Enfrentando el espacio físico y cultural


Ximena Narea





En el mundo actual, en el cual cada milímetro de terreno pertenece a alguien en razón de acuerdos entre particulares o entre particulares y la «comunidad» o por simple apropiación, hacer arte que cuestione y transgreda los límites de la propiedad, ya sea individual o colectiva, es un desafío. Este desafío enfrenta dos niveles: el primero es el nivel meramente material que significa un espacio determinado de tales o cuales proporciones ubicado en tal o cual lugar geográfico. De inmediato surge el segundo nivel: la «clase» de lugar, y aquí entramos a la dimensión cultural. En primer lugar, una clasificación está determinada por un «cuerpo» cultural determinado que define el espacio, lo divide, subdivide, lo nombra, lo reglamenta. Un ejemplo sencillo de las distintas connotaciones y uso que las culturas dan a los distintos espacios es la plaza como lugar público. En América Latina, este nombre define un lugar abierto, con árboles, fuente de agua, bancos y un edículo donde suele tocar alguna banda en días especiales. La plaza era el punto de partida del diseño de damero de la ciudad colonial y ocupaba el lugar central de ésta. En Suecia en cambio, la plaza es un lugar abierto sin forma estricta que puede funcionar como «ferias», como estacionamiento de automóviles o bicicletas, etc.; no es, en suma, un lugar de paseo y recreación en primer lugar. Los lugares públicos, abiertos o cerrados están sujetos a estrictas reglamentaciones de uso y la transgresión a esas reglas está penada por la ley. En el mar de espacios abiertos o cerrados que establece el cuerpo cultural de una sociedad, los objetos de arte que, en otras épocas estaban integrados a la vida cotidiana en edificios, iglesias y lugares públicos (como obras permanentes), desde el siglo pasado tienen un espacio concreto y bien definido: museos y galerías. Sin embargo, así como la actividad artística crea constantemente nuevas expresiones, también exige nuevos espacios.

Durante las últimas décadas, el repertorio de espacios cerrados destinados al arte se ha ampliado a lugares no tradicionales adaptados y reconstruidos en forma permanente o momentánea: las casas privadas de los artistas, sus talleres, viejas barracas, molinos, almacenes abandonados, etc., etc.; la imaginación vuela y ya nada sorprende. Mientras el espacio cerrado ha encontrado nuevos canales de distribución de la obra de arte, el espacio abierto sigue prácticamente inexplorado. El problema fundamental que plantea el espacio abierto es la enorme cantidad de aspectos diferentes que el artista debe considerar para realizar su obra: ubicación, elementos fijos que lo constituyen (árboles, edificios, letreros, etc.), elementos variables (gente, clima, etc.), el uso establecido para ese lugar determinado, su trayectoria en el cuerpo de la cultura, etc.

Aquí quiero introducir a FA+ y sus diversas formas de enfrentar el espacio público abierto. Desde sus inicios como proyecto artístico conjunto (1992) Falk y Aguerre han trabajado con artistas de distintos países con distinta orientación expresiva, así como con profesionales de distintas disciplinas (de allí el + que sigue a las dos iniciales). La base conceptual de su obra es la transgresión de límites físicos y culturales, de lo cual su propia unión constituye la primera «transgresión»: Ingrid Falk es sueca y Gustavo Aguerre es argentino.


