Heterogénesis - Revista de Artes Visuales - 2006 nr 55-56
NOVENA BIENAL DE LA HABANA

El Refrigerador en la Dinámica de la Cultura Cubana

Ximena Narea





La conservación de alimentos siempre ha sido una preocupación, tanto para las empresas productoras de alimentos como para los hogares que necesitan hacer durar las provisiones. La aparición de los refrigeradores para el consumo familar, tal como ha sido el televisor y los computadores en épocas posteriores, significó un cambio cualitativo importante en la vida cotidiana. Su antecesor, el armario de madera con un compartimiento superior para la nieve no pudo competir con la tecnología moderna y terminó sus días en el olvido. Rápidamente el refrigerador pasó a ser un objeto de primera necesidad en los hogares. Con el revolucionario electrodoméstico no sólo se podía conservar los alimentos por períodos de tiempo mayor sino que se podía fabricar hielo para enfriar agua y refrescos en forma casera, lo cual en un país caluroso como Cuba es fundamental, claro que si el refrigerador se pudiera llenar, seguramente sería “la consagración de la primavera”.

Con el refrigerador como soporte el equipo formado por Roberto Fabelo, Mario Miguel Gonzlález, Jorge Luis Montesinos y Axel Li convocaron a 54 artistas a intervenir refrigeradores y transformarlos en objetos de arte. La muestra, titulada Manual de Instrucciones se realizó en el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museo-logía que se aloja en el antiguo convento de Santa Clara durante los días en que se desarrollaba la bienal. Siendo el refrigerador un objeto central de la vida urbana cubana y de todas las urbes del planeta creemos que el proyecto merece un espacio en esta edición dedicada a la bienal y su concepto: dinámicas de la cultura urbana.

El resultado de la convocatoria fue una amplia gama de propuestas que iban desde la simple pintura de figuras sobre la superficie del refrigarador a intervenciones complejas con sonido y otros recursos que transformaron los refrigeradores en una lata de cerveza, un ataúd, un confesionario, un candado, un trozo del malecón, un auto, un equipo de música, un reloj, etc. Cada refrigerador refleja algún aspecto de la cultura urbana cubana.

Entre los artistas con mayor trayectoria internacional encontramos a Alexis Leyva Machado (Kcho), quien transforma un añoso y oxidado refrigerador en una especie de bote-robot que pareciera deslizarse haciendo girar remos puestos en todos lados.

Tal vez la obra más irónica y que mejor refleja los sobresaltos de los cubanos es Good-by Rocco del actor Jorge Perugorría (Diego de la película Fresa y Chocolate, 1994) y el cineasta Juan Carlos Tabío (co-director de la misma película). Perugorría y Tabío transformconvirtieron un viejo refrigerador en un ataúd donde velan a Rocco (el mismo refrigerador). En un mensaje puesto al lado “del difunto” dan cuenta de la vida que le ha tocado vivir a este esforzado camarada desde que toca suelo cubano hasta que termina sus días... en el convento Santa Clara. (Transcribimos el texto de la despedida de Rocco en toda su extensión).


 


Jorge Perrugoria / Juan Carlos Tabio: Adiós compañero / Good by Rocco

Good-by Rocco


Compañeras y compañeros:

Aquí yace, en contra de su voluntad, el compañero Rocco.Nace en Detroit en agosto de 1952, en la fábrica de la General Motors. En su más tierna infancia fue testigo de las confrontaciones sindicales y de las reivindicaciones raciales que sacudieron su ciudad de nacimiento, forjando así su inclaudicable espíritu de lucha.

Siendo aún muy jóven, junto a 250 hermanos suyos, es obligado a hacinarse en el vapor General Custer (primo del General Motors), arribando a la bahía de La Habana en enero de 1953. Aquí en La Habana es adquirido, como vulgar mercancía, en la tienda “El Encanto” por la familia Orozco, llevando a partir de ese momento una vida burguesa de abundancias durante la cual enfrió los más exquisitos manjares y licores. No es hasta cinco años después, en 1958, cuando Joaquinito, el benjamín de los Orozco, a la sazón estudiante de derecho en la Universidad de La Habana, co-mienza a esconder entre champanes y langostas, proclamas subversivas del 26 de julio, lo que provoca una retoma de conciencia del compañero Rocco y su inicio en la lucha revolucionaria, llegando incluso a acoger en sus entrañas a un compañero de Joaquinito perseguido por los Tigres de Masferrer.

