Minnehej
une dos ideas opuestas y la memoria como la conciencia del pasado y
hej, como un saludo al momento.
Se
trata de enfrentar la disyuntiva naturaleza-cultura mediante un juego
semiótico de transformaciones contradictorias y repetitivas
En
la puerta de uno de los edificios de la Institución de Música
e Historia del Arte de la Universidad de Lund, Joan Casellas repitió
30 veces la palabra minnehej (memoriahola). La mirada parecía
fija lejos de allí. Luego entró en el edificio seguido
por el público y del segundo piso sacó al patio uno de
los bancos antiguos y ayudado por el público lo apoyó
en uno de los árboles del jardín. Como un saludo al momento,
besó a cada persona del público con un beso en la mejilla,
se ubicó junto al árbol y volvió a repetir 30 veces
minnehej. Luego se sacó la ropa, arrancó una de las mangas
de su camisa y la usó de venda para cubrirse los ojos. En seguida
repitió 30 veces la palabra inventada una vez más antes
de enterrar la manga junto al árbol. Desnudo trepó por
el banco hasta alcanzar las ramas del árbol. Terminó la
acción repitiendo la palabra minnehej otras 30 veces.
Las
asociaciones entre naturaleza y cultura son varias: el edificio vs el
jardín, el banco vs el árbol, la palabra vs el silencio
(o el ruido del viento a través de las hojas de los árboles),
la ropa vs el desnudo. Una contradicción significativa es que
el jardín es una naturaleza cultivada, aunque tenga
árboles y flores de verdad. Sin embargo sirve como
imagen de aquella naturaleza intocada con la que sueña el hombre,
aunque de eso bien poco va quedando. Casellas hace un proceso retrospectivo
interesante partiendo de la máxima expresión de la cultura:
la universidad, para llegar a una sencilla expresión de la naturaleza:
un árbol. Antes de volver a la naturaleza, al estado primitivo,
entierra restos del momento en que él está en Lund creando
de este modo una reliquia para el futuro.