En un mundo en el que la concentración del
poder económico y político adquiere unas dimensiones que
no tienen precedente en la historia y en el que el control sobre los medios
masivos de comunicación se centra en unos pocos megamonopolios,
entre los que se encuentran Walt Distey, Turner, MTV y el magnate australiano
Murdoch, los mecanismos de manufacturación del consenso1
se convierten en un elemento central que moldea nuestras formas de imaginar
el mundo de acuerdo a determinados intereses. Desde esta perspectiva,
toda discusión estética que no esté basada en un
análisis de las relaciones de poder y de las posiciones de los
diversos sujetos, está condenada a ser un mero ejercicio académico,
a su vez susceptible de ser utilizado por los centros de poder. Las mismas
categorías de análisis están a su vez inmersas en
intencionalidades que es preciso analizar y cuyo fin muchas veces es el
de ocultar el verdadero papel de dichas estructuras de dominación.
Al mismo tiempo que nos vemos inundados por imágenes, filmes, sonidos
y textos provenientes del omnipresente aparato medial, observamos una
penetración cada vez más totalizadora de los mecanismos
del mercado en la producción cultural en la que cada vez se hace
más difícil separar las estrategias simbólicas de
funcionamiento del capital de los modos de producción simbólica
que antes pertenecían a dominios tales como el "arte"
y la "cultura". Por otro lado, un creciente movimiento a escala
global reacciona ante el estado de cosas vigente y propugna el desarrollo
de una sociedad en función de otro tipo de valores. Este movimiento,
funcionando al interior del sistema, desarrolla sus propias elaboraciones
simbólicas desde diferentes perspectivas.
El objetivo de este trabajo es el de, primero, hacer una somera revisión
crítica del concepto de globalización como ideología
racionalizadora de los intereses de dominación imperantes. Luego,
introduciremos el concepto de branding como estrategia simbólica
de dominación y funcionamiento del capital. Por último,
a partir de una descripción a grandes rasgos del movimiento global
de resistencia a estas estrategias, trataremos de dar algunos ejemplos
de su accionar.
Globalización
Según el discurso oficial, nos encontramos en una era caracterizada
por la "globalización"2
de todas las esferas de la actividad humana, y de esto se dan numerosos
ejemplos: Habitantes de Camerún están prendidos al televisor
todos los domingos para hinchar por sus equipos favoritos, como el Real
Madrid o el Milan. Las canciones de los Back Street Boys son tarareadas
por los adolescentes de todo el Tercer Mundo, los cuales a su vez beben
Sprite. Al mismo tiempo, un empleado en Río de Janeiro está
pendiente de los resultados de las elecciones en Indonesia, lo cual a
su vez podría afectar el desarrollo de la bolsa, lo cual a su vez
podría afectar el valor futuro de sus ahorros de pensión,
etc, etc, etc.
Este mismo discurso nos explica que al derribarse las fronteras que los
estados nacionales hasta hoy habían venido poniendo al libre flujo
de los capitales, se puede hablar de una verdadera interdependencia de
todas las actividades humanas: El aletear de una mariposa en Bangladesh
puede producir huracanes en Wall Street. Un requisito indispensable para
este libre flujo es, además, la debilitación de todo tipo
de subsidios a la producción y los servicios que obstaculicen la
libre competencia. Un requisito necesario para el libre flujo de los capitales
es la adopción de un determinado sistema político a menudo
denominado como "democracia sin apellidos", que implica la adopción
de un sistema político pluripartidista con elecciones periódicas
integrado a su vez a un sistema internacional cada vez más dominado
por las prescripciones político económicas del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC),
los cuales pondrían límites a las competencias de los estados
nacionales en la esfera económica. En el terreno de las ideas,
esta globalización uniría la pluralidad de las identidades
bajo la construcción de un yo altamente competitivo, informado,
flexible, pluralista, conectado, respetuoso de las leyes y los contratos,
orientado a la acción, y además, profundamente "humano".
La historia en la era de la globalización prometería, a
cambio de esfuerzos y riesgos presentes, un futuro luminoso de mano de
la ciencia, la que tendría en sus manos la solución a todos
los problemas que desde los albores de las historia han acuciado al ser
humano. Este avance de la ciencia es un hecho de la naturaleza, y no puede
ser detenido por la mera voluntad humana. En cuanto al pasado, la batalla
decisiva librada durante el siglo veinte entre el modernismo capitalista
y los modos arcaicos de producción, representados en esencia por
el comunismo, habría dado como vencedor al primero, a consecuencia
de lo cual, al haber llegado a su fin la historia, en lo sucesivo continuaríamos
siendo testigos de los más variados escándalos y hechos
más o menos conmovedores, pero sin llegar a poner en cuestión
las bases de un orden social cuyo carácter estaría dado
por el modo mismo de funcionar del mundo. O sea que de ahora en adelante,
"el mundo será muy aburrido". Sin embargo, el mismo discurso
oficial nos advierte -y explica- que los estertores de esas fuerzas que
se oponen al inexorable paso del progreso y la libertad son oscuros y
mortíferos: el terrorismo fundamentalista y fanático. Este
es el discurso oficial. Y como todo discurso oficial, es problemático
por decir lo menos.
