El compromiso de sí mismo
como un sentimiento de satisfacción estructural



Malina Stefanova


Vivimos en un mundo político que desafía nuestra lógica: los derechos individuales (Declaración de los Derechos Humanos de la ONU) son proclamados al mismo tiempo que grupos étnicos son protegidos por fuerzas militares. Los derechos de las minorías étnicas ya se han convertido en problemas para muchos países, y el énfasis público tiene hoy en día, en que respecta a sus deseos de luchar por la independencia, mucho que ver con la política de antiasimilación proclamada por ciertos documentos internacionales (La Convención-marco sobre los derechos de la minorías de la Comunidad Europea). ¿Qué hay tras los deseos étnicos de independencia, no en sociedades poco industrializadas, sino en sociedades avanzadas, tales como Gran Bretaña o España, en las que los derechos individuales son tan altamente reconocidos a nivel público? No cabe duda de que la ciencia debería enconrar una respues-ta teórica satisfactoria, no importa cuán largo o difícil el camino hacia ella pueda ser.

1. Sentimiento de satisfacción estructural
Mi tesis es que la gente que cambia de ciudadanía o de pertenencia a un grupo étnico puede experimentar sentimientos opresivos como resultado de las dificultades que a menudo encuentran con su autoidentificación, la cual a su vez pone obstáculos en su camino hacia la comprensión de sí mismo1. Por lo general, la gente que se encuentra en cualquiera de las dos situaciones mencionadas duda a la hora de escoger una de dos aparentes alternativas referentes a su pertenencia a distintas nacionalidades.

Por lo tanto, yo creo que nadie puede sentirse mejor que en su propio país, donde disfruta de un estado mental especial, producto de la activa participación en el proceso comunicativo público, donde la persona cominza a funcionar conscientemente como verdadero elemento dinámico de la red estructural piramidal de su sociedad. A este estado de la mente lo llamo nada más ni nada menos que «sentimiento de satisfacción estructural». Por él entendemos un complejo de estabilidad sicológica y de conformidad cognitiva. He aquí mi definición: «El sentimiento de Satisfacción Estructural es la conformidad de la conciencia de la pesonalidad que emerge de la percepción de que las especificidades de la propia cultura son cuidadosamente protegidas por el manto estatal-institucional, mienrtas que el estado en sí es a su vez protegido, a un nivel estructural más alto ‹el de la comunidad internacional (regional, mundial...).»

No cabe duda de que el proceso de transformación del individuo en una pesonaalidad es llevado a cabo por actos de comprensión y por malentendidos, y este proceso, de relativamente largo plazo, queda en cierta forma completo cuando la persona es capaz de responder a la pregunta de: «¿Quién soy yo?», siendo capaz de señalar razgos de su caracter (tales como bueno, ingenuo, inteligente, etc.), y símbolos de identificación con grupos con los cuales ésta se identifica. Esta afiliación en sí, presumiblemente incluye la adopción, hasta cierto punto, de hábitos ritualizados no-verbales que se convierten en sus razgos comunicativos discernibles para un observador externo. En principio, él o ella puede estar afiliado(a) a cualquier grupo, pero en general la persona prefiere aquellos que son institucionalmente reconocidos como parte de su más ampliamente aceptado, y por lo tanto socialmente protegido modo de actividad estereotipada a múltiples niveles.