Nace FA+

El taller de Drottninggatan 71:A (pleno centro de Estocolmo) es la base operativa de todos los proyectos; allí nace espontáneamente uno de los primeros, que luego es bautizado como Sombras Blancas (1993) que consistió en una acción en la que recortaron en papel encerado blanco 55 figuras humanas en distintas posiciones y luego las pegaron en troncos de árboles en distintos lugares en el centro de Estocolmo. Esta obra enfrenta el espacio público transgrediendo el límite de la autoridad (no había permiso para hacer la intervención) y va al encuentro del público en lugares inusitados. Las figuras parecían sombras «en negativo» de personas solas o en par en un interminable juego desenfadado. Ese mismo año el grupo hizo Il Cadavere Squisito que consistía en la escultura de una mujer en tamaño natural sentada en una silla de madera y paja realizada en masa de pan. La escultura fue puesta al centro de la Plaza San Marcos en Venecia en los días de la bienal de ese año. La idea era que los cientos de palomas óque normalmente cubren la plaza y que aparte de estropear los milenarios edificios encantan a los cientos de miles de turistas que pasan diariamente por ese lugaró dieran cuenta de aquel «cadáver exquisito». La obra estaba muy bien pensada en cuanto al material, a la figura que representaba y al espacio donde fue instalada: una madonna comete un acto de autoexterminio frente a la catedral de San Marcos dejándose devorar por las palomas! Advertimos aquí dos transgresiones, la primera es de orden físico: contra al espacio público italiano y la segunda es de orden cultural, contra la iglesia católica. La intervención, en cuyo desarrollo FA+ participa directamente hasta el momento en que deja a la mujer en medio de la plaza, contempla dos actores: la mujer misma y las palomas. Por las características de cada uno, está previsto que deberían interactuar de determinada forma: la mujer debe servir de cebo para atraer a las palomas de modo que éstas cumplan su papel en la obra. El objetivo inmediato se cumple, pero hacia dónde está dirigida la acción? En primer lugar cuestiona una de las reglas más importantes de la iglesia católica: el castigo contra el autoexterminio; el suicidio deja al individuo fuera de la comunidad católica, es excomulgado. En segundo lugar, la acción cuestiona uno de los símbolos mayores de la tradición católica: la del espíritu santo, que en lugar de bañar con su espíritu y dar vida a la mujer, la devora como ave de rapiña. A partir de aquí, las asociaciones se multiplican infinitamente. Un hecho imprevisto: antes que las palomas alcanzaran a terminar con la mujer, apareció una pandilla de adolescentes que se ensañó con la mujer y no descansó en su maltrato hasta despedazarla por completo.


Obras monumentales

La obra monumental traspasa los márgenes de las dimensiones humanas y de lo manejable, impresiona por su tamaño y por su estilo. Normalmente, estas obras son de carácter permanente, sin embargo esta es otra regla que FA+ ha transgredido: sus obras de gran tamaño han sido momentáneas. Tres veces ha participado en el proyecto comunal Tivoli Kulur (Cultura de Parque de Diversiones) que tiene lugar anualmente en Kungstr”dgÂrden (Parque del Rey). La primera vez participó con Igloo (1993), un proyecto que envolvía los diferentes aspectos que encierra la producción de viviendas. FA+ había diseñado un iglú construido con 54 refrigeradores en desuso como una propuesta habitacional concreta, a esto se sumaba todo el «show» de la venta: afiches de propaganda con el iglú instalado en distintos sectores periféricos de Estocolmo donde viven muchos inmigrantes, distintas formas de pago y sobornos a los posibles compradores. Los tres artistas eran parte de la obra cumpliendo distintos papeles en la venta y promoción del iglú, lo cual, desde luego, daba un dinamismo muy particular a la obra. La segunda vez, FA+ participó con la obra LíArt de Triomphe (1994) que consistía en un arco formado por 24 contenedores abiertos hacia el mismo lado. Permanentemente se realizaron performances y se hizo música de distintos estilos y tendencias dentro de los contenedores, lo cual hacía «vivir» la obra de un modo particular. Esta constante actividad producía una tensión entre el «exterior» y el «interior» de la obra al enfrentar el hieratismo de la enorme mole de fierro con la plasticidad del movimiento y la intensidad de la música, que hacía vibrar las paredes de los contenedores. Al año siguiente el grupo presentó Korthus (Castillo de naipes); una estructura gigante de 15 m de alto x 30m de largo y 6m de ancho construida con 107 rejas de hierro, como las usadas en Prohibido el paso a extraños, pero a diferencia de los límites que aquella obra planteaba, el castillo de naipes era una construcción transparente que permitía el transito libre de los transeúntes. La «contradicción» que planteaba la obra se daba fundamentalmente en la fragilidad de un castillo de naipes y el peso real de la construcción con rejas de fierro.


