Su interés por las nuevas tecnologías
se despierta muy temprano. Me interesé por los sistemas
mecánicos de reporoducción, empezando por el grabado,
foto, cinético y de allí al cine. Eso no se hacía
en la escuela nos cuenta. Participó en dos Salones Crav,
que se hacían en la Quinta Normal. Era un concurso con cierto
prestigio en esos años y se organizaba con el apoyo de la universidad
de Chile en el Museo de Arte contemporáneo, que entonces funcionaba
en la Quinta Normal. Empezó un curso de cine en la universidad
Técnica del Estado y cuando cursaba el tercer semestre se fue
a Moscú con una beca de Conicyt (Comisión Nacional de
Investigación Científica y Técnica). Orienté
mi formación hacia una formación más técnica
en el ámbito de la dirección de fotografía y cámara.
Fui a buscar herramientas tecnológicas, ya que de alguna manera,
la formación del Bellas Artes me había entregado criterios
en la dirección cinematográfica, explica.
Estuvo en la escuela Bgyk que fundó Eiseinstein,
padre del cine soviético, autor del Acorazado Potemquim, una
de las primeras películas consideradas de arte. Era una escuela
rigurosa, con medios: nunca tuve problemas para trabajar en 35
mm en el metraje que fuera necesario. Los alumnos podíamos hacer
proyectos propios.
El golpe militar lo pilló en Moscú.
En el 75 deja la Unión Soviética; ya se olfateaba la crisis
y siempre he pensado que los detentores del poder político
se farrearon la historia afirma.
Se fue a Francia, porque siendo descendiente
directo de vascos franceses tiene doble nacionalidad y era el único
país fuera de Chile donde no era extranjero. La cultura francesa
era parte de la familia, había estudiado en la Alianza Francesa
en Santiago y ya hablaba francés cuando fue a Francia.
¿Te costó mucho acomodarte?
Como tenía doble nacionalidad no necesité recurrir al
recurso de ser exiliado. A través de un anuncio en el diario
Le Monde encontré trabajo en una escuela regional de Bellas Artes
en la ciudad de Epinal, al este de Francia, que pertenecía al
circuito de escuelas de Artes del ministerio de cultura. Estuve allí
siete años; daba clases en el primer ciclo de morfología
plástica y de lenguaje fotográfico y en el segundo ciclo
hacía semiología de la comunicacion y taller audiovisual.
¿Qué te hizo regresar a Chile?
Igual, de alguna forma no era lo mío. Siendo francés en
los papeles era en la práctica extranjero y si bien nunca tuve
problemas de integración en la vida artística de Francia,
conocí muchos cineastas, artistas plásticos, etc., por
lo menos para mí, aquello era un mundo con cierto límite
y topando esos límites me daba cuenta que era una cultura que
se daba vueltas sobre sí misma, una cultura de alguna forma autofrenada,
incapaz de desprenderse de un pasado; lo que por lo mismo la hace tener
una riqueza inmensa. Como en toda sociedad la cultura es parte del poder,
un ejercicio a través de grupos y personas y la verdad es que
no me atraía meterme en ese mundo de concesiones, de negociaciones,
de arreglos, de compromiso. Además creía que igual había
en mí una inclinación hacia plantearme en el trabajo cultural
en Chile.
Haberme quedado en Francia era quedarme en un
ambiente muy rico, incluso me faltaba tiempo para poder consumir toda
su propuesta, pero de alguna forma esa diversidad se imponía
tan violentamente que te hacía un individuo pasivo, en el sentido
de pura recepción. Por otro lado había mantenido una práctica
artística que ya empezaba a orientarse hacia la gráfica,
la fotografía y el video, y de acuerdo a la experiencia que había
acumulado, en cierto momento llegué a la conclusión que
para crear no es necesario un condicionamiento preciso, es decir tú
puedes producir, crear, una vez que has superado la dependencia de la
cultura en cualquier parte del mundo.
Mi primer viaje a Chile fue de prueba, de indagar
qué podía hacer, y tuve la suerte de que habían
ciertas instituciones de educación superior como el instituo
ARCIS, que se proponían como espacios alternativos a la propuesta
oficial y me ofrecieron la posiblidad de ejercer docencia. Lo que más
ayudó, desde luego, fue el integrarme a la iniciativa de la embajada
de Francia de los festivales Franco-chilenos de videoarte (1982-90).
Todos los años se hacían y fue una de las experiencias
más ricas y definitivas para orientar mi inquietud hacia el videoarte.
¿Cómo surgió la bienal?