En primer lugar, habría que hacer la observación de que
esta teoría de la globalización da una visión clínica
de cómo hemos llegado a este estado de cosas en el que supuestamente
nos encontramos: el "génesis" de la globalización
se encontraría en un desarrollo "postindustrial" del
capitalismo que habría superado en capacidad productiva al comunismo
soviético y a todas las otras formas de intervención estatal
en la economía. No se hace referencia a las dictaduras promovidas
y financiadas a lo largo y ancho del tercer mundo para lograr la imposición
del sistema neoliberal, ni a los conflictos de "baja" intensidad
que formaron parte de la política exterior estadounidense durante
el último tercio del siglo XX. Tampoco se le presta suficiente
atención al hecho de que los dos gobiernos emblemáticos
de esta "victoria del mercado", el de Ronald Reagan en EEUU
y el de Margaret Thatcher en Gran Bretaña, tuvieron un gasto público
mayor que el de sus predecesores, la gran diferencia siendo que los recursos
del estado fueron dirigidos hacia la subvención de los capitalistas,
así como al sector militar-industrial y financiero.
En segundo lugar, cabe aclarar que el libre flujo de los capitales no
es de doble vía, sino que se trata de abolir las medidas proteccionistas
de los países pobres, mientras que las trabas arancelarias de los
países ricos quedan intactas. De modo análogo, el flujo
de los cuerpos de la periferia, es decir de las personas, hacia los países
ricos se vuelve cada vez más restringido. Allí las barreras
se vuelven físicas.
En tercer lugar, tal y como lo explican los análisis de James Petras,
el discurso de la globalización, al hablar de un "capital
global", pierde de vista la "estructura del capital". Por
ejemplo, si tomamos en cuenta las Corporaciones Multinacionales que se
encuentran en la cúspide del poder mundial, encontraremos que en
su gran mayoría pertenecen a capitales norteamericanos y europeos,
y en bastante menor medida, japoneses. La representación de las
economías "emergentes" del Tercer Mundo es prácticamente
inexistente. Tampoco se puede decir que estas corporaciones sean verdaderamente
"globales". Si bien es cierto que la tendencia es hacia una
expansión de una parte considera-ble de sus actividades más
allá de sus fronteras, especialmente hacia los países de
mano de obra más barata, existe también la tendencia a concentrar
las actividades estratégicas como la investigación, el desarrollo
de nuevos productos y las decisiones de inversiones en el país
de origen.
En cuarto lugar, ni el FMI ni la OMC son organizaciones meramente tecnocráticas:
el poder de decisión está concentrado en las manos de los
7 países más ricos, especialmente los EEUU.
En quinto lugar, la predominancia de la OTAN a nivel militar y la supremacía
estadounidense a su interior, así como su tendencia cada vez más
creciente a la acción unilateral indican que en esta dominación
hay intereses geopolíticos concretos y potencialmente conflictivos.3
En resumen, como dice James Petras: "Es difícil discutir la
naturaleza imperialista de las relaciones internacionales, e incluso más
difícil negar la ascención de los EEUU dentro del sistema
imperialista. Para seguir negando las realidades económicas y militares
mediante la referencia continuada a la "naturaleza global" de
la economía es necesario convertirse, en parte, a la confusión
de los actores principales y de los beneficiarios del mismo sistema."4
Branding
Un tópico de discusión en el mundo del arte hoy es el fenómeno
de la fundación Guggenheim con su red global de museos en Nueva
York (2), Bilbao, Venecia, Berlin y Las Vegas (2). Esta multinacional
del arte nos ofrece un total acceso a la Guggenheim Experience, ya sea
por la vía privada, previo pago de una entrada que oscila entre
los 8 y 12 dólares por persona, o por la vía corporativa,
gracias a sus numerosas alternativas de patronazgo y colaboración,
las cuales van desde los 50.000 USD al año (46.000 USD deducibles
de impuestos) hasta los 2.500 USD al año (1.476 USD deducibles
de impuestos). |
Guggenheim nos ofrece a los ciudadanos
de la aldea global acceso a todas las expresiones significativas del arte
del siglo XX en sus más variados matices, dependiendo de cuál
museo vayamos a visitar: por ejemplo, la Peggy Guggenheim Collection,
en Venecia, ubicada en un hermoso palacio del siglo XVIII nos ofrece el
arte cubista, abs-tracto y surrealista, mientras que otras sucursales
de la fundación se orientan hacia ramas como la fotografía
o el pop art, etcétera. Sus locales son en sí obras de arte.
Por ejemplo, los dos museos Guggenheim de Las Vegas (el Guggenheim Las
Vegas y el Guggenehim Heritage Museum) se encuentran en el complejo del
Venetian Resort-Hotel-Casino, diseñado por el afamado arquitecto
Rem Koolhas, sin pasar por alto el ya famoso Guggenheim Museum de Nueva
York, diseñado por el mismísimo Frank Lloyd Wright.
Además de la contemplación de las obras de arte de las colecciones
de la Fundación y de las exhibiciones organizadas por la misma,
la experiencia Guggenheim abarca desde la gastronomía en cualquiera
de sus distinguidos cafés y restaurantes hasta toda una parafernalia
de objetos coleccionables para el hogar y la oficina. Así, por
ejemplo, podemos adquirir un móvil portátil estilo Calder
o un juego de dominó Picasso por la módica suma de 75.00
USD, además de libros y hasta diversos ítems autografiados
por personalidades mundiales.
