Ana García


Sobre Marcas de Agua y Otras Obseciones
(Instalación)

Entrevista


SOBRE MARCAS DE AGUA Y OTRAS OBSECIONES






























































(Arriba-centro: Entrada/arriba-derecha: Sala C/
Abajo-izquierda: Sala A/Abajo-derecha: Sala B)



Descripción de la instalación

Se trataba de un sótano con tres salas. Las salas se iluminaban sólo con la luz de los monitores. Se accedía por una escalera a un espacio que se bifurcaba en tres (sala A, B, C). En la primera sala se ubicaron nueve monitores esparcidos en 56 m2 (sala A), en todos los monitores se podían visualizar distintas imágenes pero todas acerca de agua. Luego, en una sala paralela de 30 m2 (sala B) se dispusieron dos monitores, uno con imágenes de olas y otro con cartas que se sumergen en el agua. Por último, en otra sala perpendicular a ambas, de 20 m2 (sala C) diseñada en forma de embudo, se dispuso un solo monitor donde se visualizaba la imagen de una mujer torturada con una gota. En la sala A sólo dos monitores tenían imágenes en color, y el sonido (violín y cello) se esparcía desde ese lugar al resto de la sala. En un extremo de ésta, al lado de la escalera de acceso, una abertura daba a un pequeño corredor que permitía el acceso a las otras dos salas pero, en el otro extremo de la misma, otra abertura posibilitaba un segundo pasaje con un recorrido inverso. El sonido de olas en la sala B y el sonido de un goteo en la sala C no se interferían y de acuerdo a cómo se articularan los recorridos, unas veces el sonido anticipaba una imagen, otras el sonido permitía recordarla. El sentido de los recorridos no estaba pautado por lo tanto podía realizarse de acuerdo a un nomadismo regido por el deseo de cada uno de los visitantes. Se podía pasar, por ejemplo, de A hacia C y volver por B hacia A, o, de A hacia B y C y de vuelta a A, etc.

Hablar sobre la producción propia o sobre el producto de esa producción resulta un poco difícil pero sin duda es un ejercicio necesario. Desde un cierto punto de vista se podría decir, tal vez, que uno sigue produciendo sobre lo ya producido, sigue desplazando y desplegando en el lenguaje verbal un pensamiento. Se trata de un análisis y no de una explicación. Analizar por ejemplo: los procesos, las estrategias de comunicación, los efectos de sentido, etc. Tiene que ver, quizás, con una mirada distanciada, pues se trata de reflexionar sobre lo que ha sido: el acontecimiento, y de lo que de ello se desprende (en el sentido literal del término): la productividad. De todas maneras no podría hablar ni de la producción ni del producto, solo puedo enunciar algunos conceptos.

Alguien marca un espacio. Alguien dice aquí. Un lugar ha sido dicho por alguien. Esto es lo primero que puedo decir de una instalación que ya ha sido. ¿Pero qué es lo que ha sido? ¿Qué fue lo que allí hubo? Una instalación para mí, como para muchos otros, es una intervención en el espacio, un aquí y ahora, un acontecimiento: una singularidad en una situación espacial. De lo que allí hubo sólo queda el recuerdo, unas imágenes en la memoria; y algunos documentos, otras imágenes en video como es el caso de mis videoinstalaciones. De la instalación podría decir que marca el espacio porque designa un lugar, pero agregaría que esa marca es como una marca de agua. Algo que está allí no como huella, externa, expuesta, visible, sino como señal indeleble que no se percibe a simple vista. Una marca que susurra y significa. Para que se evidencie una marca de agua, hay que operar a contraluz, requiere --siempre-- de una mirada atenta sobre una superficie opaca y de un haz de luz que ilumine desde atrás, desde el fondo. Esta marca se da a ver por contraste. De la videoinstalación diría en cambio mucho menos: inscribe la imagen electrónica en un territorio extranjero. Espacio e imagen no son la marca, son lo marcado.

Ahora bien, el espacio, en su plano material o físico, está explícitamente manifiesto en la instalación (o videoinstalación), es lo inmediatamente percibido; lo que quiero decir es que lo real del espacio en la instalació es antes que nada su fisicalidad, de ahí que sea posible ocuparlo, recorrerlo, instalarse. Pero cuando se designa un lugar, ya sea éste un lugar instituido o simbolizado, esa porción de espacio es algo que se puede localizar. Por eso creo que la instalación tendría que ver, por un lado con un espacio localizado, designado, simbolizado (espacio de sentido) que no debe confundirse con el espacio demarcado por la materialidad de una arquitectura englobante, aunque ésta deba ser un factor a tener en cuenta. Por otro, tendría que ver también, con un espacio más general, exterior, de referencia (un afuera), que no se refiere al extramuro de la arquitectura, sino que tiene que ver con el espacio contextual: un espacio donde el lugar, lo localizado, se inscribe. Ambos se condicionan mutuamente y a veces se reflejan uno en otro.