2. El falso sentimiento opresivo
El proceso de autocomprensión consiste en una serie de actos evaluativos que periódicamente podrían sufrir reevaluaciones y reidentificaciones con nuevos símbolos, dependiendo del ritmo al que una determinada persona alcanza a través de su comportamiento público, la habilidad general de razonamiento referente a los principios fundamentales y las consecuencias de la interacción entre los Homo Sapiens. Todos los pasos de este proceso tienen que ver directa o indirectamente, según creo, con la visión de la construcción invisible de los niveles sociales o, lo que es lo mismo, con la implementación por parte de la sub-estructura cultural/estatal de otras estructuras más pequeñas, así como con su propia implementación al interior de estructuras más amplias. Esto último quiere decir en una palabra, que se trata de la visión por parte del sujeto, del reconocimiento de otros estados hacia el estado de la persona (hombre, mujer o grupo). Lo que quiero decir puede demostrarse por las palabras del escritor macedonio Mladen Serbinovski acerca de sus dificultades con la comprensión de sí mismo a nivel de la nacionalidad: «El caos terminológico es un verdadero hermano político del macedonismo». En seguida se descubre bajo lo términos Macedonia y macedonios, el menjunje idiomático macedonio.

Por «Macedonia», los griegos entienden una antigua provincia, los búlgaros, una de sus regiones predominantemente pobladas por búlgaros, y nosotros, nuestro estado independiente. Por «Macedonios», los griegos entienden antiguas tribus de la época de Alejandro Magno, los búlgaros, uno de sus grupos étnicos. En Scopie, esta noción está relacionada con una nación distinta con su propio lenguaje, historia y cultura. Los griegos entienden el idioma macedonio como el nombre de una antigua lengua de los tiempos de Alejandro Magno, los búlgaros, como uno de sus dialectos, y para nosotros, es el nombre de la lengua oficial de la República de Macedonia.» (Semanario Litforum, 16-22.03.1999, Sofia)

Si la persona pierde las visiones antes mencionadas, me parece que se sentiría insatisfecha hasta llegar a un nivel cercano a la supresión del intelecto y del desarrollo del cual prácticamente nadie puede ser culpable. En algunos casos, la misma persona resulta llegar a la situación en la que se encuentra, a causa de su propia elección de nueva nacionalidad. En seguida comprende en la nueva situación, que cambiar de nacionalidad es bastante fácil (en lo que respecta a los aspectos formales de dicha transición), pero que cambiar de lengua materna, hábitos y costumbres, toma un tiempo inesperadamente largo, y de que raramente logrará alcanzar el mismo nivel de maestría que es específico para ella en su país de origen. Lo mismo se aplica a cualquier grupo étnico que debido a circunstancias históricas objetivas se convierte en víctima de tratados políticos de postguerra que dibujan de nuevo las antiguas fronteras entre estados vecinos. No importa si se convierte en una minoría oficialmente reconocida o no, la lucha por lograr un buen manejo del idioma oficial persiste, y de ella sólo quedan exceptuados los miembros de la primera generación. Más aún, el punto crucial de autoidentificación se vuelve la discrepancia entre la cuidadanía extranjera y la línea de género que es vista como de igual o mayor valor.

3. Teoría de las dinámicas culturales
Dado que la definición de Sentimiento de Satisfacción Estructural implementa una determinada visión de las estructuras de la cultura y el estado, un análisis de contenido completo sólo podría tener éxito tomando como base una teoría semiótica de las dinámicas culturales.

Podemos proceder directamente a presentar su forma más concisa tomando como punto de partida el término no-semiótico de Tratado de Acuerdo Público que Jean-Jacques Rousseau ubicó como piedra fundamental de su teoría de la soberanía del estado. En resumen sugiero, sin embargo, que desde el punto de vista de la Teoría de los Signos, el Tratado de Acuerdo Público es (o podría ser interpretado como) un consenso genral silencioso entre todas las personas en una determinada comunidad acerca de las reglas de las actividades de producción de signos, de las de su consumo y las de su interpretación, las que tienen lugar en tres tipos de espacios comunicativos de mercado. Son los siguientes:

a) Espacio de Mercado NO-LINGÜÍSTICO (material)
b) Espacio de Mercado LINGÜÍSTICO (espiritual)
c) Espacios de Mercado SEMI-LINGÜÍSTICOS (sociales)