Sin embargo, la oferta de la fundación Guggenheim no se limita
a lo que tiene para ofrecer al visitante individual. Los programas de
patrocinio corporativo diseñado por Guggenheim incluyen toda una
gama de actividades a la disposición de las empresas patrocinadoras
que van desde la organización de exposiciones vinculadas a sus
productos y la presencia del logo de la corporación patrocinadora,
hasta oportunidades de intimar con artistas y especialistas de arte en
cenas privadas en los mismos locales de la Fundación.
En el caso de la estrategia Guggenheim, no ha habido ningún aporte
del mundo del arte al funcionamiento capitalista. Guggenheim es más
bien hijo del proceso conocido como bran-ding, por medio del cual la producción
de objetos es cada vez más sustituida por la producción
de símbolos. Este modo de operar sobre el espacio público
y privado de los seres humanos ha estado en funcionamiento durante los
últimos 15 años por parte de corporaciones tan exitosas
como Nike, Apple, Benetton y la cadena de cafés Starbucks, entre
muchas otras, y ha consistido en pasar de la producción primaria
de artículos de consumo con un -fuerte- componente de mercadeo
a la producción de conceptos de modos de vida que luego se plasman
en variados productos, en lo que podríamos denominar como una especie
de apropiación del arte conceptual para el funcionamiento del sistema
capitalista.
Según Naomi Klein, en su obra No Logo5,
en los últimos 15 años, el crecimiento de la riqueza material
y la influencia cultural de las corporaciones multinacionales puede ser
encontrado, probablemente, en el desarrollo, a mediados de los años
80, de la idea de que las corporaciones exitosas deben ante todo producir
marcas en lugar de productos. Durante la mayor parte de su historia, el
capitalismo había consistido en la fabricación de cosas,
la publicidad siendo un medio para la promoción de objetos -mercancías-
con determinadas cualidades.
En los años 80, al cabo de una década de recesión
económica marcada entre otras cosas por la crisis del petróleo
y las economías entonces emergentes del sudeste asiático,
algunos de los gigantes manufactureros del mundo comenzaron a sentir el
peso de la crisis: demasiados costos de producción, demasiados
empleados, demasiados locales, demasiados equipos, demasiadas cosas. Por
otro lado, empresas emergentes, como Nike, Microsoft, Tommy Hillfigers
e Intel, lanzaron el atrevido planteamiento de que la producción
de mercancías sólo era una parte incidental de su actividad,
y que gracias a recientes victorias en la liberalización de los
mercados y la desregulación de los mercados laborales en los países
del Tercer Mundo, eran capaces de dejar la producción en manos
de subcontratistas a costes mucho más bajos que si ellas mismas
se hiciesen cargo de la producción directa. Lo que esas compañías
producían en primer lugar, no eran cosas, sino imágenes
de sus marcas. Su verdadero trabajo no consistía en la producción,
sino en el mercadeo. Había que liberarse del "peso muerto"
de los objetos y producir conceptos. Como dice Klein, se trata de compañías
que parecen enormes por las sumas millonarias que manejan, pero que cada
vez tienen menos cosas. Se trata de despoblar el mundo de objetos. Estas
compañías están abocadas a la "perenne tarea
de buscar nuevas formas creativas de construir y fortalecer sus propias
imágenes."
El surgimiento de las marcas está asociado con el surgimiento de
la producción fabril masiva de bienes de consumo, hacia fines del
siglo XIX. Con más y más producción de artículos
más o menos indiferenciables por los diferentes capitalistas, era
necesario darles una identidad especial que los asociara en la mente de
los consumidores con una cualidad determinada, ya se tratase de las Sopas
Campbell, como de los picles Heinz o de la Avena Quaker.
Con el paso de las décadas, estos mecanismos se fueron refinando
y profundizando, aplicándose en ello los últimos descubrimientos
de las ciencias humanas y del mundo del arte, así como de los medios
de comunicación masiva. A fines de los años 40 surge la
conciencia de que una marca es mucho más que una viñeta
o una frase pegajosa, o una etiqueta, "la compañía
en su conjunto debía tener una identidad de marca." Dice Klein:
"La búsqueda del verdadero significado de las marcas -o la
"esencia de la marca", como se le llama a menudo- gradualmente
alejó a las agencias de publicidad de los productos individuales
y sus atributos hacia un examen psicológico-antropológico
del significado de las marcas para la cultura y la vida de la gente."6
Durante un largo tiempo se mantuvo la idea de que la producción
de objetos era lo central, la publicidad siendo un aditivo importantísimo,
estaba subordinada. Todo esto cambiaría, como lo mencionamos arriba,
en los años 80.
Así, en 1988, Phillip Morris compró la empresa Kraft por
la suma de 12.600 millones de dólares (6 veces más de lo
que la compañía valía en el papel!). La diferencia
estaba en el valor agregado de la palabra "Kraft". Este hecho
es sólo un indicador del creciente papel del "branding"
(la construcción y establecimiento de una marca) en la vida económica:
Mientras que en 1979, el gasto total en publicidad en los EEUU ascendía
a 50.000 millones de dólares, en 1989 llegaría a los 120.000
millones, y en 1998 a los 200.000 millones de dólares.
En 1993 se dio un acontecimiento que en un principio, hizo temer por el
futuro de la publicidad. En esa época, el surgimiento de una generación
de consumidores más consciente del precio de los productos sacudió
a ciertas marcas establecidas desde hacía décadas en el
mercado estadounidense como la Heinz, Quaker Oats, Coke y Pepsi: La llamada
generación X compraba en grandes cadenas de bajo costo como Wall
Mart productos de marcas menos conocidas y más baratos, en un fenómeno
que se dio en llamar "brand blindness" (ceguera de marcas).
