La
Bienal de La Habana ha logrado posicionarse como uno de los eventos
artísticos más importantes y esperados del hemisferio
Sur. Desde su primera edición, en 1984, ha ido experimentando
cambios en la organización y en el método. De una exposición
con convocatoria prácticamente abierta se ha transformado en
una organización con proyectos curatoriales bien definidos.
El tema propuesto para la novena edición era Dinámicas
de la cultura urbana y contó con la participación de
130 artistas de 51 países, más siete exposiciones individuales.
Las obras fueron expuestas en la Fortaleza San Carlos de La Cabaña,
el Pabellón Cuba, el Centro Wifredo Lam y otros espacios en
el centro de la ciudad. La muestra estuvo abierta al público
entre el 27 de marzo y el 27 de abril de2006.
Este
número doble de Heterogénesis dedicado a la Novena Bienal
de La Habana ha contado con la generosa colaboración de varios
de los curadores que participaron en el evento, empezando por Margarita
Sánchez Prieto, que es nuestra directora invitada. El material
que ella ha seleccionado incluye textos de Nelson Herrera Ysla y José
Manuel Noceda escritos con anterioridad a la bienal y que analizan
la ciudad como espacio físico y cultural. Luego incluimos cuatro
textos que tratan del proceso y concreción de la bienal. Dannys
Montes de Oca Moreda escribe sobre el segmento teórico Forum
Idea cuyo desarrollo estuvo enfocado en mecanismos históricos,
sociológicos, críticos, ideológicos y de producción
en espacios urbanos. Ibis Hernández hace una revisión
de la metodología seguida en esta bienal, las perspectivas
desde las cuales trabajó el equipo curatorial y lo que finalmente
se pudo concretar.. Andrés D. Abreu entrevista a Rubén
del Valle Lantarón, director del Centro de Arte Contemporáneo
Wifredo Lam y de la Bienal de La Habana, quien reflexiona sobre el
papel de la bienal en el circuito de exposiciones internacionales
y las perspectivas futuras que ésta tiene. Margarita Sanchez
Prieto hace una revisión crítica de los propósitos
y resultados de la muestra a través de las obras expuestas.
Agradecemos
al Centro Wifredo Lam y a su director Rubén del Valle Lantarón,
y especialmente a Margarita Sánchez Prieto por el apoyo a esta
publicación y por permitirnos presentar la bienal desde el
punto de vista de la propia organización.
Breves
reflexiones en torno a la bienal
Esta bienal es la tercera muestra que tengo el privilegio de ver.
En las dos primeras (3ra, 1989 y 5:a, 1995) participé de la
vorágine de las inauguraciones, de los encuentros teóricos
y de la presencia de los artistas participantes. Esta vez estuve en
La Habana hacia el final de la bienal y pude recorrer los distintos
lugares donde se exhibían las obras con la guía invalorable
de Margarita Sánchez Prieto, una de las curadoras de la bienal.
Tuve también la oportunidad de encontrarme con Ibis Hernández,
otra integrante del equipo curadorial del Centro. Ya durante el recorrido
por La Cabaña y otros espacios en el centro de La Habana ambas
curadoras expresaban su insatisfacción por ciertos aspectos
de la bienal de este año, lo cual se refleja en sus textos.
Personalmente concuerdo con algunas de las críticas pero no
con todas. Valoro también el enorme esfuerzo que realiza el
Centro Wifredo Lam para llevar a acabo la bienal y darle un espacio
a artistas que normalmente no figuran en los circuitos internacionales
del arte, además de la valentía de proponer un proyecto
artístico desde la perspectiva de los países del Sur.
La
bienal de la Habana se planteó desde sus inicios como una bienal
orientada a promover y estimular el arte de los países del
llamado Tercer Mundo. Se pretendía ser un contrapeso a la abrumadora
presencia de artistas del Primer Mundo en las muestras internacionales
de arte, donde los artistas del Sur apenas estaban representados.
Las dos primeras bienales fueron como una prueba (1984 y 1986), sin
tema específico y con convocatoria abierta. Ya en la tercera
(1989) se estructuró más la participación de
los artistas, se propuso un tema y se desarrollaron jornadas teóricas
y talleres como actividades complementarias a las exposiciones. Este
esquema de trabajo siguió desarrollándose en los eventos
siguientes.