Lo que me interesa resaltar es esa confrontación de nociones de espacios que todos poseemos o llegamos a percibir: espacios de poder, espacios habitables, espacios arquitectónicos, espacios privados, espacios públicos, espacios abiertos, espacios cerrados, espacios de las ciencias, espacios del arte... que son espacios cuyos límites algunas veces no podemos precisar con claridad; o dicho de otra forma, cuyos continentes y contenidos se desplazan al mismo tiempo que se desplazan las nociones que de ellos construimos, por lo tanto las fronteras se vuelven tan imprecisas como subjetivas. Lo más interesante de ésto son las imágenes que formamos a partir de esas nociones y la relación que como individuos mantenemos con los espacios (físicos o conceptuales). Imágenes de espacios que nos constituyen como sujetos. Espacios por donde las imágenes y los sujetos circulan.

Hoy, con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la imagen, nuestra imagen del mundo se expande. Sin moverse del pequeño lugar que cada uno ocupa se puede tener una visión más o menos precisa del resto del mundo, pero para nada eso nos hace sentir más cerca unos de otros, ya que las imágenes ocupan los espacios que antes los cuerpos ocupaban. Las máquinas de visión han capturado el cuerpo y el movimiento, las máquinas de sonido la voz del hombre y de la naturaleza. La corporeidad se ha aplanado, se ha vuelto bidimensional, ha sido focalizada y encuadrada. Siempre hay una imagen plana que nos recuerda la alteridad de lo real. Alguien dice aquí y ahora. Una imagen de algo o de alguien ha sido capturada.

Al instante que se captura la imagen se la desmaterializa, para que pueda viajar aceleradamente por las múltiples redes de imformación. La velocidad es relativa, la aceleración absoluta (dirían los físicos). Paradójica captura ésta, pues al mismo tiempo que atrapa impulsa una fuga acelerada a todas partes y a ningún lugar en especial. Ilusión de ilusos, porque en realidad se trata de la proliferación de duplos al infinito. Estas son algunas de las cuestiones que me obsesionan cuando de videoinstalaciones se trata. Espacios atravezados por imágenes; imágenes desplegadas en el tiempo y en la Red que fluyen buscando un lugar donde instalarse; y cuerpos, nuestros propios cuerpos, tratando de reconocer en algún lugar la marca de lo real.

En 1994, subsidiada por la Fundación Antorchas en colaboración con The Rockefeller Foundation y The MacArthur Foundation, logré montar en un sótano «Marca de agua», videoinstalación que da cuenta de algunas de mis obsesiones. A menudo repito que existen muchas maneras de aproximarse a las cosas, en el caso de Marca de agua se me ocurren sólo unas cuantas.


Primera aproximación

... y cada vez que descubramos en una cosa esos dos polos, superficies reflejantes y micromovimientos intensivos, podremos decir: esa cosa fue tratada como un rostro, fue «encarada» o más bien «rostrificada» y a su vez ella nos clava la vista, nos observa... aunque no se parezca a un rostro...
‹Gilles Deleuze

Primer plano del agua. Superficie reflejante y reflejada. Primer plano de un cuerpo cuyas moléculas tienen entre sí poca o ninguna coherencia (estado líquido), cuerpo amorfo con posibilidad de tomar la forma -siempre- del recipiente donde está contenido. El agua, cuerpo amorfo y sin rostro, nos observa en Marca... aunque no se parezca a un rostro. Rostro dúctil al tacto, pero el único tacto que admite es el tacto visual. No interesa tanto la función óptica sino la función háptica, hacer del tacto un objeto de la visión: tocar con la mirada. Tacto visual y pixel. Agua en estado líquido, moléculas que se desplazan y se deslizan unas entre otras; estructura molecular excitada tal como la imagen video, donde micromovimientos y microespacios construyen una imagen definida por parámetros moleculares. Agua en estado líquido. Videografías de agua. Pero no imágenes cualesquiera del agua ni cualquier imagen, se trata de primeros planos y de imagen-video, imagen en constante devenir. Presencia de luz en una superficie en la que nunca se integra. Imagen luz.