Por otro lado, el mercado de ordenadores personales se vio inundado de
clones baratos de la "aristocrática" IBM-PC.
Sin embargo, este hecho no hizo sino reforzar el poder del concepto sobre
el objeto. Al mismo tiempo que Phillips Morris, Pepsico, IBM y otras grandes
empresas veían con preocupación la cercanía del fin
de las marcas, otras empresas, que basaban su estrategia en la pura producción
de símbolos antes que en la producción de objetos, veían
subir el valor de sus acciones: Empresas como Apple, Benetton, Disney,
Calvin Klein, Levi's y la cadena de cafés Starbucks se encontraban
en pleno vigor. Eran las empresas que "siempre habían optado
por el branding ante la creación de valor." Como lo expresa
Klein: "Para esas compañías el producto tangible no
era sino un mero relleno para la verdadera producción: La de la
marca. Para los observadores exteriores, parecían una cruza entre
una fraternidad, un culto religioso y una casa de salud. Todo era un reclame
para la marca: extrañas jergas para denominar a los empleados (socios,
baristas, jugadores de equipo, miembros de tripulación), cantos
de la compañía, gerentes generales superestrella, una fanática
atención a la consistencia del diseño, una propensidad a
la construcción de monumentos y declaraciones de principios inspiradas
en el New Age. A diferencia de los clásicos nombres de marca de
artículos domésticos tales como Tide y Marlboro, estos logos
no estaban perdiendo valor, estaban sobrepasando todos y cada uno de los
récords del mundo de la publicidad, convirtiéndose en accesorios
culturales y filósofos de estilos de vida."7
En lugar de andar pichincheando con los precios, se trataba de diseñar
cada vez más nuevos y caros productos que materializasen un estilo
de vida. Por otro lado, los anuncios de Benetton y Calvin Klein «apenas
mostraban ropas, y mucho menos precios» en sus gigantes afiches
de estética postmoderna. La vodka Absolut se contentaba con poner
la silueta vacía de su botella a disposición del contenido
y la orientación de las publicaciones en las que anunciaba. Los
«veteranos de la imagen», empresas como la Coke, MacDonald's,
Burger King y Disney, que desde el inicio habían entendido que
la imagen lo era todo y el producto nada, apenas fueron tocadas por la
crisis.
Esta "desmaterialización" de las mercancías está
a su vez enraizada en procesos bien materiales: El desarrollo de las técnicas
de producción que hacen que cada vez sea más difícil
distinguir un producto de otro de acuerdo a sus cualidades intrínsecas
y que por lo tanto deben de ser convertidos en "portadores de significados",
y la brutal explotación a la que son sometidos mujeres, hombres
y niños en todo el tercer mundo a través del sistema de
las "zonas de libre comercio" o sweatshops en los que son producidos
los artículos de la era del branding, desde los zapatos Nike hasta
el ensamblaje de reproductores de discos compactos, pasando por los juguetes
que forman parte de una happy meal. Esta explotación también
tiene su contracara a nivel del consumo: los productos "de marca"
son mucho más caros que los otros, aunque hayan sido producidos
en la misma fábrica y por los mismos trabajadores. En los países
del centro, este sistema alimenta la "desmaterialización"
de los lugares de trabajo al transladarse la producción a los países
de la periferia.
También se puede hablar de explotación a nivel cultural
y simbólico: En primer lugar, estas empresas, que se erigen en
portadoras de valores (Apple=Piensa diferente-creatividad-antipoder, Nike=Juego
limpio-decisión-Just Do It', Microsoft=¿Adónde quieres
ir hoy? -libertad-eficiencia-diversión, Benetton=Colores unidos-multiculturalidad-compasión)
no están en el fondo interesadas en tomarse en serio esos valores,
sino en aumentar sus ganancias. En segundo lugar, muchas de ellas se nutren
de los símbolos y de los códigos elaborados por las clases
populares para luego vender bienes de consumo a precios asequibles a las
clases con capacidad de consumirlos. Por tratarse de "estilos de
vida" cuyos mensajes son constantemente repetidos y amplificados
a través del aparato medial, su poder de influencia se expande
a toda la sociedad y a todos los rincones del planeta, hasta llegar a
plasmarse en los mismos cuerpos. El tatuaje más utilizado en los
Estados Unidos hasta antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre
de 2001 era, precisamente, el swoosh o "coma acostada" de Nike.
Este fenómeno impone patrones de consumo no realistas en las clases
populares al mismo tiempo que las manipula ideológicamente, dado
que el objetivo de estas marcas no es el de luchar seriamente por las
ideas que dicen representar, sino el de incrementar sus ventas. El papel
de corporaciones como MTV es doblemente singular: al tiempo que son en
sí una marca con un concepto estético definido, son a su
vez motores en los esfuerzos de branding orientados hacia sectores determinados
a una escala global, en este caso, los jóvenes. MTV es la plataforma
privilegiada para el lanzamiento de marcas como Nike, 7Up, Virgin y muchas
otras a través de anuncios, conciertos, fiestas y toda una gama
de mecanismos comunicativos alrededor de la idea del cool juvenil. La
empresa realiza visitas sistemáticas entre su audiencia para, con
ayuda de diversos especialistas, platicar con los jóvenes acerca
de su vida, sus intereses, sus aspiraciones y sus gustos. Entran en las
casas de los jóvenes, ven sus guardarropas, los acompañan
a sus actividades y documentan estas visitas en video. Estas cintas son
luego cuidadosamente analizadas en las oficinas centrales de MTV para
ser tomadas como input en el diseño del contenido, la forma y la
estructura de su programación. El resultado de esto es un proceso
de constante retroalimentación de una cultura tendiente a fortalecer
y profundizar el vínculo entre la masa de consumidores y la marca.
