Sueños de la gente común

Daniel Urey *

La exposición en la Galería Aura de Lund tiene dos partes, que calzan perfectamente con la arquitectura y la atmósfera del local. Cada elemento de la obra como totalidad funciona como objeto independiente, pero también se complementa y complementa a los otros. En la planta superior de la casita de tres plantas Castillo sólo ha usado el "perímetro" del espacio: las paredes y los vidrios de las ventanas. En tres paredes ha instalados varias series de pequeños cuadros y en la pared del fondo ha puesto dos imágenes de gran tamaño. En los pequeños cuadros trabaja lo individual, expresado en las fotografías de las personas que cuentan sus sueños en el video, en la parte superior de cada cuadro, y lo universal, expresado en imágenes recortadas de diarios locales suecos pero que podrían haber sido tomada de cualquier diario de cualquier país, pegadas en la parte inferior. Éstos son rostros anónimos provenientes de agencias de noticias internacionales, rostros de personas que también tienen sueños, probablemente muy parecidos a los nuestros, pero cuya presencia en las páginas de diarios sirve para ilustrar un acontecimiento. Entre estas dos imágenes hay una palabra que dijo el entrevistado durante su relato; son palabras que se abren a la interpretación de cada uno de nosotros y es justamente lo fascinante de ellas. Cada cuadro es una obra independiente, pero se complementa también con los otros. Desgraciadamente no todos nuestros sueños se realizan y esto es un sentimiento escalofriante que incluso marca la obra de Castillo. Esta sensación se fortalece especialmente por el color amarillento producido por la cera de abeja que chorrea por la pared debajo de cada cuadro. En los vidrios ha escrito el nombre de las personas que contaron sus sueños (también con cera de abeja chorreando) y en la pared del fondo dos imágenes de gran tamaño trabajadas con el mismo tipo de imágenes de los cuadros pequeños.

La segunda parte de la exposición está en el sótano y consiste en una instalación, que sumada a la forma de la habitación, que se asemeja a una capilla, me da la sensación de encontrarme frente a un altar, en un lugar sagrado. La parte central de la instalación está formada por un aparato de televisión en el cual se presentan los relatos de los sueños que Castillo filmó en Santiago. Detrás del televisor hay un estante cuyo fondo Castillo ha transformado en una especie de enmarcamiento para nuevas imágenes sacadas de los diarios. En las cajas luminosas puestas a cada lado del "estante" hay una imagen de uno de los relatores de sueños.

La secuencia de imágenes de la televisión que está inclinada se refleja en una superficie hecha de una delgada capa de aceite extendida sobre un mapamundi. Después de la secuencia onírica la filmación de video muestra una proyección que Castillo hizo en las paredes de un hospital que se comenzó a construir durante la época de Allende (entre otros con ayuda sueca) pero que nunca se terminó; otro sueño, que tampoco se realizó. El televisor tiene un papel central en la obra, funciona como los altares de nuestro tiempo, un lugar en torno al cual las personas se reúnen y donde se puede admirar un mundo mejor y más hermoso. Lo interesante en la obra de Castillo es el juego que hace entre lo individual y lo universal, entre lo más íntimo de una persona: sus sueños y lo general, formal y conceptualmente.

(Traducción: Rubén Aguilera & Ximena Narea)

* Daniel Urey es estudiante de historia del arte de la Universidad de Lund