Marca de agua/videoinstalación: cueva medial donde las imágenes no son sombras (falsa visión en la caverna según el mito platónico) sino luz (imagen luz), luz de video que vibra. Aquí sabemos que se trata de videografías de agua-que-fluye, y a su vez, fluyen éstas como el agua buscando un lugar donde detenerse e instalarse por un tiempo. Imágenes de agua que fluye pero ...no pasa nada. Es el tiempo el que pasa lentamente. El tiempo se hace sensible y visible. Nos sumergimos en un espacio construido con imágenes y sonidos de agua. Nos hundimos en el abismo que existe entre la realidad y las imágenes (de la realidad). Hoy, lo sabemos muy bien, las imágenes son manipulables, la realidad... a veces. Por lo tanto ante el fluir acelerado de las imágenes con la consecuencia cierta de pasar rápidamente al olvido, la estrategia sería oponer un poco de morosidad. Las marcas de agua no se dan a ver a simple vista pero están para marcar una diferencia.


Segunda aproximación

En la profundiadad del mar el cuerpo se siente aplastado por la presión del agua. En la superficie de la tierra se siente aplastado por la presión de lo real.


Tercera aproximación

Una videoinstalación es para mí una forma de recuperar el cuerpo, un recurso de habeas corpus si se quiere. «Traer el cuerpo», de eso se trata. Una herramienta de derecho o ins-tituto según la jerga, para poner en resguardo la libertad ambulatoria de las personas cuando se ha privado «al cuerpo» de la libertad. Traer el cuerpo, animarlo al movimiento. Pero un desplazamiento del cuerpo en el espacio es más que movilizar el cuerpo, tiene que ver menos con un despliegue que con un repliegue del espacio. Los distintos itinerarios son repliegues que vamos efectuando en el espacio.



ENTREVISTA

MS: ¿Qué aportan particularmente las instalaciones a tu trabajo plástico?
¿cómo caracterizarías ese concepto: instalación?

Podría decir que la instalación me ha permitido tener otro pensamiento para el espacio, abriendo un gran campo de investigación no sólo en el sentido de una práctica artística sino también en el de la investigación teórica del arte.

Mi formación académica durante los años 80 estubo orientada hacia la escultura y al finalizar la década sentí que yo no tenía nada que decir con la escultura. Mis preocupaciones giraban en torno de lo real del movimiento en el espacio y de cómo articular ese «real» en un discurso artístico; fué entonces, entre los años 89 y 90 que comencé a investigar otros modos de producción y creo que encontré en la videoinstalación un lugar donde anclarme. Ahora bien, en sentido amplio, se podría decir que la instalación implica una intervención del artista en y sobre el espacio, pero ésto resulta tan amplio como ambiguo. Creo que si tubiese que caracterizarla sólo en unas cuantas palabras diría que el concepto de instalación no pude pensarse sino en términos de espacio, o lo que es lo mismo pensar la instalación implica pensar(la) en el espacio. Por otra parte, pero en la misma dirección, el concepto de instalación refiere a un lugar y este lugar designa o define un espacio simbolizado.

MS: ¿Qué idea de espacio artístico contienen las instalaciones? ¿se relacionan, a tu juicio, con el espacio de las concepciones físicas actuales?

En la instalación no se trata ya de unos productos artísticos que se disponen o se distribuyen en un espacio dado sino que la instalación «es» el producto artístico. La idea de espacio artístico aquí, tiene que ver no sólo con un espacio simbolizado sino también con la relación que guarda ese espacio simbolizado con un continente y un contenido. El borde o la frontera entre estos dos conceptos en la instalación (continente y contenido) son por cierto un tanto indecidible para mí, porque llega un momento que resulta difícil separarlos, entonces necesitan ser contrastados, ¿se trata de un todo-espacio? ¿se trata de algo autocontenido? ¿de qué continente y de qué contenido se trata?. Yo intento significar el espacio confrontando las dos caras de la moneda. Respecto a la otra pregunta, pienso que la manera de conceptuar el espacio se redefine y amplía constantemente de acuerdo a unidades culturales. La física ha desarrollado, a lo largo de su historia como ciencia, distintas concepciones que han ido articulando la manera de representar y representarnos las cosas, el espacio por ejemplo. Estas ideas, en tanto unidades culturales, atraviesan el arte de diferentes maneras, piénsese, por dar un ejemplo, en la naturaleza del espacio y del tiempo en las representaciones cubistas. Aunque el mundo de la física y del arte se imbrican, de la física, podemos decir que enuncia leyes sobre el estado de las cosas, del arte, que simboliza un estado de cosas, pero pareciera que siempre ha existido cierta solidaridad entre las ideas que circulan en ambas esferas, sobre todo si a espacio se refiere. En cuanto a las concepciones actuales de la física me declaro incompetente y no me atrevería por tanto a realizar ningun enunciado al respecto.