El concepto curatorial
La curadoría es una parte importante de la estructura de trabajo
de una exposición, define los conceptos y la forma en que se
desarrollarán a través de la participación de
los artistas invitados y de los seminarios y otros eventos paralelos.
Los modelos curatoriales que se han probado en otras bienales y eventos
internacionales son el grupo curatorial a cargo de un director y la
representación por país. El primer modelo intenta elegir
artistas que trabajen en los temas propuestos y el segundo delega
la selección de los artistas al criterio de cada país.
Tanto la Bienal de Venecia como la de San Pablo, pioneras en las exposiciones
bienales, mezclan ambos modelos, aunque ya para la próxima
bienal de San Pablo no habrá selecciones por país, dejando
la elección de los artistas bajo la exclusiva responsabilidad
de los curadores. La propuesta de un tema acota la selección
de los artistas dejando dos caminos posibles: la invitación
de artistas a desarrollar el tema propuesto en el lugar donde se realizará
la exposición y la invitación de artistas que ya están
trabajando en torno al tema con obras ya producidas y exhibidas con
anterioridad.
La
Bienal de La Habana trabaja con un grupo curatorial que se ha especializado
en las áreas geográficas que conforman el llamado Tercer
Mundo: América Latina, África y Asia y Medio Oriente,
siendo la participación latinoamericana la más numerosa.
Aunque la muestra está centrada en estos tres continentes normalmente
participan algunos artistas de Europa, Estados Unidos y otras áreas
del planeta, lo cual, a mi modo de ver, le da un carácter global
a la exposición. Los curadores viajan a sus áreas de
trabajo a ver el arte que allí se produce y a seleccionar artistas.
Sin embargo esta vez, como apunta Ibis Hernández la investigación
en terreno fue muy limitada en África y nula en Asia. El sistema
de selección de obras tiene la ventaja de que la obra ya está
producida, pero tiene el gran inconveniente del traslado, para lo
que no siempre hay recursos, como lo que ocurrió con varias
obras seleccionadas para esta bienal. El resultado fue que en lugar
de mostrar un mayor número de obras espaciales se mostraron
fundamentalmete fotografías y proyecciones de video, o se reemplazó
la instalación original por obra de pequeño formato,
normalmente bidimensional. Esta dominancia de la bidimensionalidad
es una de las deficiencias que señala Margarita Sánchez
Prieto en su artículo.
Los espacios
Desde luego, el tema propuesto se prestaba para intervenciones en
el espacio urbano, para performances callejeras y para instalaciones
de gran formato en distintos lugares de la ciudad. La Habana es la
galería más grande del mundo, como escribe Nelson Herrera
Ysla y tiene razón. La ciudad tiene muchas áreas urbanas
de interés: el centro histórico, el Vedado, el Nuevo
Vedado, Miramar y muchos otros lugares que tienen una historia que
contar y con la que se puede dialogar. Con algunas pocas excepciones
(Fa+ y Mariano Molina entre ellos) los espacios abiertos no fueron
utilizados. Fa+ intervino objetos de la via pública envolviéndolos
con láminas de oro y Mariano Molina pintó un mural en
una pared de un lugar abierto consistente en sombras negras que se
confundían con la sombra de las ramas de un árbol.
La
Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, construida en 1763 como
el mayor enclave militar español en América, alberga
un museo y el resto de sus espacios funcionan como recinto ferial
donde se celebran la Feria del Libro y la Feria del Turismo, entre
otras. Aquí se exhibió la mayor parte de la bienal.
Las áreas que ocupó el evento están integradas
por pabellones con múltiples naves que funcionan como salas
de exposiciones, en unos casos unidas por un pasillo central y en
otros una a continuación de la otra en pabellones o edificios
separados por una estrecha calle. Las obras exhibidas en la Fortaleza
tenían el espacio necesario para ser vistas y apreciadas, un
factor importante y que no ocurre en todas las exposiciones de esta
naturaleza.
