que se enseñorea sobre el arte universal. Con el arte postal deja de haber marginados en la expresión y el muestreo artísticos. Esto se potencia ahora en los tiempos del Internet y el correo-electrónico. |
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Los antecedentes
de tal práctica en México datan de 1972, con el mural
postal presentado por Felipe Ehrenberg en el Salón Independiente.
Pero hasta los años 1977-78 se organizarían las primeras
exposiciones propiamente de arte-correo, promovidas por los grupos CRAAG
y Março; este último auspició el surgimiento de
otras agrupaciones de corta vida: Fotostato y Algo Pasa. |
César Espinosa |
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Hacia 1985 se integró el equipo Núcleo Post-Arte para convocar a través de la red del arte-correo a la Primera Bienal Internacional de Poesía Visual y Experimental en México, que llegó a tener siete ediciones hasta 2001, que se puso en práctica dada la casi nula experiencia y práctica de dichos campos artísticos en el país. En dichas ediciones participó un promedio entre 150 y 300 autores de 40 países, una cincuentena de los cuales eran mexicanos. Posterremoto, iniciadas a finales de 1985 y principios de 1986, las bienales de poesía visual y experimental han pretendido, en parte, implantar y difundir en el medio artístico mexicano la tradición y práctica del texto/acto sonorovisual poético con antecedentes milenarios y expresiones en todos los movimientos de vanguardia del siglo XX. Se buscaba, entonces, promover su despliegue ampliado y con ello su inserción en los diversos campos de exploración, autoanálisis, desconstrucción y experimentación de las poéticas y lenguajes artísticos que se practican en México durante el final y actual inicio de siglo y de milenio. |
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En los años 80, la bienal mexicana vino a revitalizar en Latinoamérica las prácticas de la experimentación visual poética. Los propios brasileños, que llevaron la avanzada a finales de los años 50 y los 60 con la Poesía Concreta y el Poema Proceso, intentaban una suerte de síntesis y se veían introvertidos, mientras en Europa y Estados Unidos la experimentación poética saltó de la hoja de papel a la acción corporal (performance y polipoesía), el video y los recursos de la alta tecnología: multimedia, láser (holograma), la computadora y el arte virtual. Artistas que actúan continuamente en diversos países de Europa y América del Norte, como Enzo Minarelli y Fernando Aguiar, han destacado la importancia de la bienal mexicana observando que mientras los festivales europeos son más restringidos y se limitan a uno o dos aspectos, aquí se ha dado margen para desplegar el amplio abanico de la poesía experimental comprendiendo performance, polipoesía y poesía sonora, videopoesía, acciones callejeras con el público, las exposiciones de poesía gráfica/visual y concreta, coloquios teóricos y documentales y sesiones de danza y experimentación musical. No obstante, ambas corrientes arte correo y poesía visual han afrontado la reticencia o franca hostilidad de las autoridades culturales, de los críticos y de los artistas plásticos y poetas profesionales; concitando mayor interés entre diseñadores gráficos y estudiantes y realizadores de diversas disciplinas de la comunicación, generalmente jóvenes. Su producción, como sucede prácticamente en toda Latinoamérica, se orienta a la crítica política y social, entrecruzando las condiciones de inmediatez y testimoniales del arte-correo con la búsqueda de rigor y renovación en los trabajos. |
Miguel Angel Conona |
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Para concluir, es
válido afirmar que en buena medida el arte-correo y la poesía
visual son dos caras de una sola moneda. Si bien el arte-correo se define
mayormente como una práctica de comunicación artística,
ligada a situaciones inmediatas del originador y el destinatario, comparte
el lenguaje de la imagen icónica que traspasa fronteras e idiomas,
además de las técnicas de montaje, de contrainformación
y expropiación de los mensajes de la comunicación masiva.
También comparte el reciclado y la reelaboración de los
trabajos, que son características de numerosas producciones de
la poesía visiva, del poema/proceso y la poesía intersignos,
así como el veto a la comercialización y la tendencia
a la distribución (casi) gratuita. Con el final del siglo XX e inicios del nuevo siglo, en el marco de la operante globalización tecnológica, financiera y cultural en curso, se vive también el llamado declive de los paradigmas o las ideologías, lo que trae consigo una marcada despolitización de los pueblos y las nuevas generaciones. Aunque también presenciamos el repunte de posturas nacionalistas y brotes de fundamentalismos y neofundamentalismos que abren los escenarios para el terrorismo y la nueva guerra preventiva del renacido Big Brother George Bush II. Vivimos los tiempos de la guerra global: de la ultraderecha estadunidense contra el mundo entero. En tal contexto crítico de guerra permanente para el nuevo siglo, es decisivo el papel a jugar por los sistemas de democratización y concientización en el terreno del arte y la cultura. Debe superarse el panfletismo y la retórica grandielocuente, pero es urgente que la gente conozca los hechos del neovandalismo ultratecnificado (recuérdese el Museo y la Biblioteca de Irak devastados y saqueados impunemente) por mecanismos distintos a los grandes medios de editar y predigerir las noticias y los acontecimientos según los dictados del Pentágono. Ese es el papel a seguir por los circuitos que han creado los artistas mismos, como es el caso del arte correo y de muchos de los artificios de la nueva tecnología digital electrónica, generada en innumerables laboratorios de los propios artistas. Los preceptos básicos del arte-correo, que aparecieron al parejo del diseño de la red descentralizada del Internet y la supercarretera de la información, sin lugar a dudas deben ser retomados y circular ahora por las venas abiertas de la globalización, que finalmente no es monopolio exclusivo de los grandes financieros y estrategas neoliberales, sino un canal abierto para la voz del común de la gente y los artistas como sus voceros. Abordar este panorama de crisis y emergencia de bifurcación, vórtice y autopoiesis, en la tesitura de las teorías del caos y la complejidad hará preciso avanzar a grandes marchas para una redefinición a fondo de las concepciones sobre el arte y la creatividad libre. No es hora de proseguir las viejas discusiones del vetusto mundo del arte: galeros, marchands, subastas y especulaciones, pertenecientes a una visión exclusivista que está quedando como una reliquia arqueológica para coleccionistas. Habrá que diseñar las nuevas rutas, nuevas formas de pensar y proyecciones para el trabajo innovativo del espíritu en los tiempos de la robotización y de la información en implosión exponencial. De otra forma, se nos viene encima el tecnoterrorismo de una sola potencia y un solo pensamiento sobre el mundo en glaciación entrópica. |
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