MS: ¿Qué hace la instalación con el espacio donde se instala?

Pienso que la instalación no sólo resignifica el espacio en tanto «lugar» de la instalación sino que además resemantiza el concepto de espacio en el ámbito de las artes visuales. Yo diría que la instalación propone una singularidad en una situación espacial, ya sea respecto de la arquitectura o del paisaje (de lo construido o de la naturaleza); propone, además, definir un lugar de sentido y, pone énfasis en el contenido perceptual del espacio designado. Lo que hace en definitiva la instalación con el espacio donde se instala, es desplazar y reconceptualizar la noción de espacio.

MS: Cómo se articula ese espacio literal «entre» los sólidos incluidos en el trabajo-instalación con el espacio imaginario de toda (es mi criterio) ficción artística? ¿significa el primero la disolución del segundo...?

Opino que la instalación lleva hasta el límite esta confrontación de lo literal y de lo imaginario pues trabaja justamente en el «entre», en el medio de estos dos conceptos, tal vez para formar un tercero y quizás éste esté orientado en el sentido de la disolución, yo no estoy muy segura de ello. Pensemos por un momento en la escultura mínimal y pensemos en ella como un objeto, como un sólido que ocupa un lugar en el espacio, lo que sucede con la escultura mínimal es que divide y polariza el espacio; podemos decir que hay un reenvio significante entre objeto y espacio-contexto. El espacio de la galería o del museo donde se exhiben no actúa como continente pasivo, vale decir, como cosa que contiene en sí a otra, dejando obrar a lo que contiene pero quedando él inactivo. El espacio aquí se activa, pero se activa, justamente por la cualidad del objeto, y en el preciso momento en que un observador (un tercero) irrumpe en el espacio. Pues bien, si lo literal del espacio viene a ser lo real del espacio real (o sea lo tridimensional), yo diría que en algunas instalaciones la espacialidad real entre los sólidos no se considera como un «resto» inactivo o carente de sentido, por el contrario el «entre» es un espacio productivo por donde podría circular el imaginario; si hay una ficción artística. Para ponerlo en tus términos, esa ficción artística no actuaría sólo para articular el espacio entre esto y aquello, sino que, articularía tal vez el sentido de una nueva relación o sea esa singularidad (que hablaba anteriormente) que la instalación propone en una situación espacial. Pienso que cuando algo se disuelve es porque hay un diluyente, y no creo que el espacio literal disuelva el imaginario, ambos espacios son una construcción, sólo que el espacio imaginario es una costrucción del orden de las ideas, lo que sí creo es que distintas ideas pueden disolver una construcción, como un líquido disuelve un sólido.

MS: ¿Qué aspectos de la temporalidad envueltos en el proceso pueden ser específicos de las instalaciones?

Creo que las instalaciones, en sus distintas variantes, comprometen diferentes nociones de espacio y de tiempo, sobre todo si se las compara con otros géneros de las artes visuales. Pienso que la particularidad en las instalaciones, respecto a los aspectos de la temporalidad envueltos en este proceso, podría estar relacionada con la duración y el movimiento. Yo diría que para analizar aspectos de la temporalidad, debemos tener en cuenta ciertas cuestiones, por ejemplo las relativas al dispositivo: el temporal y el espacial. Del segundo debemos considerar qué tipo de espacialidad es la que cada instalación propone; luego, si la espacialidad del dispositivo posibilita el recorrido del espacio; y por último que, en la instalación, de lo que se trata sobre todo es de un espacio practicado. Ahora bien, si aceptamos tener en cuenta estas consideraciones podemos decir que el espacio en la instalación se construye paso a paso, o sea que se recorre, de ahí que podemos decir que se mide en unidades de tiempo, por tanto da cuenta de su duración en el sentido de Bergson: como dato inmediato, subjetivo y virtual. Hay un aquí y ahora en el proceso que es contemporáneo al sujeto, hay una percepción inmediata de la espacialidad que parece exterior a nosotros (somos un punto matemático en el espacio) pero que paradógicamente nos hace sentir involucrados y una percepción del tiempo en tanto duración, duraciones que son exteriores a nosotros pero que al mismo tiempo duran para una conciencia que las recuerda. Por otra parte, pero en el mismo sentido, del dispositivo temporal debemos considerar que la temporalidad comprometida en este proceso tiene que ver por un lado, con un tiempo subjetivo (que experimenta cada receptor) y, por otro, con un tiempo de espectación, que puede o no, ser un tiempo programado, si es que la itinerancia o el recorrido está pautado en base a un tiempo cronológico equis (ésto ocurre en el caso de una manipulación programada). En algunas videoinstalaciones de circuito cerrado se utilizan dispositivos de retardo que manipulan el tiempo de visualización de la imagen, creando cierta extrañeza al sujeto espectador cuando éste irrumpe en el dispositivo.

