El objetivo era establecer las relaciones existentes entre la psicología, la política y el arte. Posiblemente fuera un proyecto un tanto ambicioso por cuanto pareciera que para la política de la contemporaneidad -al menos en nuestra Latinoamérica- el arte es únicamente un objeto de consumo para quienes disponen de dinero o, lo que es peor aún, una argumentación de batalla en las campañas electorales donde todos los candidatos dicen que se van a preocupar del desarrollo de las expresiones artísticas y de la protección -al mejor estilo de los mecenas- de los artistas, sean estos plásticos, escritores, cineastas o artesanos. Pero llegado el momento de invertir en lo prometido, bien gracias.

Y algo peor, que compartimos tanto artistas como psicólogos, los dos estamentos profesionales tienen la mala costumbre de pensar «feo», con lo cual se convierten en enemigos de los poderes de turno. Lo que sucede es que todo aquel que siente y piensa un poco más allá de lo que está establecido y permitido es sospechado de «subversivo». En esto tienen razón, el pensamiento original y el sentimiento creativo son los instrumentos que han subvertido las ideologías dominantes de los que pretendían mantener y mantenerse en el Poder como los reyes, emperadores o dictadorzuelos modernos, tanto de estilo populista como autoritario.

De lo que hace frente a estas situaciones el estamento de los políticos, prefiero no hablar, como ya sospechará el lector, pienso que ellos son como los gatos, simpre caen parados.

* Ángel Rodríguez Kauth