Heterogénesis - Revista de Artes Visuales - Tidskrift för Visuell Konst - Anno XI - Nr. 43 - Abril / April 2003

 

 

 

 

Demain, quand poindra le jour
comme une épave livide
flottera sur ton amour
mon coeur brisé, mon coeur vide!

(Chanson de bord, Anatone de Braz)

Arturo Duclós en la Galería Valfisken de Simrishamn
5 abril - 10 mayo

Ximena Narea (Texto y foto)

 


Arturo Duclós: Transfusión, 2003.

 

En un estanque lleno de agua vemos una serie de objetos flotar a la deriva. Una cámara fija dirigida hacia el estanque capta objetos que van pasando y los proyecta en el muro. Cinco pinturas de gran formato completan la exposición. Cada pintura tiene una especie de sello en la parte superior con el texto “Chanson de Bord”. En cada pintura vemos flotar en medio del mar un mueble. La iluminación está formada por la luz del proyector y un foco dirigido hacia cada pintura. Sólo el sonido del agua cayendo de un grifo interrumpe el silencio.

La instalación tenía por título Transfusión. La idea original era trasladar con mangueras agua del mar Báltico, ubicado a 200 metros de la galería, y hacerla circular. Por cuestiones de seguridad no se pudo, pero se transportó agua del Báltico al estanque ubicado en la galería y con una bomba se hizo circular la misma agua. Desde luego el impacto es diferente, pero este cambio no hace sino reforzar el concepto de una transfusión que no renueva nada. El mar Báltico es un mar interno que ha sufrido la contaminación permanente de los nueve países que lo rodean. Es la naturaleza contaminada o “culturizada” por el hombre la que circula en la galería de arte, una expresión de nuestra cultura. En esa agua contaminada flotan a la deriva objetos que han sobrevivido al naufragio de nuestra civilización.

La obra tiene una visión pesimista de la realidad, aunque Duclos prefiere pensar que es una visión “realista” y habla de término de las utopías. Esos objetos que flotan sin dirección representan a los protagonistas del mundo actual, que se quedaron sin la utopía de un mundo socialista y que ven cómo la utopía de la democracia naufraga aceleradamente en las aguas de la hegemonía de nuestra era: la globalización, que ha demostrado no ser más que una tiranía a nivel mundial.

La exposición combinaba muy bien la imagen bidimensional fija con la imagen tridimensional en movimiento y la proyección, ocupando todo el espacio de la galería. Los cuadros, pintados con el excelente oficio que caracteriza la obra pictórica de Duclos, tienen todos el mismo formato y están realizados con el mismo principio: una línea divide el cuadro en dos superficies que representan el mar y el cielo; un objeto que flota rompe la línea del horizonte creando el contexto para un relato que puede desarrollarse en ese mismo espacio o en relación con los demás objetos de la exposición. Una mancha de óxido forma, al azar, distintos “continentes” y un marco dorado pintado sobre la tela misma parece resaltar la ilusión que crea cada imagen. El estanque con la proyección sobre un muro funcionaba muy bien y la circulación de los objetos por el espacio del estanque daba dinamismo a la obra. El agua siempre ejerce una especie de fascinación en la gente y el sonido del agua cayendo de la manguera invitaba al espectador a acercarse y detener la vista en el movimiento que la caída del agua ejercía sobre la masa líquida del estanque, y no pocas veces la gente metía las manos en el agua para tratar de alcanzar algun objeto o sencillamente para sentirla.

 

La exposición contó con el auspicio especial de la embajada de Chile en Estocolmo y DIRAC del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.

 

 

 

 

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