Alejandra
Herrera (nacida en 1975) es una jóven artista chilena cuyos
principales medios son la fotografía digital, el performance
y la instalación. Sus exploraciones sobre su propio cuerpo
hacen constante referencia a las inevitables implicaciones biológicas
de ella misma en tanto mujer, y en tanto ser social.
En 2002, en su performance La dieta analiza el proceso
de construcción y deconstrucción de un cuerpo femenino
a tavés de una perfección impuesta, implícita
en la búsqueda de la belleza.
También está interesada en su relación (espacial)
con los demás. En su performance Coalition
, de 2003, ella explora su ser social como objeto de deseo voyeurístico;
ella solicitó a los asistentes que incorporasen sus huellas
digitales a un tejido que luego se convirtió en su atuendo.
Su vestido es cosido por su asistente, al tiempo que los asistentes
som llamados a comunicarse con ella con los ojos vendados
por medio de un aparato sonoro.
En
sus instalaciones recientes, ella explora provocativamente la
conección entre el espacio metafórico femenino.
(el huevo) y el espacio social de la ciudad portuaria en la que
vive (un barco hundido de juguete en una pecera); se supone que
la audiencia debe tomar posición con respecto al espacio
de la instalación por medio del sonido que producen al
caminar sobre la superficie de plástico que cubre el piso
de la galería.
El cuerpo femenino de la artista está en constante circulación
entre el espacio interior y el espacio social, del ser biológico
a la referencia dinámica que encarna.
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Alejandra
Herrera (born 1975) is a chilean young artist whose main media are
digital photography, performance and installation art. Her exploration
in her own body provides a constant reference to the inevitable
biological implications of herself as a woman, as well as a social
being.
In her performance La dieta (the diet),
she analizes the process of construction and deconstruction of a
female body through the imposed perfection, implicit in the pursue
of beauty.
She is also interested in her (spatial) relation with the others,
in her performance for Coalition from 2003, she explores
her social being as an object of voyeuristic desire; she requested
the audience to incorporate their fingerprints into a fabric, which
then becomes her outfit. Her dress is sewn by an assistant, as the
audience is encouraged to communicate with her, eye covered, by
means of an audio device.
In her recent installations, she provokes the connection between
the metaphoric female space (the egg) and the social space from
the port city where she lives (a toy ship wreck in a fish bowl);
the audience is meant to relate to the installation space through
the sound they produce by walking on the plastic surface covering
the gallery room.
The female body of the artist is in constant circulation between
the internal space and the social space, from the biological being
to the dynamical reference it embodies. |