Este
número de Heterogénesis tiene su punto de partida en el
tema terrorismo cultural(1). El objetivo es hacer
un bosquejo de esta área y plantear algunos puntos de vista sobre
el tema, tarea que no ha sido fácil. Una razón es que
un número temático en su forma es un intento de dar espacio
a algo que justo en este caso trata de romper con las concesiones conceptuales
establecidas. La revista también se publica en conexión
con la exposición Terrorismo Cultural que está curada
por el suscrito. La exposición tendrá lugar en la Galería
Comunal de Arte Valfisken de Casa de la Cultura de Simrishamn entre
el 22 de febrero y el 29 de marzo de este año. Los artistas participantes
en la exposición son algunos de los artistas que se tratan en
este número: Conny Blom, Anna Brag, Heath Bunting y Minerva Cuevas.
El terrorismo cultural
se puede ver como una posible manera de trabajo de los artistas que
quieren enfocar su obra en su época contemporánea y confrontarla.
Una perspectiva del terrorismo cultural es describirlo como una lucha
sobre el derecho de interpretación de la realidad social. En
mi opinión, el terrorismo cultural se puede analizar, en parte,
a la luz del nuevo activismo político(2) que
se ha desarrollado desde mediados de los 90, esto debido a que muchas
veces tienen los mismos objetivos y desde luego se pueden establecer
paralelos cuando se trata de la elección de métodos activistas.
El nuevo activismo político lucha en gran parte por una arena
política nueva donde la discusión política pueda
tener lugar. Por su lado, el poder político establecido quiere
mantener su arena donde se ha adjudicado el derecho a las interpretaciones.
La creciente atención
sobre el terrorismo los últimos años ha creado una retórica
en torno al concepto terrorismo. La amenaza del terrorismo se ha empezado
a usar como una excusa o una coartada por una serie de estados y autoridades
para llevar a cabo acciones que de otra forma no serían posibles,
desde el deseo del FBI de exigir información sobre qué
libros pide la gente en las bibliotecas (algo que ha sido rechazado
por una corte estadounidense) hasta la actuación de Israel en
el territorio palestino. Una explicación probable de esta posición
retórica es que el terrorismo se ha convertido en objeto interesante
para los medios de comunicación el terrorismo vende y
produce buenas imágenes: fuego y humo, explosiones, sentimientos,
llantos, devastación etc. Este aspecto medial es una circunstancia
que los terroristas muchas veces han utilizado. La lucha sobre quién
es terrorista también tiene lugar en gran parte en los medios
de comunicación. La dimensión medial del terrorismo es
quizás la explicación por la cual el CIA ha diseñado
su propio terrorist buster logo que se puede bajar
del propio sitio web de la CIA. (ver imagen). Se trata de un logo que
alude a la película estadounidense Ghostbusters; cabe preguntarse
si puede haber mayor autoironía que relacionar a la CIA con una
comedia de acción de los años 80 o si ven su actividad
como una búsqueda de, justamente, fantasmas.
Una consecuencia del uso retórico del concepto de terrorismo
en los medios de comunicación ha sido que algunos han tratado
de comprometer al nuevo movimiento activista con el terrorismo ya que
se lo acusa de alimentar terroristas. Muchos han tratado de clasificar
las tiradas de piedras en las calles como únicamente una diferencia
de grado del terrorismo. Y evidentemente se puede encontrar a los tiradores
de piedras bajo la definicion de terrorismo de la CIA (ver definición
al lado) si se usa retóricamente. Tirar piedras en la calle es
una actividad física llevada a cabo por propósitos políticos
destinados a influir grupos más grandes. Los tiradores de piedras
callejeros a menudo actúan en grupo y pueden tener distintas
nacionalidades. Relacionar o igualar estas agrupaciones con el terrorismo
es, en realidad, un intento para evitar que la discusión política
que tiene lugar dentro del nuevo activismo político encuentre
apoyo en el público en general. No obstante, haciendo uso retórico
de la definición de la CIA también se pueden describir
las acciones militares de los EE.UU en el territorio de Afganistán
en el otoño de 2002. Se trataba de acciones físicamente
violentas, con apoyo internacional, que recayeron sobre muchos civiles.
La actuación tenía un propósito político
y pretendía influir a un grupo más grande de personas.
El uso retórico
del concepto terrorismo, paradojalmente, parece haber aumentado después
del 11 de septiembre de 2001. La mayoría probablemente está
de acuerdo en que los aviones que volaron contra el WTC corresponden
a una idea generalizada sobre qué constituye el terrorismo. Un
acto de terrorismo tiene un rasgo de violencia física incalculable
que se usa en contra de objetivos no militares o civiles, en el sentido
de inocentes. Los objetivos pueden ser materiales o pueden dirigirse
a personas. La acción debe ser políticamente motivada
aunque a menudo se trata de motivos oscuros y el propósito de
la acción es influir en grupos más grandes de la sociedad
y/o en las instituciones de la sociedad. Como método, el terrorismo
implica que con pocos medios y con recursos organizativos limitados
se pueden llevar a cabo acciones dirigidas a distintos objetivos de
la sociedad. Para la sociedad la lucha contra el terrorismo absorbe
muchos recursos porque hay muchos objetivos potenciales; todo no se
puede proteger sencillamente. Si el terrorismo es un método efectivo
para obtener propósitos específicos es algo discutible.
Pero para los que practican el terrorismo el efecto psicológico
es con frecuencia lo central; el efecto psicológico crea inseguridad
en el individuo y en la sociedad. Qué es terrorismo, una acción
terrorista y un terrorista es en cierta medida una cuestión de
definición de quien posee el derecho de interpretación.
La mayoría de los terroristas muchas veces se ven a sí
mismos como otra cosa: liberadores o víctimas.
El que practica
el terrorismo cultural a menudo juega con el uso retórico del
concepto de terrorismo y se inviste el papel de terrorista para dar
luz a la retorica en sí misma y realizar un activismo político.
En el artículo siguiente trato de hacer un bosquejo del terrorismo
cultural y de lo que puede ser. Un punto de partida claro ha sido Heath
Bunting y su trabajo. No trato al terrorismo cultural como un movimiento
sino como una posible estrategia artística y doy algunos ejemplos
de distintas maneras de trabjar y dentro de qué áreas
actúan. Presento algunos rasgos en común y ejemplifico
con algunas obras y artistas. Ademas de Heath Bunting se nombra irational,
BIT (Bureau of Inverse Technology) y The Atlas Group etc. Un tema que
no se toca en el artículo es el interés del terrorismo
cultural acerca de la copia y divulgación. Este tema, que tiene
su origen en cuestiones que tienen que ver con patentes y derecho inmaterial,
es tratado en el articulo Copy-Writer; en el que Conny B.
Entrevista a C. Blom. Luego el artista Stephen Morton trata la obra
Gift de Ali Hasan-Khan y Max Liljefors escribe sobre el video de Anna
Brag Ninguna persona...una isla. En mi opinión se pueden establecer
paralelos entre el terrorismo cultural y estrategias avanzadas de algunas
marcas, tema que será tratado en otro número de la revista.
Martin Schibli
Director invitado
(Traducción:
Lorena Acevedo)