No podría asegurar que estos aspectos de la temporalidad sean algo específico de toda instalación, lo que sí se podría decir es que en algunas instalaciones se trabaja en esa dirección. Sabemos que si nosotros volvemos sobre nuestros pasos, podemos decir que hemos recorrido el mismo espacio pero en otro sentido, la experiencia nos indica que con el tiempo no ocurre lo mismo. El tiempo avanza en un solo sentido, es irreversible. Pero el arte como la ciencia, por cuestiones operativas, se permite trabajar con un tiempo imaginario, que a fin de cuentas es una referencia igual que lo es el llamado tiempo real. La literatura y el cine,por ejemplo, dan cuenta de ello. Me enteré hace relativamente poco que existe el concepto, en el ámbito de la ciencia, de tiempo imaginario, es un concepto matemático que trabaja con números imaginarios que dan números negativos cuando se los multiplica por sí mismos (llamado i ). Esto tiene un efecto sobre el espacio-tiempo: la distinción entre espacio y tiempo desaparece. Se habla de un espacio-tiempo euclídeo, donde no hay diferencia entre la dirección temporal y las direcciones espaciales porque en la coordenada temporal los valores son imaginarios, entonces la dirección del tiempo pierde su singularidad. Ésto para señalar que no creo que sea algo del orden de lo específico en la ciencia, sino sólo del orden de lo operativo.

MS: ¿Crees que el tiempo de la recepción-ambulatoria de una instalación es más libre que el del contorneo de una escultura por parte de un espectador, o el del recorrido de una obra arquitectónica, por ejemplo?

No me atrevería a decir si es más libre o no lo es. Yo propondría pensarlo en otro sentido. Lo que pasa es que en la instalación no sólo se recupera la espacialidad del espacio real como lugar de inscripción de la obra, sino que, además, se ha recuperado en cierto sentido el cuerpo, ya que en otras manifestaciones artísticas la vista anula el cuerpo. Pero pensándolo un poco más se puede decir, incluso, que recupera para el terreno de las artes visuales a la acción humana: al rictus, porque importa el espacio practicado y no ya la representación del espacio en el sentido de una representación analógica (una semejanza de algo que se supone debe representar).

El espacio en la instalación demanda un reconocimiento atento y no uno automático como el que operamos en los espacios conocidos, ya que se tiende a subrayar ciertos rasgos característicos, pero esta percepción atenta, que no es sólo visual, está ligada al movimiento del cuerpo, pues se trata de poner el cuerpo y de ponerlo en movimiento. De animarlo. Quiere decir que para aprehender el espacio hay que arriesgar hipótesis, articularlo con otros significantes en la cadena de siginificantes que en cada instalación se ponen en juego, porque pareciera que en un primer contacto siempre fracasa el reconocimiento de lo que allí se presenta y nos preguntamos la mayoría de las veces qué es lo que hay «allí» y cuáles serían los movimientos que podemos realizar. Ahora bien, el tiempo de la recepción ambulatoria estaría ligado en la instalación con las cuestiones que acabo de enunciar, por lo tanto no es que sea más o menos libre que en la escultura o en la arquitectura, yo diría que es libre, pero lo es en otro sentido: tenemos conciencia del cuerpo y de sus propios movimientos y en ese sentido hay libertad de movimiento, el cuerpo se «anima».

MS: ¿Qué representan las instalaciones para el concepto de sujeto: es éste un sujeto en verdad interior o de todos modos exterior al proceso concreto de arte?