Esos espacios de comunicativos de mercado corresponden, hablando en términos generales, a las así llamadas esferas materiales, espirituales y sociales de la Actividad, la cual como tal es siempre de carácter evaluativo (o sea, creador de jerarquías). Por lo tanto, el término «mercado» usado aquí paralelamente al término «comunicación», apunta a subrayar el hecho de que la interacción entre Homo Sapiens está como tal fundada sobre el principio de una dinámica de mercado, o sea, en la actividad de evaluación cualificativa por la cual el proceso de intercambio entre la gente toma lugar como fenómenos culturales permanentes. Mientras tanto, una investigación que incorpore la economía dentro de la cultura como su subelemento sobre, por así decirlo, bases «iguales» con actividades en otras dos esferas contra las cuales los contornos de su propio lugar pudieran ser esbozados.

Cada uno de los mencionados espacios opera con diversos objetos de intercambio (signos), y la circulación misma eleva UNO de ellos para convertirlo en mediador general (GM). Gracias a ello es que la dinámica cultural se hace posible. El rol del mediador general es el de llevar a cabo la conversión de cualquier signo de una clase específica en uno universalmente significativo, y vice versa. De este modo, ecualiza convencionalmente (simbólicamente) ambos significados ante la necesidad de entendimiento público (circulación) al mismo tiempo que se apega rígidamente a las tradicionalmente establecidas y profundamente respetadas reglas de transformación. Para decirlo en otras palabras, el importante papel del transformador general es llevado a cabo por los actos de interpretación/evaluación que introduce donde unidades necesarias de igual significado reemplazan a otras no-comrensibles, que son aceptables para todos. Por lo tanto, el término «equivalente universal» parece caberle perfectamente, al mismo tiempo que evoca la idea de tratado o acuerdo de sentido común público (convención) entre todos los que habitan una determinada comunidad.

En resumen, hay tres equivalentes universales que operan dentro de los espacios del mercado de la cultura tomado como una entidad dinámica propiamente organizada cuya configuración triangular no puede ser negada. Estos son:
a) El sistema de valoración de signos no-lingüístico (que correspnde al «dinero» en la esfera económico o material), que con ayuda de la dimensión del precio de las diferentes mercancías (y que emerge en la esfera de la industria y de la agricultura), gracias a la actividad del mercader, mantiene la dnámica del Primer mercado;
b) El sistema de valoración de signos del lenguaje cotidiano (universalmente comprensible), el cual con la ayuda de modos valorativos de significación2 está evaluando/interpretando mensajes específicos verbales y no-verbales (que emergen de las esferas del are y de la ciencia), gracias a la actividad del crítico (narrador, intérprete, ideólogo) que mantiene la dinámica de la información del Segundo mercado;
c) El sistema de valoración de signos semi-lingüístico (que corresponde a complejos de comportamiento no-verbales, a los que denomino «símbolos rituales»), los cuales con la ayuda del modo valorativo de significación evalúan el acto de la vinculación matrimonial, o el intercambio de maridos y esposas entre diferentes clanes o familias gracias a la actividad del padrino de bodas (oficial, maestro de ceremonias) o el clérigo (sacerdote) que mantienen la dinámica ritual de los símbolos del Tercer mercado. Dada la rica diversidad de nuevos símbolos involucrados en el proceso de circulación, los sistemas de signos de equivalente universal difieren en lo que respecta a la existencia a largo plazo de sus elementos, por así decirlo, la invariabilidad de sus significados, su inmutabilidad.

La estructura de cada espacio comunicativo/de mercado es homogénea (homológica) a la del resto de ellos, dada la función de los tres mencionados roles comunicativos.

a) el productor de signos (vendedor, hablante, donante del clan);
b) el consumidor de signos (comprador, escucha, receptor del clan),
c) el mediador de los signos (mercader, crítico, padrino o sacerdote, oficial).