No se trata, entiéndase bien, de procesos de generación
de significados o de un interés por la situación de los
jóvenes, sino de aumentar los ratings de audiencia de la emisora,
así como su capacidad de branding de las corporaciones patrocinadoras
de MTV. Los jóvenes consumen los programas de MTV, imitando y transformando
los signos culturales de la corporación, los que a su vez serán
utilizados como materia prima para nuevos programas e íconos en
nuevos esfuerzos de branding.
Antibranding
El postmodernismo como actitud intelectual es hoy en día la ideología
de la era del capitalismo tardío de inicios del siglo XXI. El fundamentalismo
del texto-mercado se impone de una manera "natural". La "adaptabilidad"
ideológica del texto postmoderno a las necesidades de legitimación
ideológica de las políticas imperiales lo convierten en
un instrumento valioso a la disposición de esos intereses. Su reduccionismo
lingüístico se convierte en una metáfora del capital
especulativo. Su absolutización del libre juego de los signos se
convierte en una metáfora absolutizadora de los mercados. Su descentración
del sujeto, lejos de convertirse en una reivindicación de la diferencia,
se traduce en una pasivización del sujeto (los movimientos sociales).
Su apología de la voluntad de poder nietzscheana se traduce en
una legitimación de la voluntad de poder de facto del imperio.
Su estilo intelectual polémico centrado en el deconstruccionismo
sin presentar un frente fijo es una táctica afín a la de
la guerra de baja intensidad.
Pero no hay que olvidar que el postmodernismo sólo es una metáfora
racionalizadora del sistema capitalista y un conjunto de tácticas
que refuerzan la dominación de los centros imperiales. El desarrollo
de las propias contradicciones del sistema comienza a mostrar grietas
en la careta del "pensamiento único" que los intelectuales
postmodernos no logran explicar: No sólo el surgimiento, sino el
desarrollo de un movimiento mundial al que se le ha dado en denominar
"antiglobalización".8
Este movimiento, que parte de diversas perspectivas (medio-ambientalistas,
de género, socialistas, religiosas...) ha tenido una expresión
visible en numerosas y masivas movilizaciones ante reuniones de organismos
internacionales como la OMC, el FMI y las del grupo G-8 en ciudades como
Seattle, Washington, Montreal y Génova. Además de estas
movilizaciones se han adelantado un sinnúmero de instancias de
discusión y formulación de una alternativa al orden económico
y político vigente a escala internacional, tales como el Foro Social
Mundial y la fundación del movimiento ATTAC para la tasación
de las operaciones financieras en beneficio del combate de la pobreza
y la solución de los problemas medioambientales. Este movimiento
a escala planetaria tiene su contraparte y su fuente de inspiración
en el surgimiento de poderosos movimientos sociales que por diversos medios
cuestionan la "globalización" y sus efectos en los países
pobres. Por ejemplo, en el caso de América Latina tenemos a las
guerrillas zapatista y colombiana, al Movimiento Sin Tierra del Brasil
y a la Confederación Nacional de Asociaciones Indígenas
(CONAIE) en Ecuador. Otros movimientos como las Madres de Plaza de Mayo
en Argentina, a pesar de su reducido tamaño se convierten en catalizadores
de la protesta social y en referentes ineludibles de la crítica
al sistema.
Es cierto que no existe un consenso a nivel de este movimiento en cuanto
a las alternativas, que van desde una focalización a nivel de la
comunidad y lo local, hasta cambios en los regímenes de propiedad,
pasando por unaa alternativas en las que el estado juega un papel central,
pero la dinámica general, tanto a nivel de los grupos de izquierda
como los ambientalistas y religiosos es cada vez más anticapitalista,
y la emergencia de coaliciones y foros de discusión tienden hacia
la convergencia. Aún más importante, la emergencia de un
creciente internacionalismo no subordinado a los lineamientos de tales
o cuales oráculos de la revolución o "centros revolucionarios"9
que se materializa en innumerables acciones conjuntas y en el que los
diversos grupos de activistas se esfuerzan por alcanzar elaboraciones
teóricas propias es un signo de la profundidad potencial de este
movimiento en comparación con experiencias históricas anteriores.
Este amplio movimiento tiene -entre otros- lugar en un espacio de lucha
semiótica y medial que va desde las prácticas culturales
más tradicionales hasta las más innovadoras. Desde intelectuales
de fama mundial como Galeano, Saramago o Salgado, hasta figuras de la
música pop como Manu Chao y el grupo Rage Against the Machine,
pasando por extensas prácticas de activismo informado en las ideas
de teóricos de la información como Noam Chomsky y Edward
Herman entre otros, y en corrientes estéticas como el situacionismo
y el arte conceptual. Es un movimiento que no presenta una fuente de dogmas
estético-políticos ni una serie de escuelas vistas como
portadoras de expresiones "puras", aunque sí se pueda
adivinar en él diversas prácticas y estilos. Pienso que
en este movimiento hay cuatro dimensiones a destacar. El culture jamming10
o interferencia cultural, la lucha por la diferencia contra el establecimiento
de las diferencias, la unión entre la producción intelectual
y el activismo concreto, y la recuperación de la memoria crítica.