El sujeto espectador es interior al proceso, sobre todo porque no hay --en la mayoría de las instalaciones-- una segregación espacial del sujeto respecto de la obra. El sujeto no está frente a, está en la obra. Más correcto sería, tal vez, decir que el rol protagónico lo tiene el espacio y del sujeto, decir que deja de ocupar una posición ex-orgonal (fuera de la obra) para pasar a otra ergonal (en el espacio como ergon, como obra). Creo que no existe «un aquí y un afuera» del sujeto respecto del espacio-obra. Muchas veces es el sujeto quién pauta su propia itinerancia, y así como construye el recorrido paso a paso, pues le está dada la posibilidad de ocupar ese espacio, va construyendo también a lo largo del proceso los principales conceptos. Se trata tal vez de una manipulación del destinatario (de un hacer/hacer por parte del autor) que podría ser considerado como un contrato tácito en las instalaciones entre el productor-manipulador y el rol actancial del sujeto-espectador manipulado.

MS: ¿Es decisivo para el sujeto perceptor, a tu parecer, involucrarse con un espacio actual (no un simulacro, sino penetrable, transitable)?

Creo que sí, pues marca una diferencia, sobre todo respecto de las arte visuales tradicionales, pintura y grabado concretamente, en ellos se hace más evidente la idea de simulacro ya que se trata de imágenes planarias, vale decir, el sujeto se relaciona con esas imágenes planarias de lo real y no con un real. En la instalación se hace necesario que el sujeto perceptor aprehenda a leer el espacio, que es real y no simulado, luego el sujeto formará sus propias imágenes mentales, su representación de la cosa. El sujeto se involucra pues está implicado: es parte de un todo general La experiencia perceptual en un espacio actual deja de ser únicamente visual es visivo-corporal, incluso me arriesgaría a decir que la experiencia fenomenológica se realiza en otro sentido.

MS: ¿Cuál puede ser el sentido de la participación de un sujeto receptor de instalaciones, comparada con otras formas visuales, arquitectura, ambientes, happenings?

Pienso que el sentido podría estar en la idea de involucrar al sujeto-espectador en una situación espacial Ahora bien, al compararla con otras formas visuales se podría decir que no es tanto la relación con el espacio lo que difiere sino el sentido de esa relación. De la arquitectura, por ejemplo, se puede decir que define un lugar pero lo define en tanto función, hábitat, albergue, de ahí que la participación del sujeto estará pautada por estas ideas primeras. Las megas construcciones arquitectónicas (centros comerciales, grandes aeropuertos) ponen en crisis la noción de lugar, los estudios de algunos antropólogos contemporáneos ya han denunciado los no-lugares como espacio del anonimato. En la instalación también se define un lugar, pero ese lugar adquiere otro valor simbólico. Algunas instalaciones denuncian las distintas formas de persuación y represión que ejercen los espacios sobre los comportamientos humanos.

MS: ¿Cómo se concertan allí -en las instalaciones- las funciones de azar (lo aleatorio) y determinación causal; lo imprevisto y lo predeterminado?

Soy solidaria a la idea de que en los textos artísticos se trata de delinear o preveer un lector modelo, pero pienso que aunque uno pueda predeterminar en una instalación implicar al sujeto receptor en un sentido casi unívoco, ésto para nada significa conjurar lo imprevisto. Lo azarozo actúa -siempre- como una variable equiprobable. Es más, a mí me complace dejar algunos «espacios» abiertos, o mejor dicho, no determinados, para que quién quiera y cómo quiera, pueda entrar, salir o escapar del texto, no sé si es una forma de concertar, sí creo que es mucho más productivo . Las cosas muy predeterminadas son para mí sinónimo de totalitarismo y rechazo las ideas totalitarias en todos los ámbitos.

MS: ¿Qué espacios conceptuales específicos se abren gracias a la categoría de instalación, si se la confronta con otras categorías afines, como han sido los ambientes y happenings? ¿más densidad y menos juego, tal vez?

Considero la instalación como una variante de la ambientación. Pero la instalación a su vez, ha ido variando en su devenir histórico aunque su historia sea muy reciente. Si hay una especificidad ésto sería algo que se mantiene invariante y lo lúdico creo que hasta ahora no fué una variable considerada en la instalación y sí en el happening y en algunas ambientaciones. La instalación conceptualmente respondería más a un modelo nómade de recorrido espacial que no tiene que ver con lo lúdico sino con cierto vagabundeo a veces aleatorio, a veces programado o más o menos pautado.

MS: ¿Cuál es tu énfasis en la instalación, el polo conceptual, el polo sensible?

Creo que nunca descuido el polo conceptual, o al menos intento no descuidarlo, aunque pongo más énfasis en lo sensible. Lo conceptual es algo que subyace en mis trabajos y es algo que emerge en la medida que el receptor trabaja.




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