Siendo director de uno de los últimos festivales, que a partir
de 1990 se llamaban Franco-Latinoamericano con el acuerdo de la embajada
de Francia en Chile, que había sostenido el espacio de los festivales
durante la dictadura, pero que habiendo logrado la democracia formal
en el país, dejaba que los chilenos asumiéramos las manifestaciones
de videoarte.
El 93 echamos a andar la primera bienal que se
llamaba Primera bienal de video y artes electrónicas. Desde la
primera versión existieron tres categorías: Concurso A
la creación y Autoría en Video en honor a nuestro
eximio videasta que vivió en Nueva York de reconocimiento internacional
Juan Downey; Artistas Invitados Nacionales y Artistas
e Instituciones Internacionales. El concurso era amplio y especialmente
en esa época participan muchos jóvenes ligados a los establecimientos
de comunicación audiovisual, realizadores ligados a las productoras
de televisión, cine y video y artistas independientes. Esta sección
se fue depurando y hoy en día se recepcionan solamente videos
autorales que se inscriben dentro de una tendencia experimental del
uso del lenguaje video y que cree en una estética y cultura propia
del video.
Desde el 99 el concurso que solamente era nacional,
se transformó en Latinoamericano, que es su carácter actual.
Cabe señalar que este concurso ha sido un gran incentivo para
los realizadores nacionales y se ha convertido en un hito para el cual
se produce y se espera su desarrollo por ser un espacio que tiene como
inciativa la propagación del video y el reforzamiento de estrategias
de autoría a largo plazo.
Esta área ha visto crecer y desarrollarse
talentos jóvenes que actualmente ya empiezan a cumplir un rol
internacional, el caso de Guillermo Cifuentes, Claudia Aravena, Edgar
Endress. Aravena está en este momento trabajando en Berlin. Dentro
de los invitados internacionales hemos recibido, entre otros a Martha
Rossler, Gianni Totti, Cynthia Porta y Robert Cahen. Muchos más
han enviado sus trabajos.
Hace dos versiones la bienal se llama Bienal
de Video y Nuevos Medios debido a que hemos incorporado los nuevos soportes
digitales. También coincide que yo empiezo a dirigir la escuela
de postgrado en la universidad de Chile: Arte y Nuevas Tecnologías.
Esta nueva orientación ha servido a la nueva investigación
con soportes digitales ha abierto un espacio crítico dentro de
nuestro medio chileno y de alguna manera forma parte el que el FONDART
(Fondo de Apoyo a las Artes) creó una sección de Netart.
Ya existía una mención de video que desde hace un año
participa dentro de la sección de artes visuales y no audiovisuales
como ocurría antes.
¿Cómo financian la bienal?
El área de Cine y artes audiovisuales de la división de
cultura del ministerio de educación ha colaborado con la otorgación
de un premio que en el último año ascendió a 1000
dólares.
¿Existe un jurado que selecciona los
videos que se muestran durante la bienal?
Hay una comisión de selección, que no es el jurado. Las
bases del concurso son bastante claras. Se aceptan obras en soporte
de video o digital que se inscriban dentro de la estética del
videoarte y que trabajen las técnicas y los soportes de manera
experimental.Otro criterio importante y que tiene que ver con criterios
generales en el arte es el equilibrio entre expresión y contenido,
la calidad del material simbólico, su inscripción estética
cultural.En la última edición ganó el premio Silvia
Cacciatori, cuyo trabajo forma parte del programa internacional de video.
¿Tienen contacto con otras bienales
internacionales?
Algunos son festivales, museos, galerías, universidades. Entre
los eventos, hay que destacar Video Brasil, Festival de Videoarte de
Perú, Festival de Video de Rosario, Festival de video de Cartagena
de Indias. World Wide Video de Holanda, Festival de Belfort, Francia.
Intermediales de Berlín, entre otras. También hemos establecido
contactos con la Universidad de Carnegie Mellon, de Pittsburg, USA,
Universidad de Siracuse, Video Databank de Chicago, MOMA de Nueva York,
Museo de Arte Reina Sofía de España, Museo de Arte Moderno
de Buenos Aires.
En general, en la bienal se constituye una buena
muestra que es solicitada por pares de otros países. Se ha ido
constituyendo una videoteca de arte que es parte de la bienal. Tenemos
un banco de direcciones con datos de los participantes de las bienales
anteriores y un sitio web: www.bienaldevideo.cl
Nos despedimos de Néstor después de algunos días
de compartir experiencias y de recorrer los lugares de más interés
en la zona de Escania. Regresa a sus clases y a trabajar en la próxima
bienal que tendrá lugar en noviembre del año que viene.