Culture Jamming
Este conjunto de prácticas, que tiene sus antecedentes en el situacionismo
y el arte conceptual, pero que además tiende a prestar elementos
de corrientes estéticas como el surrealismo y el Dadá, consiste
en la parodia de los mensajes culturales dominantes alterando a su vez
radicalmente su contenido, en una especie de deconstrucción de
la cultura corporativa.11 [Ver
figuras 1 y 2]. |
La lucha por la diferencia
Acerca de la situación de las comunidades indígenas en Chiapas,
el subcomandante zapatista Marcos explica que: "A éstos [los
indígenas] es a los que hay que quitar de aquí porque no
conciben la tierra como la concibe el neoliberalismo. Para el neoliberalismo
todo es una mercancía que se vende y que se explota. Y estos indígenas
vienen a decir que no, que la tierra es la madre, es la depositaria de
la cutltura, que de ahí viene la historia, que de ahí vienen
los muertos."14
La ofensiva neoliberal desatada en los últimos 20 años hacia
todos los rincones del planeta ha significado para millones de campesinos
e indígenas en todo el mundo la sumisión a una lógica
capitalista contra estrategias basadas en la sobrevivencia y la satisfacción
de necesidades por sobre la reproducción del capital. Aquellos
grupos menos "rentables" se han visto obligados a vender sus
tierras o han sido directamente despojados de ellas, mientras que las
condiciones cada vez más duras de acceso al crédito y los
servicios amenazan a los que todavía se resisten a abandonar el
campo. Paralelamente, el proceso de emigración a la ciudad que
se ha acelerado de manera también dramática.
Por otro lado, mientras que el neoliberalismo promueve un individualismo
a ultranza y el desarrollo de necesidades cada vez más "exclusivas",
lo hace integrando a todos en una misma dinámica: la de la ley
del valor. La medida del "éxito" de las "entidades
emergentes" estaría dada, entonces, por su capacidad de integración
a las dinámicas del mercado: cuántos generales del ejército
estadounidense son negros, cuántas primeras ministras son mujeres,
cuántos gerentes de empresas son homosexuales, etcétera,
mientras que las condiciones reales de vida de la población conducen
a la segregación, la formación de ghettos, la criminalización
y la exclusión de los diferentes. Según Marcos: "Se
erosionan las separaciones, las diferencias, los estados nacionales y
el mundo se convierte en lo que se llama, con verosimilitud, la aldea
global."15, pero la paradoja
sería que en lugar de 'globalizarse' el mundo se fragmenta, o sea
que "van apareciendo cada vez más los diferentes."16
En este sentido, el llamado movimiento 'antiglobalización' adopta
una visión de reivindicación del derecho a ser diferente
enmarcado no en una lógica de mercado que considera la diferencia
como el medio de perfilar una identidad-mercancía, sino como el
derecho a ser uno mismo, no como individuo "atómico"
(separado del Otro17)
sino como individualidad y/o identidad colectiva en un contexto histórico
y cultural. Es como si a través de la lucha por ser ellos mismos
(y ellas mismas) que los diferentes descubren que las posibilidades de
realización de sus identidades están íntimamente
ligadas a las posibilidades de realización del Otro (y de los Otros
y de las Otras). Esto implica a su vez una profundización de lo
que desde los años ochenta se había dado en llamar la "política
de identidad" y su reconciliación con una perspectiva que
incluye el concepto de clase social en su análisis.
Una característica del movimiento "antiglobalización"
es la ausencia de una fijación en los aspectos exteriores, tales
como la vestimenta o el gusto musical, acompañada por una conciencia
cada vez más creciente y profunda de la relación entre forma
y contenido. Tampoco se trata de una difícil convivencia en la
que diferentes identidades ceden tácticamente determinados espacios
al Otro, sino más bien en una tendencia hacia la aceptación
del Otro y de una comprensión del Otro que a su vez lleva a una
más profunda comprensión del Yo. Por ejemplo, tenemos el
caso de las Madres de Plaza de Mayo, en la Argentina. El discurso y la
práctica de la organización son, como lo vimos antes, de
carácter verdaderamente radical. Sin embargo, son un grupo de señoras
que rondan los setenta años, y su apariencia exterior es más
bien la de un grupo de asiduas asistentes a misa que nadie, a simple vista,
sospecharía de tener contactos regulares con líderes políticos,
sindicales, campesinos, guerrilleros y hasta punks bonaerenses. Hasta
el infaltable pañuelo blanco con el que se cubren la cabeza (único
ícono que las identifica), sirve para reforzar esta impresión.
