Por
mientras, las mariposas vuelan de una flor a otra; los aviones vuelan
entre aeropuertos. Como en el mundo de la naturaleza, las estrategias
de invisibilidad y decepción están funcionando en el sistema
de migración humana también. En el interior de terminales
de aeropuerto, puertas y corredores anónimos sacan a los que
buscan asilo de la vista de los otros pasajeros. Hay multas graves por
traer a los que buscan asilo sin documentos de visa correctos a la frontera
de los países del Schengen, como Suecia, obligan a las compañías
de viajes y transpote a poner mecanismos de control preventivo ya en
los lugares de salida. Entonces, la ejecución de la política
de inmigración sueca se traslada afuera del horizonte sueco,
visualizado y transferido a las manos de agentes comerciales.
Dentro
de la frontera nacional, en contraste a las estrategias nombradas arriba,
una gran cantidad de tácticas de invisibilidad son implementadas
diariamente. Más o menos mil personas se encuentran en este momento
en Suecia escondiéndose de la extradición; juntos suman
lo mismo que la población de una pequeña aldea provincial,
pero están esparcidos y ocultos, dispersos y en constante movimiento.
Para ellos, y para los que los esconden, cada pequeña manera
en la cual una persona es vista, notada, marca un espacio propio, ocupa
la mirada de otro; todos esos momentos de reconocimiento, que usualmente
confirman a la persona, amenazan su existencia. Situaciones de riesgo
y tácticas de burlar el cerco son plurales. El riesgo de lavar
y secar su ropa en lavaderos comunes. Evitar comprar comida en el mismo
supermercado muy a menudo. La ansiedad de viajar en tren, o de ir a
la peluquería; situaciones cuando uno simultáneamente
está expuesto y no está en libertad de moverse. Los niños,
obviamente, implican un problema en particular: proveer educación,
tener constantemente en cuenta su necesidad de tener amistades contra
el peligro de que confíen demasiado en sus amigos. Cambiar de
residencia una y otra vez, a corto plazo, y siempre tener cuidado de
no dejar rastro tras de sí.
La
artista Anna Brag aborda estas experiencias en su trabajo de video Ninguna
persona...una isla. La base es una larga conversación entre la
artista y una mujer de la misma edad, que ha estado ya dos años
en Suecia escondiéndose de la extradición a su país
natal destrozado por la guerra. Documentar a una persona que depende
de la invisibilidad necesariamente implica un balance cuidadoso entre
presentación y ocultación. Solamente la voz de la mujer,
no la imagen de su rostro, se presenta al espectador. Su imagen, igual
que cualquier signo de reconocimiento de la locación, son retenidos
por un lente de cámara evasivo, cuyo foco borroso se desliza
por superficies aparentemente neutrales: armarios de cocina, flores
de jardín, una cortina veneciana... Mientras que las palabras
de la mujer van desarrollando un relato anónimo pero honesto
de sus experiencias antes de, durante y después de su migración
a Suecia, el espectador debe preguntarse si el lente de la cámara
en realidad representa la mirada de la mujer o la de sí mismo.
Por
supuesto que el trabajo de Brag exige que se establezca una confianza
entre la artista y la (no)retratada, ya que ambas tienen que contribuir
a la invisibilidad necesaria. Su encuentro tuvo que ser precedido por
una serie de preguntas discretas para entrar en confianza. Finalmente,
es solamente la renuncia a un retrato que permite que estas experiencias
sean reveladas. Contradictoriamente, para cada encuentro no iniciado
cara a cara con esta mujer, ella tiene que ser silenciada, escondida
tras lo que puede parecer una máscara de normalidad cotidiana.
Detrás de esta máscara, sin embargo, como cualquiera que
escucha la voz en el trabajo de Brag toma pefecta conciencia, no se
esconde ningún conocimiento exclusivo, ningún tesoro o
crimen, que por sí mismo fuera motivo para ocultarse. En su lugar,
nos cuentan exactamente lo contrario de una existencia cotidiana,
reflejando nuestra propia, faltando cualquier tipo de cualidad o esencia
misteriosa. Efectivamente, si habláramos aquí sobre dos
textos diferentes uno visible (máscara) y uno oculto (rostro)-
no habría ninguna diferencia perceptible entre ellos. La mímica
y el camuflaje, entonces no son producidos por la existencia de un secreto,
sino por la contingencia de la política de inmigración,
criterios de asilo, y voluntad política. O, en otras palabras,
porque alguien no quiere que ella viva aquí.
Roland
Barthes una vez se imaginó que podría haber, de alguna
manera, una ciencia nueva para cada objeto, un mathesis singularis (en
vez del universalis tradicional). ¿Podría haber también
una estadística única por cada uno de nosotros, incomparable
con todos los demás no más nosotros
o ellos? Tan absurda como es esta fantasía, excluir
categorías de nacionalidad, etnicidad, etc., puede servir como
un contrapeso a las fantasías de nosotros-exclusive
o inclusive. Uno de los discursos sobre inmigración, el sobre
el multiculturalismo, es parecido a la poética de las mariposas
en praderas floridas: creaturas nómades de colores exóticos
polinizando a su alrededor y enriqueciéndolo con flores aromáticas
que podrían ser, supongo, las pizzas y los chorizos. Ambas
fantasías también incluyen un motivo de transformación
completa: igual como la anónima oruga se transforma en una hermosa
mariposa, el inmigrante se transforma en su cultura a su llegada al
nuevo país libre. Así como muchos han señalado,
el elemento totalitario en el multiculturalismo consiste precisamente
en esta reducción sin fricciones del individuo a una sola función
de la cultura. Aquí, nosotros nos unimos, como en
un jardín del edén donde todos los animales pueden vivir,
bajo la suposición de que tu cultura es para tí
lo que mi cultura es para mí.
Lo
que que, sin embargo, hace falta en esa visión, es aparte
de que los paraísos son fuertemente resguardados la discrepancia
inescapable entre cada sujeto y su identidad nacional o
cultural. No tiene recepción de luz ultravioleta; es ciego a
ese otro texto, que siempre está escrito a través y contra
de ese tipo de definiciones inclusivas, y solamente visibles a un secreto,
una mirada personal, pero nunca a la burocracia. El trabajo de video
de Brag, borroso e indeterminado ¿es la mujer kosova,
iraquí o colombiana? enfoca precisamente esa división
entre existencia individual y la determinación discursiva de
la identidad, siempre forzada al sujeto de afuera. En ese tipo de conflictos
violentos, como el de que esta mujer huyó, ese dilema existencial
se vuelve grave. Un PUT (como se escribe la abrevación del permiso
de residencia permanente en sueco) no resolvería ni el dilema,
ni el conflicto, sino simplemente reconocería el derecho de Otro
a vivir y ser en parte visto.