Transatlántico Rodrigo Borda* |
Comenzando con su temporada de exposiciones del año 2001, el Museo Nacional de Artes Visuales presentó, por primera vez en Montevideo, al artista griego Iannis Kounellis (Pireo, 1936), uno de los fundadores y mayores exponentes del arte povera. La presentación en Uruguay forma parte de una muestra itinerante y progresiva que empezó su recorrido en México y siguió camino por Buenos Aires antes de llegar a esta ciudad. Una parte de la obra, fue traida desde Europa, pero en cada lugar se le han ido sumando objetos que han añadido un carácter local a cada muestra.
Al ingresar en la sala, somos recibidos por un fuerte aroma a café que acompaña al espectador durante todo el recorrido de la exposición. Esta bienvenida, que Kounellis ha agregado en Montevideo, proviene de 1320 platos de balanzas con café dispuestas en 10 filas de 6 columnas suspendidas del techo, con 22 platillos cada columna. Si bien el café no es un producto típico uruguayo, tres óleos de paisajes de pequeño formato, realizados por artistas nacionales de principio de siglo lo son; se trata de Antiguo puerto de Montevideo de Laporte, Puerto de Alfredo de Simone y Cerro del Verdúm de Pascacio Odiozabal; pertenecientes a la colección del museo. Si bien en la sala no figura ni título, año o autor de estos tres óleos, éstos son claramente identificables como paisajes del Uruguay. Tampoco los demás objetos de la obra tienen título o texto alguno.
Contiguo a esta instalación agregada en Uruguay, Kounnellis coloca una serie de mesas construidas con caballetes y tablones, que atraviesan tres paredes paralelas. Sobre las mesas hay grandes bolsas con carbón, en las que se apoyan pesadas vigas de hierro. Unos ganchos de hierro colocados en las paredes, cumplen las veces de percheros, uno con abrigos negros y otro con cacharros y herramientas para artesanos; objetos adquiridos en la feria de anti-güedades de San Telmo en Buenos Aires. Esos objetos parecen hablar de culturas mediterráneas, que vinieron a poblar estas tierras. Esta asociación se refuerza con la presencia de los viejos armarios que escoltan ambos flancos de esta instalación y las docenas de pesadas bolsas de arpillera estampadas con motivos mexicanos llenas de piedras volcánicas que cuelgan de la pared formando una especie de gigantesco tapiz, grotesco y sofocante. La propuesta de identificación con los lugares a los que el artista nos transporta, va más allá de lo nacional; a quien se dirige es a una cultura trasnacional, la americana. Mediante la utilización de materiales como el hierro, la madera, bolsas llenas con carbón, piedra, ropas y objetos pertenecientes al pasado, nos retrotrae a un tiempo anterior, más precisa-mente al ambiente industrial de la fábrica con sus obreros, al puerto y los inmigrantes que parecieran estar allí, en el museo. Desde la ciudad portuaria El Pireo, preservando del tiempo el aire de aquellas culturas mediterráneas, Kounellis repite el atravesar el océano para llegar a la América, donde las culturas inmigrates se reunen y se mezclan formando una cultura híbrida, que caracteriza este continente.
* Rodrigo Borda es estudiante de arte de la Universidad de La República, Uruguay |
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