Háblame de la tradición poética que ha alimentado
tu trabajo.
No soy un conocedor de tradición de la poesía venezolana.
Aparte de conocer las obras de Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Juan
Calzadilla, Andrés Bello y algunos otros (especialmente los jóvenes,
los nuevos) no he realizado una lectura sistemática de nuestra
poesía. Yo soy un lector tardío, mis lecturas han sido
tardías. Claro que mi caso es atípico. Yo me dedicaba
al comercio y al karate antes de dedicarme de lleno a escribir. Retomé
la escritura hace pocos años, ya adulto. Sí escribía
de niño, pero eso era cosa olvidada. Cuando retomé la
escritura y comencé ir a talleres, me sorprendió el buen
recibimiento que me hicieron, sentí mi pertenencia a ese ámbito
en que los jóvenes buscan la nueva expresión.
¿Qué
influencias reconoces en tu poesía?
La primera influencia es la de mi madre. Ella reunía a los niños
de la familia y nos hacía conocer la poesía en lo que
ella llamaba la hora cultural. Nos hacía escuchar
discos de Neruda, Alberti, García Lorca. Nos dejaba jugar con
la poesía, con las palabras. Se detenía en la calle para
hacerme descubrir el sol o la gente que pasaba... Era poeta y transmitía
su experiencia. De modo que la poesía ha estado conmigo desde
que tengo memoria. Pero, mi formación, en cuanto a lecturas,
a conocimiento de la tradición, es un proceso actual. En La
tarde cansada, que recibió este premio Heterogénesis,
una influencia importante es la de la poesía de Tomas Tranströmer,
que pude leer en Venezuela, en traducción castellana. Creo que
esa influencia se nota en mis poemas. Por otra parte, la obra de César
Vallejo es una referencia importante para mí. No obstante he
leído poca cosa de Rubén Darío. Todavía
no conozco las obras de Lezama Lima, Vicente Huidobro... los tengo pendientes...
¿Qué me dices de los talleres, esa forma contemporánea
de la difusión de la técnica de la poesía? ¿Qué
importancia han tenido en tu proceso de crecimiento en torno a la poesía?
Los talleres fueron fundamentales en mi formación. En el
taller de Juan Calzadilla me pasaron cosas muy importantes. Para empezar,
Calzadilla me aceptó inmediatamente después de leer algunos
trabajos, cosa que me llenó de orgullo, de entusiasmo, de interés.
Allí realizábamos ejercicios prácticos de escritura.
Escribíamos con motivo determinado por el tallerista, contra
reloj. .Allí tuve la vivencia de la ocurrencia colectiva, del
trabajo de equipo. Mi vida cambió por esos tiempos. Retomé
esa presencia de la poesía en mi vida que mi madre había
estimulado en mí. Fue una experiencia muy fuerte, definitiva.
Háblame
de La tarde alcanzada
En este libro, se puede decir que hay un trabajo más maduro,
más profesional. En Cinco árboles, mi trabajo
anterior, había mucha espontaneidad, mucha frescura, pero menos
trabajo con la forma. Ahora aprendí a trabajar de una manera
metódica, casi obsesiva. Me costó mucho dejarlo de lado,
considerarlo terminado. Viví casi dos años pensando, corrigiendo,
volviendo al manuscrito... Curiosamente, después de este trabajo
de filtro y corrección, tuve que volver a ciertas versiones originales
que había desechado...
En
este momento, creo que trabajaré con materiales del primer libro,
para rescribirlos desde mi experiencia actual. Por primera vez ya manejo
los temas de mi próximo libro, ya barajo títulos. Trataré
de recuperar la pureza de esos primeros escritos. He decidido no leer
mientras escribo este libro. No quiero que las lecturas interfieran,
se transformen en censura, contaminación. Trataré de no
enfrascarme en ningún libro, para escribir con más libertad.
¿Qué
pasa con la expresión poética en Venezuela?
En general el mundo de la poesía es bastante pequeño,
los poetas son unidos, la mayoría de los que circulan son jóvenes.
En los talleres se forman todo el tiempo más y más jóvenes.
En cuanto a las lecturas, nos encontramos con un mundo bastante reducido.
Nosotros hicimos una cosa que se llamó Poesía tramada.
Lo hicimos con Sonia González, mi mujer, que es poeta y además
trabaja con títeres. Dividimos el espectáculo en tres
partes, según el poema de Miguel Hernández: Vida, Amor
y Muerte. Buscábamos objetos presentes en el poema en un teatro
a oscuras, con un pianista que improvisaba. Hicimos la experiencia varias
veces en un teatro lleno, con entradas agotadas. Igual tuvimos pérdidas,
porque éramos muchos participantes. Se llenaba de jóvenes;
no concurrían los poetas de generaciones anteriores. Como te
decía antes, somos parte de esta generación de los talleres
que con gusto presenta sus cosas en público. La Semana
de la poesía de Caracas crece año a año;
aunque no se pueda comparar con el Festival de Medellín, que
lleva muchos años, la poesía en Vene-zuela va en buena
dirección.