Pertenencia y no pertenencia a una cultura

Cada cultura tiene su dinámica interna que establece reglas de inclusión y exclusión de sus integrantes y objetos materiales que la componen; esto es válido tanto para una meta-cultura como la cultura occidental así como para una micro-cultura como el club de fútbol de un sector habitacional cualquiera. Estas reglas o formas de interacción interna y con aquello que está fuera de los límites de cada cultura conforman su identidad. La pertenencia o no pertenencia a una cultura la determina el grupo humano que compone esa cultura en particular y no el individuo; esto se puede apreciar en cada área de la actividad humana. Sobre estas reglas y la penetración de elementos ajenos a la cultura del arte tratan las dos siguientes acciones de FA+. Prohibida la entrada a extraños (1994) era un proyecto en dos etapas que cuestionaba la inclusión y exclusión en el mundo comercial del arte: øquiénes son los que están dentro y quiénes fuera? øQuiénes pertenecen y quiénes no pertenecen al exclusivo ámbito del arte? øquiénes y bajo qué premisas determinan las reglas de entrada, salida o cierre del paso? La primera etapa consistió en la intromisión del espacio de la galería privada mediante un fax con el mismo texto del título del proyecto y la pegatina de afiches de tamaño A4 en las entradas de las galerías intervenidas. El fax como elemento de comunicación generalizado es un nexo posible entre el fuera y el dentro, un nexo que, sin embargo, exige el conocimiento de un código de entrada, no siempre es accesible a todo el público. Se trataba en definitiva de una provocación al mundo cerrado de la galería cuya entrada está sujeta a códigos herméticos. La misma idea es la base de la segunda parte del proyecto que consistía en una construcción cuadrada de rejas metálicas como las que suele marcar los límites de las construcciones. El objeto consistía en dos cuadrados, uno dentro del otro con letreros pegados al centro de cada lado con el texto «Prohibida la entrada a extraños» (el mismo enviado a las galerías). La obra estuvo instalada frente al Museo de Arte Moderno, frente a la Casa de la Cultura y en los patios del Centro de Conferencias, todos en Estocolmo.

El principio de inclusión y exclusión adquiere en FA+ una dimensión social con la intervención realizada en la puerta del club nocturno Penny Lane en Estocolmo con motivo de una gala organizada por la revista 90Tal. A la entrada, el visitante se encontraba con dos accesos al local; en uno había un letrero verde con el texto: «Entrada 1, solamente la elite cultural de Estocolmo» y en el otro un letrero rojo con el texto: «Entrada 2, gente corriente, inmigrantes». Nada más contradictorio, discriminatorio y antidemocrático que esta separación; sin embargo, a nadie pareció conmover esta arbitrariedad; por el contrario, todos aceptaron la regla sin protestar. Existe aquí la interacción obligada del público, que debe identificarse como elite o como gente corriente, o peor aún, °inmigrantes! para poder entrar a la sala y participar de la diversión. En la «Entrada 1» dos guardias hacían incómodas preguntas para establecer la pertenencia a la elite: nacido en Estocolmo? Gana una cantidad determinada de dinero?, etc. Las preguntas establecían las características de la «elite cultural de Estocolmo» y las respuestas determinaban la pertenencia o no a ese exclusivo grupo. Para desesperación de algunos °no servían los «contactos»! Pocos trataron de evitarse la molestia de la cola y las enojosas preguntas pasando simplemente por la entrada 2, que estaba sin vigilancia. øQué nos dice esta experiencia? Como la experiencia se realizaba en Estocolmo, la capital de Suecia, podemos concluir que los que asistían a esa fiesta en particular, a la que con seguridad asistirían una serie de celebridades, locales, pero celebridades al fin, también querrían ser parte de ese grupo selecto, o al menos estar en un círculo lo más cercano a él. Lo curioso es que la gente corriente, así como los inmigrantes también podía entrar, pero tenía que definirse como gente corriente, es decir no tener pretensiones de ser celebridad y contentarse con ser parte de los exclusos, de los que no pertenecen; pero de éstos, al parecer, no había muchos en esa ocasión. Muy interesante y extremadamente reveladora la experiencia. øNo es esto hablar de una obra plenamente lograda?