Lo que llama la atención de esto es el hecho de que las mismas acciones semióticas llevadas a cabo en cada uno de esos diferentes espacios comunicativos tienen diferentes nombres para sus actores (vocero, vendedor, donante del clan). Podríamos sospechar que ciertas relaciones estructuralmente fundadas parecen encontrarse en la raíz de la identificación de propiedades, cualidades y funciones del lenguaje conocidas como metáforas. De ser esto cierto, la homología estructural parece proveer legítimos derechos, o tal vez todas las condiciones para descubrir/construir expresiones metafóricas como las siguientes: «El intérprete en un comerciante», «El escucha compra (infor-mación)», «El orador es un vendedor». O dichos como el búlgaro: «¡Vé al mercado y compra todo lo que puedas!» en el sentido de «¡Vé y asómate (escuchando y mirando atentamente) todo lo que puedas!»

4. La cultura como estructura
La cultura se convierte en un todo dinámico en el momento en que los tres espacios de mercado se convierten en elementos de su estructura triádica, o cuando la interacción entre sus elementos entra en existencia como una entidad que abarca tres pares3. Esto significa que la cultura comienza a existir con la emergencia del tercer mercado. Este fue el momento en que el tabú del incesto fue lingüísticamente introducido dentro del grupo Homo Sapiens que dio paso a la estructuralización de la tribu-clan. Como consecuencia, el acto de matrimonio como ofrenda mutua entre diferentes clanes o, lo que es lo mismo, el intercambio de niños de diferentes sexos entre clanes, habitualmente mediado por símbolos, se convirtió en el más importante eslabón perdido del mecanismo de dinámica cultural que iba a ser puesto en movimiento. El acto de unir dos familias se convierte en religión (relegar para unir), evento sacro a la búsqueda de unidades de producción y reproducción para su realización.

Así, la totalidad de la esfera de los signos salta de una vez a la vista, demostrando la capacidad mágica de las cosas, fenómenos y gentes, de adquirir propiedades de signos. En un período de tiempo comparativamente muy corto:

a) el sistema de valoración no lingüística (dinero) comenzó a funcionar como la medida formal de la importancia de los bienes para la existencia humana, o sea que se convierte en un valioso sistema universal;
b) los mensajes lingüísticos valorativos adquieren significación semántica, mientras
c) los símbolos rituales se convierten en actos sensibles y estereotipados.

Al mismo tiempo, los individuos por su parte se vieron en cierto modo automáticamente inmersos en el negocio, en las actividades de interpretación y de ritualización como:
a) comunicadores colectivos,
b) comunicadores individuales, signos que sirven a la comunicación entre grupos.

5. El orden jerárquico de los valores culturales
Jugando su triple rol comunicativo en el proceso de la dinámica cultural, la gente cobra en un momento dado conciencia de su interacción como algo que los aglutina en una red social jerárquicamente construida, gracias al trabajo supremo de actos de traducción (transformación/interpretación...) de signos, actos en los que los equivalentes universales se convierten en formidables poderes de gobierno. Esto quiere decir que ellos ya han aprehendido intuitivamente la importancia fundamental de la fuerte/profunda capacidad arraigadora/unificadora de sus grupos, la cual les habilita para actuar objetivamente, y por ello ser considerados como los principales valores de su sociedad.

Dondequiera que tres sistemas entran en interacción, tal como lo hacen los tres mediadores generales en (el próximo/más elevado) nivel comunicativo, éstos suelen transformarse los unos en los otros, ordenándose de esta manera, jerárquicamente. Como resultado de ello, los símbolos rituales obtienen la posición dominante sobre la tercera parte, mientras los mediadores generales lingüísticos y los no-lingüísticos adquieren, respectivamente, la posición intermedia y la inferior. Por lo tanto, el orden convertido, en el que el tercero aparece como primero y el primero se convierte en último, parece ser característico de una organización de niveles que surge de la todopoderosa configuración -la forma triangular de la tríada semiótica.