Ya en 1960, los sobrevivientes de la familia Orozco, (incluyendo a Joaquinito)
abandonan el país, y la mansión de los Orozco (y por supuesto el mismo compa-ñero Rocco), pasan a ser propiedad del Estado.

Conectado activamente al voltaje de todos los procesos de transformaciones revo-lucionarias, el compañero Rocco participa en la Campaña de Alfabetización, Crisis de Octubre, Zafra de los 10 Millones (trabajando en ésta más de 365 días al año). En todos estos años el compañero Rocco, lejos de añorar los filetes y caviares que conservó en su juventud, se dedicó, con ahínco encomiable, a enfriar torticas, masareales, croquetas cosmonautas (las que se pegan al cielo”de la boca”) los refres-cos conocidos como “líquido de freno” y agua, mucha agua que calmaron la sed de nuestros estudiantes y milicianos.

Ya a principios de los años 70, con la llegada de sus congéneres soviéticos, el compañero Rocco es confinado a un honroso “plan pijama”, olvidado en un oscuro alma-cén durante todo un quinquenio gris, hasta que el “inventivo” administrador del almacén lo trueca, en una maniobra “por la izquierda” por un juego de “doce sillas” a una humilde familia proletaria, en el seno de la cual, y con su esfuerzo desin-teresado de siempre y con la alegría de sentirse útil nuevamente, el compañero Rocco se apresta a congelar sabrosos “durofríos”, convirtiéndose en el sostén de esa fami-lia y ganándose así el cariño de todos los niños del barrio.

Los 80 son años en los que el compañero Rocco puede vivir del fruto de su trabajo. Con el producto de la venta de estos “durofríos” el compañero Rocco es recompensado con quesitos crema, jamón plástico, pollo a la jardinera, vinos búlgaros y algún que otro cake bombón ( de los que costaban 10 pesos cubanos), llegando incluso a enfriar su pedacito de carne de puerco y su cervecita en los días festivos. Y por supuesto, los huevos de siempre. A principios de los años 90, y como consecuencia del “Período Especial”, el com-pañero Rocco es sometido al zozobrante sistema de apagones que lo llevaron al borde del ataque de nervios. Tan prolongados llegaron a ser estos apa-gones que cuando se restablecía brevemente el fluído eléctrico, el compañero Rocco llegó a pensar que le estaban aplicando “electro shocks”.

Fue en aquellos difíciles momentos que la humilde morada de la familia que acogió al compañero Rocco como a un pariente más, es escogida por el ICAIC como locación prin-cipal de la película “Fresa y Chocolate” en la cual el compañero Rocco, no obstante su deteriorada salud física y mental, asume el rol protagónico que le valió la unánime aclamación de público y crítica como (con mucho) el mejor actor de la película.

Lejos de envanecerse con tan ecuménico triunfo, el compañero Rocco acomete con renovados bríos las perspectivas que le depara su nuevo horizonte de sucesos: Jefe de Frigoríficos del Paladar “La Guarida”, porque en paladar deviene su vivienda no bien terminado el rodaje del suso-dicho filme.

Ahora vuelve el compañero Rocco a en-friar los manjares y licores olvidados de su juventud.En este paladar, la carismática presencia del compañero Rocco es punto de atención de todos los clientes, llegando incluso a departir con La Reina de España, para la cual sacara de sus gélidas entrañas un ro-tundo y criollo boniatillo que arrancó los más encomiásticos comentarios de Su Majestad.

Así trancurría la plácida vejez del com-pañero Rocco, esperando que llegara, como en un sueño la muerte natural con esa paz de espíritu propia de quien ha cumplido a cabalidad y conciencia toda tarea que le haya sido encomendada.
Pero no, la muerte del compañero Rocco sobreviene de forma trágica y fulminante cuando es públicamente declarado “Devo-rador Energético”.

Sus relays y reguladores de voltaje no soportaron la vergüenza y el compañero Rocco estalla en un flamígero y fatal cortocircuito que sonó en todo el barrio como un ¡PLAFF! fatídico.

Compañero Rocco, donde quiera que tú estés ahora, que llegue hasta ti nuestro agra-decimiento por todos tus desvelos y nues-tro más sentido pésame para que de una vez por todas descanses en paz.

Adiós compañero
Good-by Rocco

De tus compañeros del Grupo de Creación ROCINANTE

Jorge Perugorría
Juan Carlos Tabío

 

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