La unidad entre el mensaje y la acción
En la isla de Puerto Rico, el artista chileno Elías Adasme nos
cuenta que: "En la madrugada del 28 de agosto de 2000, un grupo de
artistas plásticos y de teatro, penetramos los terrenos restringidos
de la Armada estadounidense en la puertorriqueña isla de Vieques,
lugar que por más de sesenta años ha sido utilizado como
campo de tiro y entrenamiento militar. Con nuestra acción de desobediencia
civil, buscábamos dramatizar ante la opinión pública
mundial, la situación de los viequenses, enfrentados a décadas
de continuos bombardeos que han dejado como secuela una alta incidencia
de cáncer entre la población, terrenos altamente contaminados
y un denigrante subdesarollo económico y social. En el fondo, una
flagrante violación a los Derechos Humanos.[...] Así, fuimos
arrestados y conducidos ante un Tribunal Federal, acusados criminalmente
y luego puestos en libertad bajo fianza a la espera del juicio. En realidad,
eso era lo que buscábamos, ya que esta acción, si bien tiene
unas motivaciones y proyecciones de política contingente, la concebimos
desde su inicio como una 'acción de arte'. De hecho, al momento
del ingreso, vestíamos unos mamelucos pintados con una porción
del paisaje viequense. Paisaje que se disgregaba al separarnos los soldados
cuando nos arrestaban, como lo han venido haciendo por sesenta años!
[...] Aquí, como en toda obra de arte, el elemento básico
de 'representatividad' estaba presente en la 'encarnación' por
cada uno de los artistas, del paisaje violentado."18
Adasme considera que: "El arte del tercer milenio está en
vías de evolucionar hacia una jerarquización horizontal
de toda actividad humana", en la que se desdibujan los límites
entre la "representación", la acción social y
la reflexión sobre dicha acción. "En otras palabras,
un arte esencialmente humanista en el más altruista sentido del
término."19
Esta forma de entender el arte y la relación del artista con los
procesos de transformación social -o al revés, los procesos
de transformación social y sus agentes con sus dimensiones simbólicas-
es algo que en cierta manera recorre todo el movimiento de reacción
a la globalización imperial: grupos de activistas subvierten y
amenazan el lenguaje del poder al tiempo que crean su propio lenguaje,
y artistas que, cuestionando los límites de lo estético
llegan a cuestionar los límites de lo social. Pero no nos confundamos:
el peso aquí se centra en la destrucción de la dominación
explotadora sobre los seres humanos y el medio ambiente y en la construcción
de alternativas a dicha dominación, la lucha simbólica siendo
tan sólo un aspecto de muchos otros frentes y modalidades de lucha.
Este fenómeno es algo que trasciende al "artista comprometido"
de los años sesenta y setenta. No se trata sólo de crear
una obra con un mensaje que cuestione al poder imperante, sino también
de participar como un activista más. Así, el mundialmente
conocido músico argelino-franco-español Manu Chao, en su
página web tiene un espacio para que los visitantes puedan establecer
contactos y publicar sus propios textos, imágenes y sonidos. Allí
pueden entrar en contacto desde simples fans hasta activistas de todo
el mundo y compartir experiencias y visiones. Evidentemente, esta participación
desde el punto de vista del artista, no puede ser horizontal ni logra
librarse de los mecanismos de la industria cultural. Los mismos activistas
que escuchan la música de Manu Chao y de Rage Against the Machine
son los primeros en criticar su asociación con las empresas disqueras,
lo que a su vez ha incidido en que muchos de estos artistas se planteen
como meta el poder desarrollar formas alternativas de poder vivir de su
arte, por ejemplo, montando sus propias empresas. En todo caso, y dejando
de lado los idealismos "puristas", podemos decir que el movimiento
'antiglobalización' es el primero en ser consciente de los condicionamientos
socioeconómicos de la actividad cultural, y que la existencia misma
de un permanente cuestionamiento y reflexión acerca de ello marca
una gran distancia con respecto a la adoración ingenua de la que
fueron objeto los artistas en movimientos sociales anteriores.
La recuperación de la memoria crítica
El artista chileno Víctor Manuel Pávez20
nos describe una obra realizada durante una exposición que tuvo
lugar en Santiago de Chile, en el mes de septiembre21
de 1998 bajo el título Nichos de Emergencia: "Una obra que
consta de tres unidades que abordan, en primera instancia los géneros
o temas clásicos de la pintura de caballete: el bodegón,
el retrato y el paisaje. En el primer módulo enmarqué un
hacha roja, como las que usa el cuerpo de bomberos; el segundo módulo
es un traje de tela del tipo del que usan los burócratas en cualquier
parte del planeta pero con la disposición cromática del
emblema nacional chileno, con estrella incluida y de tamaño como
para un niño de dos años; el último módulo
contiene una tela pintada de rojo e impresa en serigrafía con un
plano de Santiago en el lugar que representa la ubicación del Estadio
Nacional22. Para un espectador
nacional las relaciones entre el color rojo, la noción de emergencia
y la emblemática nacional y deportiva, junto con el lugar escogido
como referencia de paisaje, fueron bastante evidentes, pero la multiplicación
de sentido se hizo un tanto dramática al enterarme que en ese mismo
mes, el de la patria,[...] que el ex-general y en ese momento senador
vitalicio Augusto Pinochet había sido puesto bajo arresto en una
clínica de Londres por una serie de denuncias de violaciones a
los derechos humanos bajo la administración del poder que ejerció
durante diecisiete años. La sorpresa y el estupor se apoderaron
de mí como del resto de los chilenos. Lo que no pudieron hacer
los tribunales en dos gobiernos democráticamente elegidos por el
pueblo chileno lo hizo un juez español en territorio inglés."
La necesidad que expresa el artista de encontrar un sentido a su país
que incorpore a su identidad los hechos que la historia oficial quiere
silenciar, es una necesidad compartida por millones de chilenos. En el
caso de Pinochet, éste, al regresar a Chile y tras un largo proceso
para determinar su aptitud síquica y física para comparecer
ante los tribunales, fue dejado en paz, aunque despojado de sus fueros
senatoriales. Seguramente, el artista, junto con muchos otros chilenos,
continúa tanto o más apoderado por "la sorpresa y el
estupor" que antes.