La gente acostumbra a formarse una imagen mental provista por los actos de transformación-evaluación de signos en los que participa activamente. Es un hecho auténtico que ésto sólo podría ser puesto en práctica a través/por medio de UN y sólo UN mediador general dentro de cada espacio de mercado. Eso hace que perciban cualquiera de esos espacios también como límites dinámicos espaciales que nunca deberían ser abiertos en aras de la preservación de la estructura triádica de la cultura. En una palabra, sóo tres sistemas generales mediadores de signos están autorizados por la semiosis misma para competir entre sí dentro del espacio de mercado de la cultura. Si lo anterior es cierto, parece bastante poco razonable que (pasando por alto las reglas objetivas del proceso de circulación de los signos) cualquiera (grupo, gobierno, institución) comenzase a apoyar ideas erradas sobre el uso simultáneo de más de un mediador general. No cabe duda de que el resultado de su competencia en la práctica será decidido más tarde o más temprano por la silenciosa eliminación de aquellos que no hayan obtenido apoyo suficiente en las preferencias de la gente. Porque es el principio de jerarquía el que otorga sólo un lugar dominante al ganador ‹la Terceridad. Porque si seguimos a Ch. Pierce, la terceridad de la competencia es todo potencial, mientras que la tríada es todopoderosa‹ todo surge de ella.

En otras palabras, cualquier sistema de signos relegado al SEGUNDO lugar, no podría funcionar normalmente en paralelo al establecido culturalmente y oficialmente proclamado (por ejemplo, en paralelo al dinero, el lenguaje, o los símbolos rituales y la religión) en cada espacio concreto, sino como medio de división o como fuerza destructiva. En lugar de asegurar la integración social, opera como una herramienta capaz de encapsular en una comunidad separada a aquellos que han tratado de hacer uso de ella por más tiempo. Si esto es así, y la práctica así lo ha probado (,albanzi I bulgari), la semiótica no debería permanecer en silencio si políticos nativos o internacionales están lanzando ideas en cierto sentido falsas en pro de la introducción de más de una lengua oficial en una comunidad, erróneamente consideradas como un razgo de tolerancia social. Una introducción de ese tipo debería ser equivalente a la introducción de un segundo gobierno, o a la división del poder establecido. Porque el acto de la proclamación de un lenguaje oficial lleva consigo la presunción de un trasfondo de una variedad de dialectos y de lenguas extranjeras (de minorías) cuyo propósito de poder expreso es el de gobernar la comunidad, por ejemplo, manteniendo a los individuos bien integrados dentro del organismo a tres niveles de la cultura como elementos dinámicos propios. Por lo tanto, no hay base teórica para aceptar la idea de que en la misma comunidad, la fuerza centrífuga de los idiomas oficiales no sea capaz de vencer a la fuerza centrípeta del dinero, teniendo presente lo que se ha afirmado más arriba acerca de su orden jerárquico natural.

6. El Estado - la cultura auto-reflexiva
Yendo aún más lejos, asumimos que en el momento en que la cultura se convierte en un fenómeno autoreflexivo, en una cierta etapa de su evolución, se desarrolla como estado. Esa etapa busca reconfirmar en un plano estructural más elevado, la debida importancia de los principales roles complementarios de los mediadores que por derecho propio caben en la imagen de: un banco, una biblioteca (como institución ideológica), o una iglesia. Por otro lado, tenemos que al imponen leyes escritas a los ciudadanos, reconfirmando al mismo tiempo las principales leyes que gobiernan las actividades de los mercados, hasta entonces preservadas por las instrucciones orales de la cultura: ¡No robarás! ¡No mentirás! ¡No cometerás adulterio! Hasta el momento, el sistema legal de cualquier estado refleja la autoconciencia de éste de sus propias especificidades con respecto a todos los hábitos, rituales religiosos, comportamientos lingüísticos y preferencias económicas temporítmicas de su pueblo.

