El
arte actual, gracias a las nuevas tecnologías, es más
que nunca dialogante, busca la interactividad, hasta llegar en algunos
casos a la co-autoría con el público. Es el
público que hace la obra ya lo decía M. Duchamp.
El autor rebaja su perfil y ofrece una estrategia de seducción
que implique a este lector que también se ve solicitado,
a desplegar una exigencia y actividad mayor con una creciente creatividad.
El lector es visto como un tejedor de redes, es él quien
muchas veces debe aportar la sintaxis a una obra en proceso. La
obra se ofrece como un campo de posibilidades, una invitación
a escoger y a construir. En esta cruzada el artista usa aquello
que más nos atrae; la pulsión lúdica: ¿Existe
parodia alguna más hermosa de la ética del valor que
someterse con toda la intransigencia de la virtud a los elementos
del azar o lo absurdo de una regla? ¿Existe parodia alguna
más hermosa de los valores de trabajo, de producción,
de economía y de cálculo que la noción de apuesta
y de desafío, que la inmoralidad de la falta de equivalencia
fantástica entre lo que se pone en juego y la ganancia posible
(o la pérdida, que es tan inmoral como esta última)?
¿Existe parodia alguna más hermosa de cualquier noción
de contrato y de cambio que esta complicidad mágica, este
intento de seducción agonístico del azar y de los
participantes, esta forma de obligación dual en la relación
con la regla? ¿Existe parodia alguna más hermosa de
nuestras ideologías de libertad que esta pasión por
la regla? Jean Baudrillard, en De la seducción.
La eficaz interactividad a la cual nos ha habituado el net-art,
muchas veces también se constituye en una limitante, cuando
la obra de arte no convoca más que a una pura experiencia
lúdica. No se trata de ponerse graves y reivindicar las insufribles
y pesadas hermenéuticas de los grandes paradigmas, que también
desvirtuaron muchas veces la obra de arte. El componente lúdico
y sobre todo el humor, creo que son fundamentales en la obra actual,
pero creo, que tampoco es recomendable aislar y transformar éstos
en los únicos parámetros de sentido pues se cae en
una concepción puramente consumista y decorativa. Puede que
sea un síntoma de un proceso de acomodación, con respecto
al uso de las nuevas tecnologías, que todavía no se
asientan en el dominio de arte, haciendo necesario prolongar el
carácter puramente indagador y experimental que hoy ofrecen
en profusión.
Escribo
esta convocatoria bajo aires de guerra, se nos quiere imponer su
lógica unilateralmente, desde una supuesta y pasiva autorización
que delegamos en la asimilación a-critica del sistema. Los
artistas trabajamos con el hombre, sus desafíos, sus esperanzas,
sus debilidades, sus contradicciones, en suma problematizamos con
su condición. Llamo a los artistas del mundo, desde Latinoamérica,
en momentos de negación del espíritu humanista, a
reivindicar, consecuentemente, en su obras lo más humano
que poseemos...la condición lúdica.
Néstor
Olhagaray
DIRECTOR
Santiago
de Chile
Enero del 2003