Que
la historia la escriben los que sustentan el poder es un hecho sabido.
La información en la que basan su interpretación de la
realidad la producen y la manipulan ellos mismos: El Pentágono
anuncia buenas noticias: en el 2003 será sustituido el plomo
de las armas por tungsteno para no dañar el medio ambiente.
Así rezaba una de las frases tomada de un diario que Juan Cano
usó para construir su instalación en Querétaro.
Distintas frases hechas con letras pegadas a cintas de hule colgaban
del techo formando una especie de cortina. Toda esa información,
puesta en posición vertical para dificultar su lectura, pasaba
por los ojos del espectador sin dejar huellas, como el flujo imparable
de noticias manipuladas que nos llega de los medios de comunicación
y que desde nuestra posición de espectador ingenuo no alcanzamos
a poner en un contexto real e interpretar desde una perspectiva
propia.
De
los muros colgaban 10 fotograbados de gran formato con fragmentos de
hombres y mujeres. En el suelo un recorrido hecho con líneas
punteadas que recordaban límites y trayectorias de armas terminaban
encerrando la frase: fosa común, el lugar donde van a parar los
restos de aquellos que la historia contemporánea desprecia; recordemos
a Mozart y al prócer de la independencia americana Francisco
de Miranda entre tantos otros cuya existencia no ha quedado registrada.
Una serie de números pegados en el piso pretendía hablar
un poco de la materialización del hombre, la simplificación
de la pequeña historia de cada individuo en un número:
6780 desaparecidos. Juan Cano es uno de los 2500 uruguayos que buscaron
refugio en Suecia después de la dictadura militar en su país
en 1976. Su exposición estaba dedicada a los desaparecidos
durante las dictaduras en Argentina y Uruguay.
En 11 de julio de este año inaugura una muestra indvidual en
el Museo de Arte Contemporáneo de Yacatán, Meridia, México.