El estado introduce, por decirlo así, nuevos -cuarto y quinto- niveles de estructura a través de la red de las diferentes instituciones - políticas, militares, jurídicas, administrativas, culturales (banco, biblioteca, iglesia)- con el fin de proteger la armonización específica de los mercados. La otra imagen de la letra es la de las proporciones establecidas entre los tres equivalentes como grandes sistemas reguladores del desarrollo de la velocidad. Es una preocupación del estado el no permitir que ninguno de ellos sobrepase a los otros con velocidad inesperada de modo que la relación entre la cantidad no-lingüística (dinero) en cirulación sobrepase aquella de las lingüísticas (palabras) en uso, y de que la de los símbolos rituales en práctica se mantenga tanto como sea posible. La armonización como noción lleva consigo, no sólo la idea de un balance dinámico, sino también la de una administración respecto de la velocidad-ritmo del desarrollo, la cual en fin, busca la diferenciación respecto a otras culturas administradas.

Representando a la cultura en su estado autoreflexivo de desarrollo (el espejo de Koch), el estado se identifica con:
a) su principal deber de controlar el orden jerárquico de la cultura entre grandes equivalentes universales - el mecanismo dinámico de la cultura.
b) actuar como comunicador colectivo soberano (independiente, autosuficiente) en niveles superestructurales (la comunidad regional y mundial de estados)

Por lo tanto, parece que la cultura de cualquier comunidad étnica es teóricamente capaz de dar lugar a la estructuralización en dos direcciones opuestas - hacia arriba, hacia estructuras más grandes y hacia abajo, hacia otras más pequeñas, que tienden a volverse más diferenciadas, mientras que el nivel étnico de la cultura se convierte en un centro del todo. No puede ser sino natural el que los símbolos de identificación del estado en tanto que comunicador autosuficiente necesitase de símbolos para que representasen cada uno de sus niveles reconocidos en diversos casos de necesidad de identificación. Como se ha demostrado, la identidad del estado tiene una estructura jerárquica que está fuertemente ligada a la idea de una totalidad. Por lo tanto, los símbolos que representan al estado como tal totalidad son como sigue: UN NOMBRE (un término), UNA BANDERA (un territorio), UN ESCUDO DE ARMAS DEL ESTADO (un soberano, un rey = un sistema judicial).

Siguiéndoles de cerca, vienen tres grandes símbolos de diferentes actividades como subelementos de la entidad cultural de tipo no-reflexivo:
a) Para la actividad del espacio semi-lingüístico, el símbolo de la religión oficial (una cruz, una media luna, una imagen de Dios), coincidiendo con la línea étnica (de sangre) que podría ser simbolizada por la mítica imagen de un guerrero o de sus propiedades, sus batallas, su dignidad.
b) Para la actividad del espacio lingüístico - el símbolo del idioma oficial (un alfabeto nacional).
c) Para la actividad del espacio no-lingüístico ‹el símbolo de la unidad monetaria nacional (un níquel, un dólar, una libra, un billete‹ en términos históricos, la piel de una marta, una concha, una piedra).

El orden de los espacios muestra el tecer nivel como la capa más profunda de la cultura.

No podría ser sino más natural aún que el individuo, al pertenecer por lazos de sangre a una sociedad étnica que prácticamente ha organizado el estado, al proclamar una religión como símbolo oficial de los rituales y como sistema de estereotipos, un dialecto como idioma oficial y una unidad monetaria, tome prestados esos símbolos para su propia identificación ante el mundo. Que sus bases cognitivas profundamente inconscientes lo hagan aceptarlos es inseparable de su ego, o tan firmemente ligado a ellos que su sustitución es tomada com absolutamente razonable. Pero aún más, su status, tanto dentro de su entorno natural como cultural provee la plenitud de su sentimiento de satisfacción estructural al punto tal que resulta sicológicamente estable y gozoso en su país mono-étnico, debidamente reconocido por los demás países.