Dinámicas de la cultura urbana
El tema permitía una amplia gama de interpretaciones, más
aún considerando que se trataba de tres continentes lejanos
culturalmente. En primer lugar la solución espacial de la ciudad,
los objetos de uso y de adorno, el uso del espacio público,
el sector privado, su solución y uso, los medios de transporte,
etc. Cada aspecto de la ciudad expresado en sí mismo y en contraposición
al campo: cultura vs naturaleza, incorporación de elementos
de la naturaleza en el área urbana., influencias de otras culturas,
en fin, las posibilidades son interminables. Algunos de estos aspectos
estaban retratados en la bienal.
La
dicotomía ciudad-campo estaba expresada en los molinos eólicos
con los topes de tres barras a la entrada de los metros de Edgar Hechevarría.
Las barras estaban en primer plano, y los molinos, proyectados en
el muro del fondo, daban la impresión de ser la sombra de esos
topes, que impedían el paso al interior de la sala. También
en esa dicotomía estaba la obra del español Javier Camarasa
que mostraba en una proyección de video cómo una figura
de juegos de computador se va comiendo rápidamente el paisaje
natural y los iba convirtiendo en lugares habitacionales y de descanso
de turistas. Los letreros de distinto tipo que abundan en las urbes
contemporáneas estaban presentes en varias obras: las vallas
del proyecto AGUA WASSER que tendrían que haber sido puestas
en tamaño natural pero que fueron mostradas como maquetas a
pequeña escala
que tendrían que haber sido puestas en tamaño natural
pero que fueron mostradas como maquetas a pequeña escala y
Barrio chino de la artista argentina Rosalía Maguid con curiosos
letreros de inmigrantes chinos en Buenos Aires. Sobre la migración
de una ciudad a otra, en otro país, estaba la obra de la sudafricana
Sue Williamson en la que distintas personas referían su experiencia
de inmigrantes.
Los
siete invitados especiales presentaron distintos aspectos de esa dinámica
urbana: Antoni Miralda (España) con su obra en desarrollo Sabores
y lenguas: La Habana para la que invitó al público a
crear una imagen con un plato. Carlos Saura (España) modifica
con lápiz de cera fotografías de grupos de gente en
tranvías o en salas de espera. Anne y Patrick Poirier (Francia)
construyen una ciudad futurista con azúcar. Shilpa Gupta (India)
interviene el puente de entrada a La Cabaña con cinta de prohibición
del paso de plástico amarillo. Jean Nouvel (Francia) tapizó
las paredes del Centro Hispanoamericano de Cultura con fotografías
de sus proyectos para varias ciudades. Spencer Tunick (Estados Unidos)
mostró una serie de fotografías de cuerpos desnudos
interviniendo el paisaje urbano de distintas ciudades, imágenes
que se han convertido en su sello personal. Una dimensión de
la cultura urbana aparentemente diferente a la que se vive en Occidente
pudimos apreciar en la obra Zarin de Shirin Neshat (Irán/Estados
Unidos); aunque la obra trataba sobre los dilemas de la mujer en la
cultura musulmana, en el fondo la historia de la prostituta que se
asquea de su papel y escapa al mundo exterior sin lograr mimetizarse
con el resto no es muy diferente a la de otros lados del mundo. Lo
que en el video de Neshat hace diferente la historia es la presencia
de las mujeres con los mantos negros, a la que no estamos acostumbrados
en los países de tradición occidental
Conclusión.
El saldo de una exposición de la envergadura de la Bienal siempre
es positivo, tanto para los organizadores como para los artistas,
que ganan en experiencia, y el público, que tiene la oportunidad
de ver obras de artistas de distintos países. La revisión
crítica después de cada proyecto es indispensable para
ir superando debilidades y proyectando nuevas facetas hacia el futuro.
Ciertamente la falta de recursos limita mucho los proyectos y la fantasía
a veces se agota, pero la muestra de fuerza que la Bienal ha mostrado
hasta ahora nos permite pensar que esta etapa de inconformidad que
se advierte en los textos que publicamos se superará y se encontrarán
nuevos caminos para seguir desarrollando este proyecto.
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Exposiciones
paralelas
Finalmente, incluimos en este número la muestra Manual de
Instrucciones, que aunque no estaba bajo el alero de la Bienal era
una muestra entretenida y cabía como una expresión
de la cultura urbana. En la muestra, que consistía en intervenir
un refrigerador, participaron 54 artistas de distintas disciplinas.