El caso de Chile no es único. La historia oficial borró
(y todavía borra) también el millón de vidas sofocadas
para imponer el régimen neoliberal de Suharto en Indonesia, los
30.000 desaparecidos para "globalizar" a la Argentina y las
decenas de miles de muertos que 'modernizaron' centroamérica, por
poner sólo unos pocos ejemplos.
"A menos que la violencia, la discontinuidad, sean recordadas de
una u otra forma [...] una comprensión histórica digna de
merecer ese nombre se hace imposible, y la historia cultural corre el
riesgo de convertirse en un cómodo ejercicio intelectual ",
dicen los historiadores culturales W. Rowe y V. Schelling.23
Para todos aquellos que de una o otra forma participan de este movimiento
global de resistencia al avance depredador de la dominación imperial,
la necesidad de dotar a la historia de un sentido se convierte en una
de vida o muerte. Los amos de la economía global necesitan poblaciones
'flexibles' y amnésicas, esto es, dispuestas a aceptar los niveles
más degradantes de explotación al tiempo que la mayor docilidad
a la hora de ceder sus recursos para ser utlizados al antojo de las Corporaciones
Multinacionales y los estados imperiales. Los únicos proyectos
de vida aceptados son aquellos funcionales a las estructuras de poder
imperiales. Todos los otros deberán ser relegados a ghettos convenientemente
desarmados y susceptibles de convertirse en materia nutricia del sistema
del branding imperial, ya sea para la promoción de patrones de
consumo o como producción de héroes populares al servicio
del imperio. Aquellas expresiones que no sean susceptibles de ser cooptadas
o integradas deberán ser combatidas, demonizadas, aisladas y por
último, exterminadas.
El sistema de dominación imperial necesita suprimir o en todo caso,
canalizar, la construcción de la historia que hacen los sujetos
emergentes. Necesita destruir las relaciones que estos sujetos establecen
entre sus propias historias. En suma, necesita destruir el sentido de
la historia.
*Jorge
Capelán es antropólogo
Notas
1El término ha sido acuñado por Noam Chomsky
para referirse a los mecanismos que forman la 'opinión pública'
en las sociedades democráticas de acuerdo a los intereses de los
grupos de poder sin necesidad de recurrir al uso de la represión
física, y que van desde la desinformación selectiva hasta
la educación y las formas de funcionamiento de las diversas actividades
profesionales, definiendo la agenda subyacente de los debates que afectan
los intereses del poder y por lo tanto, dejando de lado las interpretaciones
'incómodas' sin que por ello la gente tenga la impresión
de estar siendo objeto de manipulaciones y cohersiones.
2 La figura retórica y la imagen ideológica
de la globalización ha sido elaborada, entre otros, por autores
como Fukuyama, Toffler, Castells y, últimamente y desde una óptica
política opuesta, por Negri y Hardt.
3 Por ejemplo, el tema de la expansión de la
OTAN hacia el Este de Europa, así como el Escudo Antimisiles promovido
por EEUU, pero resistido por otras potencias.
4 Petras, James: "Globalización y Ciudadanía".
En www.rebelion.org
5 Klein, Naomi. No Logo, Flamingo ed. 2001. Para una
discusión más profunda del fenómeno del branding,
leer la parte I No Space y la parte II No Choice. Cabe señalar
que en este trabajo no se utiliza el concepto de branding como una fenómeno
totalizante de la economía del capitalismo actual: El monopolio
de la investigación y las patentes, así como las luchas
por los mercados y las fuentes de materias primas siguen siendo tanto
o más vigentes que nunca.
6Ibidem: 7
7 Ibidem: 16
8El término "antiglobalización"
es criticado por muchos de los integrantes del movimiento y en todo caso,
se trata de una denominación que no surge de éste, sino
de los medios de comunicación.
9 Petras, James: "Apuntes Para Comprender la
Política Revolucionaria Actual", 2001. En www.rebelion.org
10Klein, Naomi. Ob cit: 279
11Según Klein, "un buen jam [...] es una
radiografía del subconsciente de una campaña, descubriendo
no un significado opuesto, sino la verdad profunda que se esconde tras
las capas de eufemismos publicitarios." ibid: 282
12 Klein, Naomi. ibid: 281
13 Ibidem: 283-184
14Subcomandante Marcos: La IV Guerra Mundial (transcripción
de una charla), 2001. En www.rebelion.org
15Ibidem
16 Uso aquí los conceptos de Otro y Yo
en su connotación antropológica.
17Adasme, Elías: "Acciones de Arte
en una frontera de Identidad", Heterogénesis No. 35, abril
2001.
18Ibidem
19 Ibidem
20Pavez,
Víctor Manuel: "Taxonomías en juego." Heterogénesis
No. 35, abril 2001.
21 Septiembre, en Chile, es a la vez el mes en
el que se conmemora la independencia del país, así como
el brutal golpe fascista de Pinochet.
22 El Estadio Nacional es la principal arena deportiva
del país y al mismo tiempo fue convertido en campo de concentración,
torturas y ejecuciones durante las semanas posteriores al golpe de estado
de 1973.
23 Rowe, William & Schelling, Vivian. "Memory
and Modernity - Popular Culture in Latin America", 1991 Verso ed.
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