Porque EN CADA NIVEL DE SU ENTORNO EL ES CAPAZ DE DISCERNIR SIEMPRE, A TRAVÉS DEL INTECAMBIO DE SIGNOS, LA FIGURA DE TRES ELEMENTOS que lo hacen sentirse seguro de que todo en el mundo ha sido construido de acuerdo a UN ESQUEMA implementado tan profundamente que nadie podría nunca observarlo directamente. Una persona así no tiene vacilaciones, ni en su lógica, ni en su patrón estructural de identificación, y como el jóven serbio, dice con firmeza: «¡Yo soy serbio. Kosovo es mi tierra sagrada y yo puedo morir por ella!»

Totalmente distinta parece la situación de una persona que ha cambiado de ciudadanía y de idioma, pero que todavía observa un calendario ceremonial distinto del de la recientemente aceptada comunidad. Él NUNCA SE SIENTE SEGURO de su verdadera afiliación, y aunque esté dispuesto a aceptar cualquier clase de privilegios que ambas naciones (la antigua y la nueva) le puedan ofrecer, desafortunadamente no está preparado para ofrecer lo más sagrado ‹ su vida, a ellas. Esto no quiere decir que no desee ganar esta afiliación, o de hacer los mayores esfuerzos para obtenerla.

Como emigrante o cidadano de una estado imperial, (un estado que abarque diversos pueblos étnicos4), él es un participante activo, predominante- y principalmente en el espacio de mercado no-linguístico, él fácil y rápidamente se puede identificar a sí mismo con dos símbolos: con la bandera nacional de su nuevo estado y con la unidad monetaria ‹la medida formal del valor de las mercancías. Por decirlo así, con lo más alto y lo más bajo de los símbolos de la configuración de identificación individual. No es de sorprenderse el que, debido a la obvia discrepancia de la parte interior entre estos dos, él sufre de una especie de insuficiencia estructural. Se siente verdaderamente comfortable o suprimido hasta... que decide aceptar la completa asimilación, y después de cierto tiempo, a considerarse como nativo o casi-nativo dentro de su nueva comunidad. Llegado el momento en que sus obras de ciencia o arte, su acostumbrado aire de negocios paralelamente con sus hábitos cotidianos entran en armonía con su nuevo estilo de lenguaje y son asimismo reconocidos por los verdaderos nativos, llegaría a no sentirse más como un extraño. Lo mismo se aplica a un grupo étnico: puede preferir, ya sea la total asimilación o encapsularse, preservando su manera original de pensar y de pecibir el mundo al concentrar su atención en su propio lenguaje y rituales.

En lo que respecta a la pesona que pertenece a una minoría étnica, la cual nunca ha tenido su propio estado, el deseo de lograr un sentimiento de satisfacción estructural podría producir, creo, ya sea la completa adopción de la arriba señalada asimilación del extranjero o alternativamente, una fuerte determinación a lograr la independencia. Su motivación básica reside propiamente en la convicción de que en principio cualquier grupo étnico, dependiendo de su tamaño y de la voluntad política de su estado, así como de la ayuda del reconocimiento internacional, es capaz de lograr la plenitud estructural construyendo su propio estado, llevando a un dialecto al poder al declararlo idioma oficial, e involucrando un sistema (monetario) no-lingüístico (aún tomando prestado uno extranjero), declarando una religión como oficial e instaurándoles las instituciones necesarias.

