Hans T Sternudd

 

 

Lo carnal se encuentra alojado en la palabra. A través de la carne, la vivencia conjunta de tener un cuerpo, los seres humanos podemos encontrar una base común de comprensión. Una comunicación empática; la carne que se reconoce en el cuerpo del otro. En el hecho de que poseemos una experiencia conjunta en lo que se refiere a tener sangre que es bombeada a través de arterias y venas, de comer y defecar, de amar, de nacer y en el conocimiento de que todo esto es efímero y de que esa carne tarde o temprano se pudrirá, encontramos una pequeña esperanza de que vamos a comprendernos. En lo carnal encontramos la esencia del ser humano (que también se extiende fuera de nuestra especie), una posibilidad de conversar más allá de las diferencias de sexo, sociales, religiosas o culturales. La comprensión empática parte de la base de que sabemos lo que se siente, un conocimiento silencioso más allá de la palabra, más allá de las categorías que el lenguaje utiliza para dominar el caos, tanto el externo como el interno.

Por eso está claro que los dioses deben tomar la forma corporal humana para entender y reconciliarse con su creación. La redención cristiana es posible solamente cuando Dios se viste con la misma carne que su semejante, cuando la palabra misma se convierte en carne. Recién entonces Dios puede conquistar el conocimiento silencioso que no puede ser formulado sino experimentado. Reconocimientos que deben ser enseñados en forma de experiencia de vida con lo efímero. Dionisios y Cristo deben ser sacrificados, desgarrados y consumidos para que la resurrección, la redención y el renacimiento sean posibles.

En la tradición romántica el artista es entendido como un investigador de cada rinconcito y cada lugar oscuro de la existencia. Como una imagen santa el artista no se entrega ante lo innombrable sino que explota cada lugar condenado por el humano. El artista que acompaña el evangelio cuya máxima consecuencia está clara como el agua; exige "una acción de absoluta solidaridad con cada forma de dolor o marginalización. "Cerca de un mundo sangrando, allí está Jesús." (Modéus) Bataille está por eso equivocado cuando relaciona lo malo con el desorden y el orden con Dios. El mensaje cristiano nos habla de una solidaridad con la marginalización extrema que "incomoda y desafía las estructuras establecidas" (ibidem.).

Largo tiempo después del romanticismo y de la caida del modernismo encontramos aún hoy artistas que realizan las acciones más prohibidas y que no le disparan a un mundo que sangra. Artistas problemáticos en sus consecuencias, en sus rupturas con reglas morales y sociales. Imponiéndonos sus víctimas sustitutas, transforman sus obras en dientes que hieren el cuerpo cultural.

Posiblemente sea más fácil en nuestra era digital, ser un extraño a su propia existencia, lo cual llevaría al deseo de reconquistar lo físico. En esas observaciones, la mirada no nos ayuda. El ojo puede solamente leer la superficie. Para obtener conocimientos sobre los misterios del cuerpo, debemos utilizar nuestros sentidos "más bajos"; el gusto, el olfato, el tacto.

En Vanitas de Sterback, el motivo de lo efímero en versión moderna, el cuerpo está en apariencia despellejado y la carne desnuda se descubre. Esto es lo que comemos. Esto es de lo que estamos hechos. Bajo la superficie hay un caos incomprensible de intestinos, carne y sangre. O los órganos se encuentran en lugares bien definidos como en el imaginario anatómico del renacimiento o su versión moderna; Körperwelten de Gunther von Hagen. Orden y limpieza, -cada cosa en su lugar, una construcción que nos hace ajenos a nuestro cuerpo. Sabemos que el ser humano es una bolsa llena de excremento, con una fina membrana hacia el mundo exterior. La revelación positivista y clínica de cadáveres no logra tranquilizarnos. Llevamos nuestro caos con nosotros.

Como observadores nos dejamos llevar por revelaciones de las más insoportables -como la del niño muerto; la imagen de nuestro peor sueño, estetizada y por eso seductora (posible de ver). El niño y el feto muertos de Savela encuentra al observador con toda su atrocidad; esta es la realidad. Cuán lejos están estas imágenes de las reproducciones de cadáveres fetales del fotógrafo Lennart Nilsson, uno de los más reconocidos de Suecia, en libros como Ett barn blir till (Nace un niño).

Los homenajes de Larsson al cuerpo se asoman para seducirnos y son los más llenos de esperanza por lo físico-humano que se han visto en últimos tiempos. Una celebración de lo corporal y contínuamente recurrente - LA CARNE.

(Traducción: Miguel Gabard)

Fuente:
Fredrik Modéus, predikan i Helgeandskyrkan, Lund
den 13 januari 2002.

 

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