durante
la primavera, el crítico de arte Lars O Ericsson inició en Dagens
Nyheter un debate en torno a la dispareja presencia de hombres y mujeres
en el mundo del arte. Ericsson señalaba que todas las instituciones
de arte de Estocolmo tienen jefes que son hombres, que a la larga,
podría producir un problema de confianza para el arte contemporáneo.
En las exposiciones de estas instituciones participan, por lo general,
artistas varones. El artículo de Ericsson coincidió con una crítica
a la compra de obras de una evidente mayoría de artistas varones para
la colección de la Casa de la Cultura Dunkers de Helsingborg. Estos
ejemplos son cuantitativos, es decir basados estrictamente en una
división por sexo; hay, entonces, razones para dar una explicación
cualitativa de porqué se ha dado esta situación. Mi propósito con
este artículo es contribuir a esta reflexión; además quiero subrayar
que éste debe ser considerado como un comentario y no como una crítica
a determinadas personas. Yo diría que, en parte, esta dispareja presencia
no depende de un acto consciente de excluir a las artistas mujeres
en general, mi pregunta es si esto no se debe en parte a una vieja
y conformista visión del arte que todavía tiene una fuerte posición
en la vida artística. Esta visión tradicional la defino como una visión
que principalmente está dividida en medios de expresión, donde la
pintura, junto con la escultura aún son consideradas por muchos como
los medios de punta. El video, la fotografía y obras más documentativas
y conceptuales enfrentan todavía resistencia en el gran público; aún
más el arte que exige una participación más activa.
La
primera reflexión que se puede hacer es que muchas mujeres, conscientemente,
han buscado medios de expresión que no son la pintura. En los años
60 y 70 hubo muchas mujeres que fueron pioneras en el arte de la performance,
hasta constituyeron la mayoría en este grupo. En los años 80 algunas
de las artistas mujeres más nombradas fueron Sherman, Simmons, Kruger,
Levine y Holzen. Algunas de ellas habían conscientemente descartado
la pintura por otros medios, como la fotografía. Con frecuenia, estas
artistas tenían un manifiesto punto de partida político y/o postmodernista
en su creación artística. Otra razón es que no querían ser juzgadas
en un medio que en gran medida tenía una tradición masculina.La pintura
que tenía una posición prominente durante los 80 contaba, por el contrario,
entre sus más destacados representantes a los alemanes Baselitz, Kiefer,
Polke, Richter; a los italianos, Cucci, Chia, Clemente; y en Estados
Unidos, a Schabel y Salle. Susan Rothenberg puede considerarse como
una excepción en Estados Unidos. Una conclusión es que si se construye
la historia del arte de los 60, 70 y 80 con punto de partida en la
pintura como medio predominante, muchas artistas mujeres importantes
serían excluidas en este período.
Pero
la pintura como medio tampoco hoy día puede verse como representativa
del arte en general: es el arte social (o "estética relacional" si
se quiere). En Escania, las dos importantes instituciones de arte
que se han abierto este año -Casa de la Cultura Dunkers y la Galería
Comunal de Arte de Kristianstad- iniciaron sus actividades con pintores
suecos cuya actividad artística se inició en los 50 como expositores
de estreno. El problema con empezar con estas exposiciones es que
se sigue reforzando la pintura como primer medio en la práctica artística.
Desde esta perspectiva habiera sido tal vez mejor abrir con exposiciones
que tuvieran un concepto de arte más amplio, especialmente considerando
que las dos institutiones han manifestado su intención de enfatizar
la presencia del arte contemporáneo en sus salas. Un problema es que
el arte contemporáneo en parte está lejano a la opinión general de
lo que es arte. El gran público quiere ver pintura. Esto implica que
una visión conformista del arte tiene más facilidad de encontrar eco
en los políticos y otras personas que con frecuencia manejan los presupuestos
de las instituciones. La mayoría de las comunas tienen también las
cifras de visitantes como uno de los criterios más importantes en
su juicio cuando se trata de evaluar las inversiones en cultura. Hace
un tiempo se hizo patente este conflicto en la comuna de Sollentuna
cuando la comuna usó presiones económicas (mediante la disminución
de presupuesto) para deshacerse de la directora de la galería de arte
Edsvik; se prefería exposiciones más tradicionales con más artistas
locales para subir las cifras de visitantes. Que el círculo de Edsvik
tuviera una buena reputación jugó un papel secundario.
El
arte contemporáneo a menudo tiene dificultades de llegar a las instituciones
establecidas, o como una artista mujer recientemente me dijo "que
las respuestas de las instituciones (a la crítica de que no exponen
arte contemporáneo) ha sido muchas veces dejar entrar otro tipo de
arte en lo que se llama espacio de proyectos, no pocas veces ubicados
fuera de la misma institución". Mi idea es que con un concepto de
arte amplio -el que en realidad es predominante en muchas otras partes,
como por ejemplo Berlin, podrían mostrarse más mujeres; no porque
sean mujeres en primer lugar, sino justamente porque trabajan con
arte contemporáneo que no sólo está constituido de la visión de arte
conformista. Y si las instituciones fueran tan contemporáneas como
muchas pretenden serlo se podría esperar que también disminuyera la
dispareja división cuantitativa entre hombres y mujeres, además el
escenario artístico sería por sobre todo más pluralista.
(Traducción:
Ximena Narea)
*
Martin Schilbi es crítico y curador de arte