La obra permanente

Hasta mediados de este siglo, las obras permanentes habían sido tradicionalmente bronces de héroes nacionales, que impertérritos al paso del tiempo cabalgaban en medio de una plaza. El público también podía disfrutar de las infaltables esculturas de niños desnudos (alados o no) que embellecían o afeaban las fuentes de agua. Poco a poco, una serie interminable de piedras de distintas formas y tamaños, más o menos pulidas o trozos de distintos metales recortados libremente fueron invadiendo los lugares públicos «modernizando» la apariencia de instituciones y lugares públicos. Ciertamente las preferencias estéticas varían, pero øquién determina esas preferencias? Esto es delicado, especialmente cuando se trata de obras que constituirán el rastro material de una cultura en una época determinada.

La obra permanente es una necesidad de perpetuidad de la comunidad y para el artista un desafío a representar su época. En 1994 FA+ participa en el festival de Strindberg que anualmente organiza la ciudad de Estocolmo con el proyecto CITAT. La obra consistía en una hilera con citas seleccionadas de distintos textos del escritor pintados de color blanco sobre el pavimento en el medio de la calle a lo largo de toda la peatonal Drottninggatan (una de las calles principales de Estocolmo). Las citas seleccionadas pretendían mostrar la personalidad extraordinaria y controvertida del gran escritor sueco. Algunas de las citas eran: «Las bibliotecas deberían quemarse de vez en cuando, de otro modo el equipaje es demasiado grande de cargar», «Necesito viajar para purgarme de Suecia y de la estupidez sueca», «Me han puesto bajo observación porque se sospecha que soy sensato». La calle como espacio libre tiene características especiales: es un lugar de permanente movimiento de personas y en el cual los momentos de inmovilidad son escasos; la calle es en definitiva la ruta que nos lleva hacia alguna parte, no una meta en sí. La estructura lineal de la escritura se adaptaba muy bien a ese «estar en camino hacia alguna parte», las frases en el suelo se leían sin dificultad en una dirección u otra. Un par de años más tarde, el Consejo de Cultura de Estocolmo y la Oficina de Vialidad de esa ciudad solicitan a FA+ CITAT como homenaje al escritor sueco y en calidad de obra permanente; es así como hoy se pueden leer nuevamente las citas de Strindberg lo largo de seis cuadras de Drottninggatan (unos 800 metros), pero esta vez en letras de acero inoxidable insertas en el pavimento de la calle. La obra fue inaugurada oficialmente el 14 mayo de 1998 y está expuesta a sus contemporáneos y al juicio de las generaciones venideras.

El trabajo en el espacio público es rico en posibilidades, pero a su vez extremadamente exigente. FA+ logra capturar la esencia de cada posibilidad que enfrenta logrando estructurar obras que responden a los aspectos cambiantes y permanentes del espacio abierto. La calle y la vida que en ella se desarrolla entra por las ventanas del taller de Drottninggatan y deja huellas que están siendo procesadas constantemente. Cuando el momento adecuado se presenta, FA+ sale al encuentro del público con comentarios fugaces como Sombras Blancas, obras de largo aliento reflexivo como la entrada al club nocturno en Estocolmo o propuestas que tratan sobre uno de los personajes más distinguidos de la cultura sueca en la obra permanente CITAT.


*Ximena Narea es historiadora y crítica de arte


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