¿Le importa que me detenga aquí para darle el pie de las verdaderas conclusiones de lo que hasta el momento he argumentado?
Cuando tomamos en cuenta que el idioma oficial, el cual es hablado dentro de un estado nacional y en el cual todos los documentos públicos legales son publicados, representa el medio universal de comunicación de la misma manera que la unidad monetaria nacional dentro de la esfera económica, entonces se hace claro que la ignorancia del idioma sentencia a la pesona relegándola a una posición de outsider en lo referente al flujo de información. A su vez, la expulsa de las estructuras de poder locales, sin importar sus capacidades intelectuales. Sin dudas que eso la separa de la mayoría del pueblo que está tomando decisiones (por ella) afectando su vida familiar. En el aspecto mental, se desintegra de la comunidad si no comparte la vida religiosa de sus conciudadanos, por medio de la cual todos ellos se adhieren a los estereotipos morales básicos de comportamiento que proveen todas las oportunidades de una existencia pacífica y confortable. Por lo tanto, desde tiempos antiguos el proceso de asimilación, que quiere decir igualación, ha sido considerado el único camino fiable hacia una integración real, no efímera, con los individuos que pertenecen a la mayor parte de la nación en la que vive. En ese sentido, cualquier documento internacional que no apoye la política de asimilación, apoya silenciosamente la desintegración y la voluntad potencial de autodeterminación nacional de una etnia o una minoría. No importa cuantos idiomas hayan sido proclamados oficiales, el que se impondrá ganando amplia popularidad es el que seguramente garantizará a los que lo hablen como lengua materna privilegios exclusivos. Al mismo tiempo, el resto de la población comenzará a sentirse más o menos oprimida. Ninguna ley democrática o sistema de leyes serán alguna vez capacesde debilitar el oculto sentido de opresión, y como resultado, la añoranza de los días en los que su idioma tuvo o tenga el estatuto de sistema de signos oficialmente apoyado. Porque el lenguaje, junto con nuestros símbolos rituales es un mediador en el intercambio económico, y por lo tanto, tiene una directa influencia sobre el proceso de circulación del dinero. Su dinámica objetivamente convierte los problemas con las minorías en políticos o económicos.

Los problemas anteriormente discutidos atañen a las regularidades estructurales que resultan del proceso de comunicación y no pueden ser gobernadas por leyes falsas. Las circunstancias objetivas para la identificación individual o de grupo a través del sistema de costumbres y religioso, el lenguaje, en dinero, y las particularidades de cada co-ordinación estructural de cada etnicidad, están firmemente vinculados a la existencia de un estado soberano.

Bajo condiciones de identificación insuficiente, en el caso en que una determinada etnicidad no tenga su estado propio y su respectivo sistema monetario, no se puede decir que la etnicidad no sufra por la carencia de perfección estructural o de una protección confiable a la especificidad étnica de parte del estado. El destino de esas etnicidades siempre ha sido el de encerrarse en sí mismas, ya sea aumentando o disminuyendo en número. Sin embargo, siempre lucharán por preservar su identificación cultural.


Malina Stefanova
Universidad de Sofía
Bulgaria

(Traducción del inglés: Jorge Capelán)


Notas 1 Sobre la región fronteriza Búlgaro-Turca (muchas veces islamizada, cristianizada y reislamizada), un jóven se pregunta: ¿Quién soy? ¿Por qué me arrodillo ante Alá en la mañana y por la noche ante Jesucristo? ¿Por qué me llamo Alí cuando encuentro gente que habla turco y Laser cuando encuentro gente de bulgaria?
2 Según Ch. Morris «Se cree que signos como ³bueno², ³mejor², ³el mejor², ³malo² y ³el peor² operan a nivel humano como valoradores bastante bien diferenciados. Muchos signos que son designativos también tienen un reconocible elemento de valoración, tales como ³honesto², ³ladrón², ³cobarde² o ³desconsiderado². Y los signos valorativos son frecuentemente descriptivos.» (Ch.Morris (1971).Writings on the General Theory of Signs ,Mouton The Hague,Paris , p.157) Nuestra teoría toma como base otra frase de él: «Todo lo que puede significarse, puede significarse valorativamente, sea un objeto, un organismo, un complejo relacional, una prescripción, una afirmación, o aún una valoración en sí.» -ibid. p. 160-161.
3 Si la Tríada consiste de tres pares ‹como Ch. Pierce lo ha afirmado‹, mo puede ser sino una configuración semejante a la figura de cualquier triángulo.
4 El número de habitantes debería ser, pero no es, el criterio último para el reconocimiento de cualquier grupo étnico como pueblo.



INDICE H-29 HOME